JUICIO POR EL CRIMEN DE FAGO

"Me alegré de la muerte de Grima como lo hice cuando murió Franco o Pinochet"

La viuda del Miguel Grima, Celia Estalrich, volvió a hacer ayer una exhibición de serenidad y autocontrol al escuchar, sin esbozar ni siquiera un mal gesto, cómo varios testigos de la defensa insultaban a su marido y se jactaban incluso de su muerte. "Me alegré de la muerte de Grima como lo hice cuando murió Franco o Pinochet", reconoció sin tapujos el primero de los vecinos llamados a declarar, comparando a la víctima con los dos dictadores.


"Me generó cierto confort saber que esa persona estaba muerta. No me puedo alegrar del modo en que murió, pero no me entristeció para nada la noticia", manifestó Miguel Ángel Puyó, escenificando su clara enemistad con el fallecido. El fiscal jefe de la Audiencia, Felipe Zazurca, comedido y correcto durante toda la vista, no pudo evitar contestarle: "Su sentido democrático de la vida me alucina".


Durante su declaración, este testigo recordó que uno de sus enfrentamientos con Miguel Grima tuvo como origen el prado situado junto a la vivienda del malogrado alcalde. "Cuando compró lo que hoy es su casa, un corral que pertenecía a la familia de mi madre, nosotros teníamos un campo anexo.

 

Cuando empezó las obras, como no podía sacar escombros, nos pidió tirar el muro. Se comprometió a levantarlo después, pero tuvimos un juicio porque no cumplió. Retiró los escombros, pero nunca reconstruyó la pared", indicó ayer.

 

Pero no fue esta la única persona que reconoció ayer su antagónica posición respecto a Grima. Manuel León, un cazador al que condenaron a pagar 100.000 pesetas por amenazar al alcalde, aseguró que si él hubiera pasado la noche del crimen por la carretera de Majones y hubiera visto el Mercedes de Grima ni siquiera hubiera parado. "Bidegáin se portó como un caballero y se detuvo, pero yo no lo habría hecho. ¿Lo quiere más claro", desafió este testigo, sacando la cara al médico donostiarra. El fiscal le reprochó su "chulería" y le preguntó si la mañana del 13 de enero de 2007, cuando hallaron el cadáver del alcalde, vio al galeno en la plaza de Fago. El cazador le contestó que sí. "¿Y cuando le comentó lo que le había pasado la noche anterior, no le pidió que acudiera a la Guardia Civil?", le inquirió Zazurca. "No hablamos nada de eso. Es un adulto, y supongo que sabía lo que tenía que hacer", respondió.

 

Durante la sexta jornada del juicio, declararon también como testigos dos ganaderos amigos de Santiago Mainar: Enrique Orduna y su hijo, Asier. A preguntas del letrado de la defensa, ambos explicaron que por la pista que conduce a las naves del acusado se puede circular "con un vehículo normal". "Hemos ido allí con todo tipo de vehículos. Pasamos por el camino sin ningún problema", indicó el padre. Cuando le preguntaron que si alguna vez había visto allí el Mercedes de Grima, este contestó que "en una ocasión". "No lo dije antes porque nadie me preguntó", indicó.


La hermana del guarda forestal, Marisa Mainar, fue una de las últimas en declarar ayer. "Siempre he pensado que mi hermano es inocente. Creo firmemente en ello", afirmó. Por eso, cuando supo que podía haberse autoinculpado ante la Guardia Civil, le pidió a su primer letrado, Javier Notívoli, que le dijera que "no siguiera por ahí". A su juicio, su hermano se atribuyó la autoría del crimen "para salvar al pueblo". "Decía -aseguró Marisa Mainar- que no sabía quién había sido, pero que si había sido una buena persona que no podía más, prefería pagar por él".