PEREGRINO 2.0

Caminando hacia Santiago, segundo asalto

Acaso has pecado mucho, hijo mío?". "No, no, de verdad, que no. Nada más que lo justo, vaya, lo normal..." Algunos peregrinos se sorprenden al saber que este es el segundo Camino de Santiago que HERALDO emprende este año.

El mausoleo romano de Lucios Emilius Lupus.
Caminando hacia Santiago, segundo asalto
C. P.

Acaso has pecado mucho, hijo mío?". "No, no, de verdad, que no. Nada más que lo justo, vaya, lo normal..." Algunos peregrinos se sorprenden al saber que este es el segundo Camino de Santiago que HERALDO emprende este año. Incluso, cuesta convencer a las mentes más abyectas de que el propósito no es comerciar con las indulgencias que nos sobran, sino todo lo contrario. La intención no es otra más que disfrutar y difundir el extraordinario patrimonio jacobeo y la belleza natural de Aragón, esta vez, a orillas del Ebro.

Desde que, según está documentado, en el siglo XII comenzaran a arribar a la costa mediterránea embarcaciones con fieles cristianos dispuestos a abrazar al Santo en Finisterre, todo el curso del río se constituyó en una ruta peregrina de primer nivel. Como antaño, el itinerario comienza en San Carlos de la Rápita y recorre diversas localidades catalanas antes de adentrarse en tierras de Aragón.

Dos materias especialmente sensibles trazan lazos y cicatrices entre los 'nietos de la reina Petronila' -como se dijo en su día-, que evidencian una historia en común más allá de los límites (y las imposturas) comarcales. Por un lado, las localidades del Delta como Amposta o Tortosa comparten la encendida defensa contra el trasvase del Ebro.

De algunos balcones aún prenden banderolas con la estampa de un río anudado, de las que se llevaron en su día a las manifestaciones en Bruselas. Por otro lado, el Camino está plagado de cruceros y memoriales de los cruentos enfrentamientos que aquí se dirimieron durante la Guerra Civil. En Gandesa, incluso, hay un museo y centro de interpretación de la batalla del Ebro, que aún eriza el vello al evocar ciertos recuerdos.

Pero volvamos a la ruta propiamente dicha, 'volando' como lo hizo ayer Alonso, y glosando las cuatro etapas que discurren por territorio catalán en apenas una sola. Estas prisas y velocidades son una buena fórmula de pagar nuestra deuda con el gimnasio después de pecar (esta vez sí) y deglutir sin conocimiento los deliciosos 'passtisets' que ofrecen los lamineros escaparates de Tortosa.

Los primeros paisajes que recorre el Camino Jacobeo del Ebro corresponden a arrozales y tierras inundables. Y no porque estos días -como la jornada de ayer- hayan sido frescos y lluviosos (con sus truenos, su nube volcánica y su poquito de Apocalipsis), sino por los requerimientos del cultivo que crece en tierras anegadas.

Entre Xerta y Gandesa

La ruta, en multitud de ocasiones, transcurre por túneles convertidos en vías verdes y se hace preciso llevar linterna porque en algunos de ellos 'se hace de noche'. La misma sensación se tiene al afrontar el momento más duro de la caminata: el recorrido entre Xerta y Gandesa tiene un 'alto' de 475 metros, que si bien no es Kachenjunga, sí obliga a un esfuerzo poco llevadero en estas etapas de 'desengranaje'.

Dejando atrás cruceros y señales de vieiras, se pasa por el azud de Xerta, de construcción islámica, o por la fuente termal de Foncalda, una delicia para los naturópatas. También tiene su aquel una escultura de Antoni Tapies dedicada a los caminantes y las playas fluviales que sorprenden con pequeñas embarcaciones y el Ebro bañando palmeras hasta casi casi sus copas. De pronto (permitan la sorpresa aunque ya lo hayan advertido todas las guías), se pierde el curso del río y el camino 'ataja' evita meandros y 'revueltas'.

Así (y no en cuatro líneas sino en cuatro días con sus cuatro noches) se llega a Fabara, la primera localidad de la provincia de Zaragoza, enclavada entre el Matarraña y el Algars. Su gran tesoro, además de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, es el mausoleo romano de Lucios Emilius Lupus, de finales del siglo II y declarado monumento nacional.

Su visita requiere un pequeño desvío y, eso sí, conviene saberlo de antemano para no desandar lo andado, las llaves del mausoleo, a la antigua usanza, se recogen en el Ayuntamiento o en el bar. Concretamente en el Farolet, donde Isabel Rivera, que lo regenta, cuenta que "hace unos días vinieron un par de autobuses de Zaragoza con voluntarios para repasar las señales y este año se esperan bastante peregrinos". Que así sea.

Más información, comentarios e imágenes con las 'contracrónicas' de cada una de las etapas en el blog: 'Peregrino2.0' en www.heraldo.es