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González Uriol: "El mejor órgano es la voz humana"

Catedrático de órgano y clavecín del Conservatorio Superior de Música de Aragón.

González Uriol y su mirada reflexiva.
González Uriol y su mirada reflexiva.
Marcos Cebrián

Antes de nada, convendría diferenciar entre música antigua y moderna.

Las estructuras de las obras son diferentes, también la forma en que se interpreta. La música antigua corresponde a un periodo que va desde finales del siglo XV a principios del XIX: música renacentista, barroca… España fue una gran potencia, con autores como Antonio de Cabezón, organista de Felipe II, y toda la escuela de organistas del Siglo de Oro.

¿El Siglo de Oro también lo fue para la música?

Por supuesto. Ha habido músicos extraordinarios: Girolamo Frescobaldi, en el Renacimiento; Juan Sebastián Bach, ya en el Barroco, el verdadero padre de la música; Haendel, también barroco; Domenico Scarlatti, italiano de nacimiento y español de adopción.

¿Dónde nació su pasión por la música antigua?

Me gusta la autenticidad. La música antigua no es antigua, es eterna. No es un trabalenguas. Llegué a la música desde el nacimiento. Desde los cuatro años estoy unido a la música. Era niño cantor del colegio del Salvador, de los jesuitas de Zaragoza. Hace mucho tiempo de eso. También estaba por allí Xabier Arzalluz…

¿Qué me dice…?

Así fue. Yo cantaba música religiosa desde muy niño. Después comencé mis estudios musicales de piano en Zaragoza. Después, órgano. Me examiné en Madrid. Obtuve el premio extraordinario fin de carrera. Amplié estudios con el profesor Kastner, en Lisboa.

Se formó en toda Europa…

Efectivamente. Con Gustav Leonhardt, en Ámsterdam; con Tagliavini, en Harlem; con Montserrat Torrent, en Barcelona. Todos me hicieron ser mejor.

Nada mejor que hacer ser mejor.

Desde luego. Me hice especialista en órgano, clavecín y clavicordio. La diferencia entre ellos es cómo se produce el sonido. El órgano y sus tubos de viento, el clavecín y el pinzamiento de las cuerdas, y el clavicordio por percusión con un pequeño macillo metálico.

¿Cuál le complace más?

Me gustan todos. El clavicordio es íntimo, el instrumento de cuerda más íntimo. El órgano es pomposidad. Llena grandes espacios.

Sus dedos han acariciado los más célebres órganos de esta tierra.

Sigo siendo organista titular del José de Sesma del Patio de la Infanta, del de la Seo y del de la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal. Los tres significan mucho en el mundo diverso del órgano: Renacimiento en el Patio de la Infanta, el Barroco alemán en San Cayetano, el de la Seo es de caja gótica.

¿Cuál es el mejor de los tres?

El mejor órgano, sin ninguna duda, es la voz humana.

¡Qué viaje tan bonito ha trazado a través de la música antigua y del tiempo!

Bien podemos aglutinarlo todo en el Festival de Música Antigua de Daroca, del que soy director. Cumple 45 años. Por allí, por Daroca, han pasado los más prestigiosos intérpretes de la especialidad.

Además de Daroca, usted ha interpretado en salas de los cinco continentes.

Nuestras salas son las iglesias, aunque en Japón fuera en el auditorio Gifu. Y en la catedral de la Almudena de Madrid, la Sagrada Familia de Barcelona, Lisboa, París, Londres, Viena, Milán, en la catedral de San Patricio de Nueva York, en Melbourne...

Casi no me atrevo con la última pregunta que le voy a hacer...

Dígame.

No me atrevo, reitero.

Dígame, por favor.

¿Para qué sirve toda esta música?

Intentaré responderle. En este tiempo con tanto ruido, recomiendo, por ejemplo, la quietud de la música renacentista española, fantástico ejercicio de meditación. Lo esencial del ser humano queda reflejado en esta música. Convendría que escuchara la ‘Misa en si menor’ de Bach, los oratorios de Haendel… Escúchelos y después me dice.

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