El Papa nombra venerable a un escolapio del barrio de San Pablo de Zaragoza

La causa de canonización del padre Pedro Díez, Medalla al Mérito en el Trabajo, comenzó en 1997 y este paso le acerca a los altares.

El padre Pedro, escolapio de Zaragoza, con la caña que iba a los campos de la Almozara.
El padre Pedro, escolapio de Zaragoza, con la caña que iba a los campos de la Almozara.
EE.PP.

El papa Francisco ha declarado venerable a Pedro Díez Gil este sábado, más conocido por varias generaciones de niños del barrio de San Pablo de Zaragoza como el padre Pedro. Francisco I ha recibido en audiencia al prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, al cardenal Marcello Semeraro, que ha promulgado "la heroicidad de virtudes" de este sacerdote, maestro del colegio de las Escuelas Pías.

"Estamos muy contentos", reconoce Ángel Ayala, postulado general de la orden que hace unos meses estuvo en la capital aragonesa para trabajar en el asunto. En Aragón también se ha recibido este nombramiento con especial alegría. "Es una noticia bastante esperada, pero siempre con sorpresa. Es un paso importante antes de la canonización del padre Pedro", coincide Jesús Elizari, provincial de Escuelas Pías Emaús, a la que pertenece Zaragoza.

Ese proceso comenzó en 1997, fecha en la que fue desenterrado y su cuerpo apareció incorrupto. Que sea declarado "venerable" implica que los devotos ya se pueden encomendar a él. "En Roma han valorado su vida, los testimonios… y ha merecido ser venerable, por lo que ya se le puede rezar", explica Elizari.

"Del padre Pedro podría contar obras y milagros, fui su monaguillo"

En su colegio, en la calle de Conde Aranda, todavía resuena su figura. "Del padre Pedro podría contar obras y milagros, fui su monaguillo", dice un señor que viste sus recuerdos de pantalón corto y calcetín alto para hablar de su profesor de parvulitos. Su testimonio es compartido con miles de niños zaragozanos que aprendieron a leer de la mano de este escolapio.

De su mano también regresaban a casa. Las filas del padre Pedro eran famosas en el barrio de San Pablo. Cuando las clases terminaban, las decenas de niños formaban y se diseminaban por las calles del Gancho. "Sabía de memoria dónde vivíamos cada uno y nos dejaba en la puerta", recuerda otro de sus exalumnos. Más allá de ese acompañamiento a casa, existía una labor que, aunque silenciosa, era celestial en los hogares más humildes.

Con esas acciones se labró la fama de santidad. "Realizó una labor pastoral y social con la gente del barrio, llevando la comunión, atendiendo a enfermos, ayudando de todas las maneras posibles a las familias más necesitadas, colaborando con la parroquia, haciendo lo que otros no querían hacer…", reproduce el postulado general, al frente de la causa.

El padre Pedro, con la medalla al Trabajo.
El padre Pedro, con la medalla al Trabajo.
EEPP

Un proceso de canonización puede empezar un lustro después del fallecimiento de persona. "Comienza con un proceso judicial, pero no para acusar a nadie de algo negativo, sino justamente para probar su santidad", explica Ayala. "Se convoca un tribunal diocesano que lleva a cabo un interrogatorio a personas que le conocieron", añade el padre Ángel. Toda la documentación que lo avala como Siervo de Dios se destina a Roma, donde es entregada en el Dicasterio de las Causas de los Santos.

Tras pasar por varias comisiones, veinticinco obispos y cardenales vuelven a estudiar la posición y elaboran su informe. "Si todo es favorable, el prefecto del Dicasterio tiene un encuentro con el Papa e informa de que el proceso ha sido positivo", continúa Ayala, que reside en la capital italiana. Este es el punto que se ha conseguido este sábado.

