VICECONSEJERO DE OBRAS PÚBLICAS

Carlos Esco: "No me hubiera gustado dar que hablar con la llegada de Eva"

En enero dejará la política para asumir un alto cargo en Telefónica Internacional. Su mujer, la secretaria de Estado Eva Almunia, se postula como candidata del PSOE a la presidencia de Aragón.

Esco, en una comparecencia en las Cortes de Aragón
Carlos Esco: "No me hubiera gustado dar que hablar con la llegada de Eva"
JOSÉ MIGUEL MARCO

¿Se marcha para dejar vía libre a su mujer, Eva Almunia, en su carrera a la presidencia de Aragón?

No. Eva y yo hemos tenido siempre vidas profesionales absolutamente separadas. No me marcho para dejar paso a nadie, sino por mi proyecto personal y profesional. Esta es una oportunidad extraordinaria y por eso he aceptado. No responde a ninguna estrategia, aunque no hay acción sin reacción.

 

¿Su presencia en el Gobierno era incompatible con la llegada de su mujer como candidata?

Yo he estado antes en el Gobierno que Eva Almunia.

 

Pero no con Eva Almunia como candidata presidenciable.

Creo que no era impedimento para nada. Una cosa es la ética y otra es la estética. Legalmente no hay ningún impedimento para que yo pudiera estar, pero en el caso de que Eva llegara al Gobierno estéticamente, pues bueno... No me hubiera gustado dar que hablar o decir y que alguien pudiera pensar en un trato de favor, no por capacidad sino por relación personal.

 

Por su forma de hablar da por hecho que es la candidata del PSOE.

Eso no lo sé. Eso lo tienen que decidir los órganos del partido y creo que se ha dicho hasta la saciedad. El partido decidirá quién es el mejor candidato. Eso es lo que debe asumir y acatar todo el mundo.

 

¿La estética ha influido en su decisión?

Llevaba mucho años dentro del Gobierno y estoy absolutamente encantado con Marcelino Iglesias. He tenido otras posibilidades para haberme ido, pero quizás ninguna como esta me ha seducido tanto.

 

¿Tanto dinero va a ganar como para dejar la política tras 20 años?

No es una cuestión de dinero. Entiendo que para vivir hace falta un dinero razonable. Lo importante son los retos de un cargo (en Telefónica) que no está alejado del concepto de la política, aunque sí de lo público.

 

¿Ha cumplido sus expectativas en política?

Siempre he estado en la gestión dentro de un equipo político. En la política orgánica nunca he estado. Tengo unas aspiraciones muy flexibles y muy extensas. No he necesitado nunca un puesto para ser feliz. No he aspirado nunca a ser consejero, aunque me lo hubiera tenido que pensar si me lo hubieran ofrecido. Desde luego, ni personal ni políticamente lo he necesitado. Me he encontrado absolutamente cómodo con los consejeros que he tenido.

 

Se marcha en plena crisis, cuando más se necesitan ideas para salir adelante. Vaya momento ha elegido para dejar la DGA.

Los momentos no se eligen, y tienes que reflexionar y decidir. En alguna otra ocasión he rechazado ofertas.

 

Sus adversarios consideran que su poder real era inquietante, que era el gran urdidor del PSOE. Pero no le han encontrado nada.

Mire, una cosa es lo que se dice y otra la verdad. No entiendo el poder absoluto cuando nunca he pretendido un cargo de representación. Lo que sí he sido es muy ambicioso en el trabajo, con aciertos y errores. No hay que caer en la pretensión de pensar que todo lo que has hecho está bien.

 

Siempre ha estado a la sombra. ¿Es alérgico a los focos?

La sombra es un lugar donde se trabaja más cómodamente. Y cada uno debe estar donde se siente más cómodo y se sea más útil a un proyecto. Yo siempre me he considerado hombre de proyectos y siempre he dicho que Marcelino Iglesias es la persona con la que no me hubiera importado seguir en política. Con él se acaba mi participación en política.

 

¿Ha influido que se vaya Iglesias?

No es importante, pero es una influencia. Siempre he opinado que Marcelino es una persona con la que cualquier gestor está muy cómodo porque deja hacer, no interfiere.

Solo orienta, dirige y no agobia. Deja plena libertad y luego exige resultados. Una forma de trabajar muy similar a la de la empresa privada.

 

En estos años solo ha cosechado un sonoro fracaso, Plaza Servicios Aéreos.

Nadie me puede decir que no lo haya reconocido. Fue un fracaso la elección de los gestores y el momento para lanzar el proyecto. Pero las ondas que conllevaron este desarrollo han posicionado al aeropuerto como tercero del país (en carga). Y en contraposición a este fracaso, está la negociación con Inditex para que Emirates y Air France desarrollaran la capacidad de carga. Lo veo compensado.

 

¿Repetiría la aventura?

No, porque el aeropuerto, afortunadamente, tiene hoy la entidad en carga que había soñado en muchos momentos. He entendido que el mundo aéreo es para grandes corporaciones, muy complejo y particular. A mí me da mucho miedo.

 

Las plataformas logísticas, de las que fue uno de sus impulsores, no han logrado un éxito fulgurante, salvo la de Zaragoza. ¿Hay riesgo de acabar en un fiasco?

No. El desarrollo de las plataformas de Teruel, Huesca y Fraga tienen dos coyunturas: siempre se han visto desde la óptica del gran éxito de Pla-Za, que tiene la ubicación más privilegiada del valle del Ebro, y en segundo lugar, su final ha coincidido con el declive económico y el miedo de las empresas. Pero le puedo asegurar que en Huesca se manejan más de cinco proyectos y en Teruel, las dos últimas firmas son destacables. Creo que lo importante es tener las infraestructuras, cuando no las tienes es cuando no hay futuro.

 

¿Con qué sabor de boca se va de la política?

Con un sabor de boca excelente. Ahí sí que volvería, no descarto algún día volver.

 

¿No la echará de menos?

No lo sé. Lo veré con el tiempo, esas cosas no se pueden prever. La política, con gente como la que he estado en la DGA, es algo que no me importaría repetir. No lo consideraría nunca un fracaso, sino como un reposicionamiento correcto dentro de lo posible.