INCERTIDUMBRE

Cerca de 269 millones en el aire

El número dos de Fomento promete desatascar las obras paralizadas, pero los retrasos serán generalizados y existen serias dudas sobre el recurso al régimen concesional planteado para la autovía de Huesca a Navarra.

Un total de 268,97 millones de euros. Este es el dinero que el Ministerio de Fomento tenía presupuestado para invertir el próximo año en los tramos de autovía de Aragón afectados por el tijeretazo y que, a estas alturas, están paralizados sin que esté clara la cuantía de la que estarán dotados finalmente. El secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, promete ahora retomar parte de las obras después del verano, aunque fuentes cercanas al Ministerio de Fomento reiteraron que el objetivo es ampliar las partidas testimoniales que se pretendían fijar para que en los tramos afectados se dé una sensación de actividad.

Esta incógnita se despejará en septiembre, cuando se conozca el proyecto de Presupuestos de 2011 y queden reflejadas las partidas. Pero, de entrada, hay afirmaciones realizadas por el número dos de Fomento que suponen retrasar obras respecto a lo planificado en las partidas plurianuales de su ministerio: es el caso de la autovía de Huesca a Lérida (A-22), que prometió el sábado acabar antes de las elecciones de 2012, cuando los últimos fondos se preveían gastar en 2011 (lo que implicaba acabar o terminar de pagar las obras en ese ejercicio). Y para el tramo que ni siquiera se ha licitado, los 13,2 kilómetros entre Huesca y Siétamo, Morlán dijo que no había dinero ahora, pese a que en los Presupuestos de 2010 preveía gastar 15 millones, lo que implicaba el inicio de los trabajos.

Tampoco aclaró qué pasará con tres de los tramos rescindidos en la A-23 (Congosto-Arguis, Lanave-Jabarrella, Jabarrella-Sabiñánigo), que en el mejor de los casos sufrirán un año de retraso para licitarse, tal vez, por el denominado modelo alemán. Es decir, Fomento no pagaría un euro a las contratistas hasta la finalización de la obra, por lo que la factura recaería en el siguiente Gobierno.

A los 67 kilómetros de futura autovía entre Huesca y Jaca pretendía destinar el próximo año casi 95 millones, pero sufrirá de lleno el parón. De hecho, Morlán reconoció que se incrementarán los plazos de ejecución y que una parte se podrían quedar como están, en barbecho, sin aclarar qué tramos. Pero confía en que parte de las empresas asuman las obras a su propia costa porque, dijo, "no habrá problema de financiación". Con otras palabras, severo recorte inversor en la A-23.

Y la factura saldrá muy cara solo por el trasiego de maquinaria pesada y el despido de cientos de trabajadores. Ya han salido decenas de camiones y excavadoras gigantes del Pirineo y, ayer mismo, había góndolas para llevarse las que se acumulaban junto a los tajos de la N-330. "Hemos bajado una veintena de máquinas estos días y aún nos quedan otras tantas. Esto es una ruina", señaló ayer por la tarde un empresario transportista.

Donde la situación podría complicarse aún más es en la A-21, entre Jaca y el límite de Navarra, donde se preveían invertir 38,9 millones en tramos afectados por el recorte. El secretario de Estado de Infraestructuras confirmó que pretende aplicar la fórmula concesional para impulsar los tres tramos en los que ni siquiera han empezado las obras (de Tiermas a la A-1601 y del límite de Zaragoza a Puente de La Reina de Jaca), a los que sumarían el rescindido (Santa Cilia-Jaca) y la variante de Jaca, correspondiente a la A-23.

Dicho así, suena bien: no hay dinero, pues se encarga a una contratista la obra y su mantenimiento durante dos o tres décadas, a la que se pagará en cómodos plazos. Pero el problema es la letra pequeña. El AVE a Cantabria por la meseta castellana se pretendía impulsar precisamente con está fórmula para esquivar los problemas financieros, pero la oficina europea de estadística (Eurostat) advirtió que debía computar como déficit. El ministro Blanco defendió entonces que computara a partir de 2016, con las obras ejecutadas.

Este problema no es ajeno a Aragón, que impulsa un plan de mejora de sus carreteras por el mismo régimen concesional que ya ha sido parcialmente cuestionado. En uno de los ocho sectores no salen las cuentas y deberá computar como deuda porque la inversión prevista no supera el valor de la carretera en uso en un 50%, como se exige. Y en otros dos hay dudas reconocidas por la DGA, por lo que se está pendiente de lo que diga Eurostat.

Y aunque la A-21 salvara la carrera de obstáculos, requerirá de de un tiempo que obligará a los conductores a esperar con mucha paciencia. Fomento también promete ahora continuar con la Ronda Norte (sin fijar fechas y en la que resta por invertir 40 millones), y con el eje pirenaico, mientras el reclamado desdoblamiento de la N-232 entre Mallén y Figueruelas también está en el aire.