EXCURSIONES

Agua y naturaleza se unen

Hermosa excursión que nos adentra en el valle del río Linares, de antigua tradición masovera, y que culmina en la cascada del Arquero, junto al Molino Viejo, principal productor de harina en el pasado. En este paisaje abundan distintos tipos de vegetación.

La cascada del Arquero vista desde la ruta
Agua y naturaleza se unen
PRAMES

Las primeras marcas amarillas del PR-TE 25 nos dirigen hacia una empinada senda paralela a un muro de areniscas y calizas, pasando bajo una granja. La panorámica sobre el valle del río Linares es fantástica, apareciendo enseguida el primer mas abandonado. El lento y silencioso movimiento del suelo provoca el desmoronamiento del muro en varios puntos. Cruzamos una pista, siguiendo siempre las marcas. La vegetación está dominada por los matorrales heliófilos de aliagas y tomillos, aunque algunas carrascas solitarias nos proporcionan sombra en las horas de más calor.


Este ambiente abierto es el hogar ideal para miles de insectos, destacando en primavera las mariposas; muchos vertebrados se alimentan de ellos, como lagartos, lagartijas y numerosas especies de aves (roquero rojo, escribano hortelano y montesino, collalba gris, etc.). En los recovecos más húmedos encontramos pequeños rodales de robledal, fácilmente reconocibles por las numerosas agallas que adornan involuntariamente sus árboles.


Después de pasar una pequeña balsa ganadera, cruzamos una pista, manteniendo nuestro sentido de marcha. A lo lejos vemos, en el límite del bosque, dos mases, pero nosotros nos dirigimos a uno más cercano: el mas de la Carrera. Lo dejamos a la izquierda y seguimos hasta un profundo barranco, adornado con bellos chopos; su frondosidad contrasta con el seco entorno. Aguas abajo, siguiendo las marcas amarillas, cruzamos el barranco y pasamos un alambre (ojo, no esté electrificado); unos pinos nos marcan la dirección. Poco más adelante nos topamos con una extraña carrasca de tronco horizontal, aferrada tenazmente al sustrato.


Pasamos unos huertos abancalados, una senda que sube hacia el mas de la Penilla y bajamos zigzagueando entre matorral mediterráneo de aladiernos, coscojas, romeros y sabinas negras. Al volver a pasar un alambre abandonamos los dominios del mas. Continuando por el PR pasamos la senda que, a la derecha, lleva al mas de la Solana, y salimos a una pista en la que nos encontramos unas tablillas; siguiendo sus indicaciones la cruzamos; la senda se cierra y el ambiente se refresca agradablemente.


Llaneamos un tramo entre pinos negrales y volvemos a cruzar la pista. Al fondo vemos ya la cascada del Arquero. Proseguimos por el pinar hasta desembocar nuevamente en la pista, que cogemos a la izquierda; tras unos pocos metros cruzamos una valla e, inmediatamente, sale la senda a la derecha. Por sexta vez cruzamos la pista, junto al mas de Gil. Nuevas tablillas nos señalan el destino. Los paredones calizos y la cascada van cogiendo fuerza. Enseguida vemos ya el río Linares. La mayor bonanza climática y edáfica permite el desarrollo de árboles caducifolios, como el azarollo y los olmos. Por última vez la senda desemboca en la pista, junto al Molino Viejo.


Estamos casi al nivel del río, al que bajamos en un entorno de gran belleza, dominado por los sauces y otras plantas ribereñas. Aguas arriba del Molino Viejo un puente nos permite cruzar el río Linares, continuando la senda hacia la cascada del Arquero, a la que llegamos en cinco minutos. Avellanos, cornejos y arces disfrutan, como nosotros, de este privilegiado lugar. Si el día es caluroso, éste es el momento de ponerse a remojo. Con pena, abandonamos la cascada y el río y deshacemos nuestros pasos, iniciando el regreso por el mismo camino. Ahora nos toca subir todo lo bajado, pero con calma y con el recuerdo fresco de la cascada, no tardaremos en llegar al coche.