La causa continúa, pero se tiene que constatar un milagro por intercesión del padre Pedro. "Si esto sucede, se hace un segundo proceso, primero en la diócesis del presunto milagro y después en Roma, donde se vuelve a estudiar todo", expone Ayala. Debe ser analizado por un comité de diez médicos y después por teólogos. En caso de que se apruebe y el Papa dé luz verde, se haría la beatificación.

Recorte de HERALDO sobre la muerte del padre Pedro.
Recorte de HERALDO sobre la muerte del padre Pedro.
Archivo Heraldo de Aragón

¿Qué quedaría para la canonización? "Un segundo milagro por intercesión del padre Pedro, que se acometería con un proceso como primero en la diócesis y después en Roma", prosigue el padre Ángel.

Para darlo a conocer se han distribuido 5.000 estampas con una fotografía y una reliquia. En esas imágenes, que se están repartiendo por todo el mundo, el padre Pedro luce unas gafas de pasta negras y viste de sotana. Los que lo conocieron lo dibujan así en su memoria, y con caramelos en la mano, el sonido de las llaves por los patios y pasillos del colegio y un reloj de bolsillo.

En las escuelas de los zaragozanos barrios de Las Delicias y de San Pablo, los niños le admiraban, como se refleja en las fotografías en blanco y negro que han perdurado en álbumes familiares, ya fueran en los recreos o en los campos de la Almozara, donde cuentan que daba sus toques al balón y acudía con una larga caña.

"Sus ojos eran cándidos, transparentes, frescos…"

Lo definen menudo, de verbo rápido y mirada clara. "Sus ojos eran cándidos, transparentes, frescos…", decía una feligresa y se reproduce en 'Sacerdote y maestro', del escritor Dionisio Cueva. Desde la Guerra Civil padeció una úlcera de estómago que le acompañó hasta el final de sus días. "Qué cosas más buenas ha hecho el Señor", afirmaba sobre la Coca Cola con un vaso en la mano, refresco en el que encontró un aliado para las digestiones.

El chaflán de Conde Aranda con César Augusto fue testigo de sus éxitos pedagógicos con los párvulos de 5 años. "Con gran intuición, buscó métodos nuevos para enseñarles a leer, escribir y rezar con provecho y facilidad", apunta la Real Academia de la Historia, que se basó en los recursos ideológicofonomímicos. En este servicio del Ministerio de Ciencia e Innovación se explica que este material se englobó en 'Chiquitín' con un "sistema de fichas, que preparó a mano y consiguió después editarlas". Se convirtieron de forma artesanal en más de diez mil diapositivas. Esta labor se completó con libros de lectura infantil como 'Sonrisas', ilustrado por el dibujante Ángel Lalinde, asiduo en las páginas de HERALDO.

Los padres de los alumnos agradecieron todo este esfuerzo y solicitaron la Medalla al Mérito en el Trabajo, que recibió en 1973 en la categoría de Plata. "Soy un pequeño tornillo de una máquina maravillosa de la educación escolapia y zaragozana. A la hora de bendecir socialmente esa máquina, la gota de honor ha caído casualmente sobre mí, y eso es todo", pronunció humildemente en su discurso.

Un burgalés con corazón de San Pablo

El padre Pedro nació en Pampliega, una localidad a 32 kilómetros de Burgos. En una biografía publicada a principios de siglo por Dionisio Cueva se menciona la insistencia de los escolapios para que viajara a estudiar a Zaragoza. Finalmente, convencieron a su familia y con 12 años llegó a Villa Calasancia, en la torre del Cascajo.

Cuarenta años más tarde de su muerte, continúa el recuerdo del padre Pedro. "Que levante la mano aquellos que fueron alumnos del padre Pedro", sugirió Ángel Ayala en su vista a Zaragoza. Decenas de brazos se elevaron, lo que demostró que este maestro sigue vivo en la Asociación de Exalumnos y en la recientemente fundada Asociación del Padre Pedro Díez. Para celebrar su venerabilidad, se celebrará una misa en la iglesia de Santo Tomás de Aquino el 4 de junio a las 12.30.

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