CRÓNICA

Blanco sobre negro

El ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE insiste en que Iglesias repita como cartel electoral, pero el líder aragonés sigue firme en su negativa.

Marcelino Iglesias no cede, pero no será por falta de presiones. El secretario general del PSOE-Aragón está de nuevo haciendo frente a las presiones que le vienen desde parte de la dirección federal de su partido para que vuelva a presentarse. La última, la del vicesecretario general de los socialistas. José Blanco volvió a trasladar a Iglesias en su reunión en Zaragoza que sigue apostando por él para la presidencia de Aragón, pese a que el dirigente aragonés ya ha dejado claro que no quiere repetir. En un panorama con encuestas dando vuelcos en Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias y Baleares, a altos dirigentes del PSOE les cuesta entender que Iglesias, al que consideran un valor seguro en Aragón, deje el puesto y proponga a una quizá todavía no suficientemente conocida Eva Almunia para afrontar las elecciones autonómicas más complicadas en 16 años.

Como no están las cosas para esconder las cartas, parte de la Ejecutiva federal está reabriendo un debate que hace apenas dos meses habían dado ya por definitivamente cerrado. "¿Si hay un valor seguro en una de las pocas Comunidades en las que hasta ahora nos respetan las encuestas, para qué innovar?", señala un dirigente socialista en una frase que algunos de sus compañeros de partido parecen compartir.

Esta presión está llevando a enfrentamientos por ejemplo entre José Blanco y Marcelino Iglesias, cuyas relaciones no pasan por su mejor momento. Blanco es uno de los que consideran que Iglesias no puede irse en una situación como esta. Otros, que opinan como él y que aprecian a Iglesias, explican que es momento de que el dirigente aragonés mida muy bien sus actos ya que "el que se baje ahora del carro, puede ser considerado más tarde como un traidor".

Pero Iglesias considera -y así se lo ha trasladado a la cúpula de su partido- que ha medido bien su decisión y que el control casi total que actualmente tiene el PSOE sobre Aragón no está en cuestión por su marcha. Además, las propias encuestas avalan el cambio y las oportunidades y capacidades de Eva Almunia. "Es cierto que desde la Ejecutiva federal se planteó que Iglesias debía repetir, pero ese debate ya está zanjado, es caso cerrado", responde otro dirigente que comparte la estrategia marcada por el actual presidente.

Problemas que se acumulan

El asunto es que esta semana se han juntado otros muchos problemas. La decisión de la DGA de promover junto a empresarios aragoneses -días antes de la cumbre que presidía Blanco- una campaña a favor de la Travesía Central ha sentado manifiestamente mal. El acto que se celebró en Madrid, con Esperanza Aguirre como abanderada a favor de la TCP, se valoró desde determinados ámbitos como un acto frentista contra el corredor Mediterráneo. Esta interpretación puede tener su parte de verdad, pero tiene cierta gracia en cuanto que Cataluña y Valencia fueron los que señalaron que la TCP era incompatible con su corredor y lo que hizo Aragón fue responder.

En cualquier caso, desde el Gobierno central se interpreta que la actitud de la DGA no dejaba demasiado margen al ministro Blanco, ya que -una vez que fijó la cumbre en Zaragoza- consideran que tampoco se le podían exigir demasiados gestos más a favor del proyecto aragonés. Y la reacción de Iglesias y la posterior contestación de Blanco durante la mesa redonda del martes no facilitó las cosas. Al contrario.

El tercer asunto en discordia es que desde algunas fuentes socialistas empiezan a plantear que Iglesias está en disposición de jugar un papel orgánico muy relevante. Quizá demasiado. Esta circunstancia es categóricamente negada por el PSOE aragonés. Hay que entender aquí que Iglesias es actualmente el presidente autonómico socialista más veterano en el cargo, junto con el asturiano Vicente Álvarez Areces, y que siempre ha tenido una actitud abierta hacia todos aquellos secretarios regionales del PSOE en dificultades.

Aunque Iglesias no busque en su relación con otros barones sumar fuerzas contra nadie, desde la dirección del PSOE hay quien sí teme que pueda ser así. Por ejemplo, uno de sus aliados es precisamente el actual presidente de Asturias, que no está en la mejor sintonía con Blanco. También ha estrechado bastantes lazos con el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, tiene muy buena relación con el balear Francesc Antich, etc. Y está ejerciendo cierto apadrinamiento político con los secretarios regionales que están en la oposición, como el riojano Francisco Martínez Aldama, el valenciano Jorge Alarte o el madrileño Tomás Gómez, algunos de ellos con problemas con parte de la dirección federal. Mientras Iglesias ejerce de buen barón autonómico ante otros dirigentes regionales menos experimentados y con evidentes problemas con la jefatura, Blanco está atando también apoyos en la mayoría de las Comunidades.

Solo decide Iglesias

La preocupación que muestran Blanco y otros dirigentes por la situación de Aragón no pasa porque consideren que Eva Almunia no sería la mejor sustituta de Iglesias. Están de acuerdo en que sí puede serlo, pero consideran que ahora no es el momento de hacer el relevo. Sin embargo, la decisión de que Iglesias se presente o no es exclusiva del dirigente aragonés. Y, pese a que la economía cada día da un susto y eso puede tener efectos electorales, Iglesias sigue firme en su decisión de favorecer la renovación del PSOE y no encabezar las elecciones de 2011.