La merma en la cosecha de alfalfa por la falta de agua amenaza las deshidratadoras

El sector, que prevé un descenso del 50% de la producción, pide medidas para afrontar la situación y mantener el empleo.

Instalaciones de una industria deshidratadora en la que se producen pacas de alfalfa que viajan a mercados de todos los países.
Instalaciones de una industria deshidratadora en la que se producen pacas de alfalfa que viajan a mercados de todos los países.
AEFA

Los efectos de la sequía no solo están haciendo mella en las cosechas. Impactan también en la industria que transforma los cultivos. Así lo advierte la Asociación Española de Fabricantes de alfalfa deshidratada (AEFA) que se enfrenta a una campaña "muy complicada", como señaló Luis Machín, director de esta organización empresarial con sede en Aragón, dada la importancia de este cultivo en la Comunidad, cuya producción supone la mitad del total nacional.

La falta de precipitaciones, la escasa disponibilidad de agua para riego, pero también las elevadas temperaturas, están poniendo en jaque el cultivo de alfalfa, que acaba de realizar su primer corte. "La producción ya ha sido bajísima", explicó Machín, que auguró que "lo peor está por venir". De hecho, en el mejor de los casos apenas se van a poder realizar tres cortes e incluso hay zonas, como las del Segre, en la que "no se va poder producir este forraje", señaló.

De hecho, las estimaciones de AEFA apuntan a un descenso de hasta el 50% de la cosecha del pasado año, en el que la producción de alfalfa deshidratada se redujo un 13% respecto al año anterior hasta los poco más de 1,2 millones de toneladas, debido al retroceso de la superficie cultivada, a la escasez de agua y a las abrasadoras temperaturas de verano.

Con tan escasa producción, la industria encara esta nueva campaña "con gran pesimismo", destacó Machín, que advirtió que es más que probable que alguna industria tenga que cesar la actividad. Con una producción estimada de apenas 600.000 toneladas, "si no es menos", matiza el director de AEFA, está en juego la viabilidad de las industrias deshidratadoras, así como parte de los 4.000 empleos que el sector genera en el medio rural español. De ellos, unos 2.000 personas trabajan en las industrias forrajeras que hay instaladas en la Comunidad aragonesa. "Con una producción tan reducida, las industrias van a tener que reducir el número de trabajadores", reitera Machín, que explica que con un volumen de negocio tan escaso las empresas no van a poder hacer frente a unos elevados costes fijos, que se han incrementado especialmente por el aumento de los precios energéticos.

Ayudas

Ante esta situación, la organización que representa a estas industrias hace un llamamiento a las administraciones para que, además de las ayudas que se estén estudiando y arbitrando para el sector agrario, se pongan en marcha medidas que ayuden al sector a encarar los problemas que la sequía va a provocar también en la industria agroalimentaria.

Entre estas actuaciones, Machín destaca la posibilidad de trabajar en fórmulas que permitan a las empresas dar respuesta tanto a los problemas de empleo como de actividad a las que se enfrenta el sector. Plantea, además, la posibilidad de acceder a financiación en condiciones similares a la planteada al sector agrario -créditos a coste cero- para que la industria más afectada pueda hacer frente a unos costes fijos que no podrá cubrir.

En la pasada campaña, que finalizó el pasado 31 de marzo, la producción de forrajes deshidratados fue de 1.263.041 toneladas, lo significa un descenso del 13% respecto a la campaña anterior, marcada también por una escasa disponibilidad de agua y mucho calor. En ventas fue, sin embargo, un año positivo, que comenzó con una gran demanda,  "que hizo que conforme se iba produciendo se iba vendiendo el producto, tanto en el mercado nacional como internacional", explica Machín.

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