investigacion
El cráneo del Papa Luna podría identificarse con el ADN de un sobrino que fue arzobispo de Toledo
El catedrático Germán Navarro y el forense Salvador Baena coinciden en que se podría hacer la prueba a los restos de su familiar, que está enterrado en la catedral de la ciudad castellanomanchega.
La historia del controvertido Benedicto XIII, conocido como el Papa Luna, del que se cumplen 600 años de su muerte en Peñíscola el próximo 23 de mayo, es apasionante y por ello ha suscitado decenas de investigaciones, libros, estudios y hasta una exposición en el Alma Mater Museum de Zaragoza, inaugurada el pasado 31 de marzo y que durará hasta el 2 de julio.
Las conferencias se multiplican para recordarlo este año entre Peñíscola (Castellón), Zaragoza e Illueca, localidad aragonesa donde nació Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor en 1328. De estas ponencias ha salido la posibilidad de realizar una prueba de identidad definitiva o genética del cráneo del Papa Luna, que no se pudo realizar cuando fue robado en el Palacio de los Condes de Argillo el 7 de abril de 2000 en Sabiñán.
Dos de los conferenciantes aragoneses, el catedrático de Historia Medieval Germán Navarro, uno de los comisarios de la exposición Alma Mater, y Salvador Baena, jefe del servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), han impartido charlas en estas jornadas y han coincidido en la necesidad de realizar este análisis biológico en un año tan señalado como el 600 aniversario.
Germán Navarro ha facilitado la imagen del sobrino de Benedicto XIII, Pedro de Luna y Albornoz (1375-1415), quien fue arzobispo de Toledo y sus restos están sepultados en la capilla de Santiago, en la catedral de Toledo. Recordó que el familiar del Papa Luna fue nombrado por él y falleció con 40 años, menos de la mitad de los que cumplió su tío en Peñíscola, al morir con 95.
El forense Salvador Baena señaló en su conferencia que impartió en Peñíscola que debían seguir insistiendo en la necesidad de retomar el estudio del ADN del cráneo de Benedicto XIII. “Actualmente, hace más de 20 años que no se consiguió aislar ADN nuclear. Se intentó, pero no se logró. Debemos nuevamente retomar el aislamiento y estudio del ADN tanto nuclear como mitocondrial y aplicar técnicas adecuadas”, manifestó en la charla.
Después de haber buscado familiares del Papa Luna durante años para la investigación judicial, Baena opina que es una gran oportunidad haber descubierto un familiar tan próximo como un sobrino y es “ideal” para afrontar ese proyecto de investigación bastante asequible, una vez que se soliciten los permisos al Gobierno de Aragón, al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC), y a la Iglesia o al cabildo de Toledo.
El perfil genético
De hecho, en su conferencia ya anunció que “si obtuviéramos un perfil genético de los restos, tendríamos aproximaciones fenóticas” y el “ADN contiene información genética que determina los rasgos de un individuo, es decir su apariencia física y características”. Agrega que con esta investigación se podría llegar a conocer el color de los ojos (desde el azul claro al marrón oscuro), del cabello (rubio, castaño, rojo o negro), la altura y el grupo sanguíneo.
“Como científico me genera una inquietud investigadora. Debemos seguir con la búsqueda de posibles familiares de Don Pedro Martínez de Luna y Gotor, tanto ascendentes como descendientes, que pudieran encontrarse. Esta investigación requeriría de permisos y una pequeña financiación, pero seguro que se obtendrán con resultados satisfactorios”, detalló a los asistentes a su charla de hace dos semanas en la ciudad donde falleció el Papa Luna. Parecía que estuviera anunciando la posibilidad que se ha abierto ahora con los restos del sobrino arzobispo.
Embalsamado como marca el funeral pontificio
A pesar de que el aragonés fue excomulgado por la Iglesia, como consecuencia de la persecución que sufrió por orden del papa Martín V, el catedrático de Historia Medieval recordó que se pudo aplicar a Benedicto XIII el mismo ceremonial fúnebre pontificio escrito por Pietro Ameil (1362-1401), que era confesor de Gregorio XI, el papa que hizo cardenal a Pedro de Luna.
De hecho, en este proceso para el mantenimiento del cadáver y su exposición pública se recurría a un embalsamiento o momificación de tipo externo sin incisiones ni apertura del cuerpo para impedir que se viera su putrefacción. “Muerto el papa su cuerpo era lavado y vestido con traje pontifical de color rojo con solideo y mitra de color blanco”, detalló.
En este sentido, el forense recordó que en sus trabajos con el cráneo del Papa Luna hallaron restos de que fue embalsamado y comprobaron que esta posibilidad era parte de la protección que recibió en el castillo de Peñíscola, como la cantidad de seguidores que lo acompañaron en su traslado hasta Illueca, ocho años después, tras la petición de un familiar.
“Coincido en que el Papa Luna es una mezcla del saber, diplomacia y poder en la Europa medieval”, señala el forense, siguiendo al título de la exposición con 36 obras (entre ellas el cráneo momificado de Benedicto XIII) en el Alma Mater Museum. “Él siguió en sus trece y algunos miembros de la Iglesia, como Ovidio Cuella (estudió los trabajos del papa Luna en el Vaticano), defendió que debería haber sido reconocido como un santo” agregó.
Salvador Baena cree que el destino de Benedicto XIII tiene una respuesta con una conocida frase del científico Alfred Einstein, premio nobel de Física: “La distinción entre el pasado, el presente y el futuro es solo una ilusión obstinadamente persistente”.
