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Tras 9 meses vacías, las segundas residencias se preparan para el verano: "Siempre hay temor a que te ocupen la casa"

Localidades como Salou y Peñíscola comienzan a llenarse ya de aragoneses que se afanan en preparar sus segundas residencias para la temporada estival.

La playa de La Pineda, una de las preferidas de los aragoneses
La playa de La Pineda, una de las preferidas de los aragoneses
Mercé Veciana

María M. vive en un pueblo cerca de Zaragoza y tienen una segunda residencia en Salou desde hace 25 años. “Estoy jubilada y voy cuando me apetece pero es verdad que en invierno apenas lo pisamos. Acabamos la temporada en septiembre u octubre y no volvemos hasta primavera. De hecho, el pasado fin de semana ha sido el primero que hemos ido de la temporada”, dice esta zaragozana.

Ella es una de los 116.000 aragoneses que cuentan con una segunda residencia, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). De ellos, alrededor de 88.400 son zaragozanos, algo más de 15.600 son oscenses y casi 13.000 de Teruel. La mayoría de ellos la tienen en la misma comunidad y en comunidades vecinas, en concreto en municipios de la costa dorada como Salou, Cambrils o Peñíscola. En la primera de estas localidades más de 7.000 aragoneses tienen una segunda residencia. Y en Peñíscola son casi 5.000.

“Estuvimos hace 3 meses en Salou por una incidencia en el apartamento. Nos avisaron de que se le había roto el calentador a la vecina de arriba y nos había pasado el agua a nosotros”, recuerda María. “Fuimos al día siguiente para hacernos cargo de la situación pero este ha sido realmente el primer fin de semana de la temporada y hemos tenido que limpiar, sobre todo la terraza, que se llena de hojas”, explica esta propietaria.

"Siempre hay temor a que te ocupen la casa pero, de eso, no estamos libres en ningún sitio"

“También chequeamos que funcionan todos los aparatos y electrodomésticos”, añade, y sobre el temor a que les ocupen la vivienda durante los meses en los que está vacía, señala que “de eso no estamos libres en ningún sitio”. Por suerte “nuestro apartamento está en un lugar céntrico, muy cerca de la playa, pero los que están más alejados tienen más peligro”, afirma esta zaragozana. Además, “contamos con conserje y eso da seguridad. La comunidad tiene también un grupo de Whatsapp en el que los vecinos ponen cualquier incidencia que pueda ocurrir y estamos siempre en contacto”, asegura.

Problemas con el ocio nocturno

Sin embargo, el ocio nocturno es lo que peor lleva esta aragonesa en su segunda residencia. “Enfrente de casa tenemos una discoteca y siempre hay peleas, ruido, suciedad y alcohol. Es lo peor que nos podía pasar en nuestro lugar de vacaciones”, lamenta María. “Nos hemos planteado incluso venderlo e irnos a otro lugar más tranquilo, como Peñíscola, donde mi hijo se ha comprado una vivienda y eso es otro mundo. Si lo pudiera cambiar de pensamiento, lo haría ya”, asegura esta mujer.

“Hasta ahora no ha habido mucho movimiento de turismo nacional y lo que tenemos es mucho turista inglés y francés”, dice José Antonio Ibáñez, presidente de la asociación aragonesa en Salou. Sin embargo, “desde primeros de mayo sí que he observado que van llegando los aragoneses que tienen una segunda residencia pero solo se acercan a pasar el fin de semana. Vienen a preparar la casa para el verano”, confirma Ibáñez. 

“Hasta junio no se notará más movimiento y el boom es cuando acaba el colegio. Este pasado fin de semana había mucha gente y se notó que ya habían venido algunos de los propietarios de esas segundas residencias porque no se podía ni andar por el paseo y estaban todas las terrazas ocupadas”, señala este zaragozano que llegó a Salou por trabajo hace 38 años y lleva en esa localidad costera desde entonces. “Yo ahora hago lo contrario que los aragoneses y el fin de semana me voy a Zaragoza para ver a mi hijo y mi nieta”, bromea el presidente de los aragoneses de Salou.

