jefa de Información municipal de Zaragoza en HERALDO DE ARAGÓN

Del mitin al debate en el metaverso

'Metaverso'
'Metaverso'
ISM

Hace cuarenta años, cuando la autonomía daba sus primeros pasos, invitaba Antonio Embid, el primer presidente de las Cortes, a "mirar a un Aragón próspero, sin desigualdades en el territorio, sin miserias culturales ni económicas, sin hombres sometidos contra su razón a otros". Soplaban tiempos de cambio, con políticos abnegados que luchaban por afianzar la autonomía y la democracia. Con maratonianas jornadas de trabajo y limitadísimos recursos humanos y materiales. Pero sin desviarse ni un ápice de su objetivo: construir un Aragón mejor.

Nada tiene que ver el Aragón de aquel 1983 con el de ahora. La DGA ha pasado de dar trabajo a 50 empleados y gestionar 17,6 millones de euros a tener 56.000 funcionarios y más de 8.250 millones de presupuesto. En cumplimiento del Estatuto se han transferido las competencias en sanidad, educación, servicios sociales, Justicia... Y a la Comunidad le corresponde sostener los pilares del Estado del bienestar.

"Algo falla cuando renta más en votos azuzar la crispación que divulgar las propuestas políticas"

Por eso es mucho lo que está en juego el 28-M. Los electores deberán elegir entre dos modelos antagónicos, con propuestas divergentes en la prestación de servicios, la gestión económica y las políticas sociales. Las de Aragón, no las de España. Aunque se empeñen los líderes nacionales en utilizar las elecciones autonómicas como la primera ronda de las generales y enreden los debates alejando el foco de lo que en realidad debería importar al que vota: qué modelo ofrece cada candidato y cómo pagará y ejecutará sus promesas. Con plazos. Con partidas económicas concretas.

Algo falla cuando renta más en votos azuzar la crispación que divulgar las propuestas políticas. Con un todo vale que se asienta en la convicción de que las palabras se las lleva el cierzo. Aunque no sea así. Al final, todo queda; y unas veces suma y otras resta.

No es posible confrontar modelos políticos porque ya no se debate, solo se discute. Casi siempre en la distancia; con dimes y diretes fríos lanzados como si fueran dardos a través de los medios tradicionales. La inmediatez se impone y los mítines están pasados de moda. Solo asisten los fieles, que vuelven a casa tan convencidos como llegaron. Los echaremos de menos. Cuando la bronca política se traslade al metaverso, con avatares de políticos que reproducen discursos de Chat GPT, habremos tocado techo.

Nos acordaremos del Aragón próspero al que instaba a mirar Embid en 1983. El que podemos elegir solo una vez cada cuatro años. El 28-M se vota.

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