"Yo ahora hago lo contrario que los aragoneses y el fin de semana me voy a Zaragoza a ver a mi nieta"

Aragoneses en Peñíscola y Cambrils

Peñíscola es la segunda localidad costera, después de Salou, que aglutina mayor número de segundas residencias de aragoneses. Allí es, precisamente, donde tiene un apartamento la familia de Marta Gimeno. “Mis suegros tienen un apartamento enfrente de la playa de toda la vida y vamos en verano toda la familia. Ellos suelen ir algún fin de semana fuera de temporada por dar vuelta y ver que todo está en orden”, explica Gimeno. 

“Como, además, se conocen con los vecinos, están todos en contacto por si pasa cualquier cosa", afirma. Ahora, en mayo, “suelen ir para hacer una limpieza más profunda, en junio se instalan para todo el verano y cierran la temporada en octubre”, enumera esta zaragozana. De hecho, es en junio cuando “la comunidad suele hacer una reunión general de vecinos para hablar sobre temas más veraniegos como la piscina, las pistas de tenis, si se va a organizar algún torneo o los horarios de las zonas comunes”, señala. Además, se habla de los desperfectos que se han ocasionado a lo largo del invierno y que se deben de arreglar”, asevera Gimeno.

En cuanto a los gastos que conlleva poner al día la segunda residencia, depende de diferentes factores. Si la limpieza la haces tú mismo será más económico que si se contrata a una empresa. También subirá el precio si tienes que llamar a algún técnico para reparar el aire acondicionado,  arreglar algún desperfecto o hacer alguna mejora en la vivienda.  "Nosotros queremos poner algunas macetas y mosquiteras en las ventanas, por lo que nos gastaremos unos 500 euros este año", calcula Gimeno.

Cambrils, junto a Salou, es otra de las localidades donde los aragoneses establecen su segunda residencia. Elisa Sánchez, una riojana afincada en Zaragoza, tiene allí un apartamento desde el año 2000, pero “desde niña he veraneado en la localidad con mi familia”, dice Sánchez. “Cerramos la temporada en septiembre y hasta primeros de mayo no volvemos", constata.

"Acabo de estar durante el puente de mayo, después de todo el invierno y me encontré con la casa helada y con la terraza llena de arena”, afirma. Entre las primeras cosas que suele hacer para preparar la vivienda es “poner una lavadora vacía para no lavar con agua estancada, probamos a ver si funciona el aire acondicionado y hacemos una limpieza general”, apunta. No solo eso. “Saludamos a los señores del chiringuito de debajo de casa y entramos a las tiendas cercanas para decir que ya hemos llegado. Son parada obligada porque a algunos los conocemos de toda la vida”, matiza esta propietaria.

"Tener una vecina que vive todo el año al lado me da tranquilidad porque se ve luz desde fuera"

El suyo, es un apartamento en una zona residencial que no está en el centro del pueblo y aunque hay gente que va los fines de semana, “normalmente en invierno no hay nadie. Tengo la suerte de que la única persona de mi urbanización que vive todo el año allí es mi vecina de al lado. Eso me da tranquilidad porque se ve luz desde fuera y es más difícil que se te meta alguien”, dice, confiada.

La casa del pueblo, también a punto

Aunque la mayoría de los aragoneses no tienen su segunda residencia en la costa, sino en el pueblo. Al estar más cerca de las capitales, se suele ir más a menudo y no requiere tanto trabajo, pero en algunos casos también toca ponerla a punto.

José Salinas, tiene una casa familiar en un pueblo del Bajo Aragón. “Solemos ir casi todos los fines de semana del invierno y nos quedamos todo el verano pero este año no hemos podido ir por cuestiones de salud y el fin de semana pasado me acerqué con mi hijo para preparar la casa de cara al buen tiempo”, explica. 

“Hicimos una limpieza general del interior y del terreno que tenemos porque se llena de hojas, ramas y tierra. También tuvimos que podar algunas de las plantas porque, en concreto, las enredaderas habían sobrepasado el tejado y ocupaban parte del tejado del vecino, además de introducirse por los canalones del agua, que también limpiamos”, puntualiza Salinas. 

Y unos días antes, “nos comunicaron que había una plaga de termitas por el pueblo y que afectaba a algunas puertas de las viviendas y hemos tenido que encargar una puerta nueva que nos va a costar unos 1000 euros”, continua este hombre. "Este año no vamos a hacer nada más pero el año pasado cambiamos el toldo y nos gastamos 700 euros", continua este vecino del Bajo Aragón. "Cada año hacemos pequeñas mejoras y te puedes gastar en ellas todo lo que quieras", concluye.

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