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Dos maestras aragonesas en una escuela rural de Galicia: "Bromeamos sobre hacer un diccionario maño-gallego"

La estudiante de Magisterio alcañizana María Pérez realiza sus prácticas en una escuela rural gallega donde trabaja desde hace 13 años la maestra zaragozana Isabel Mir.

Las maestras aragonesas María Pérez e Isabel Mir, en la escuela rural agrupada de Vilaboa, en Galicia.
Las maestras aragonesas María Pérez e Isabel Mir, en la escuela rural agrupada de Vilaboa, en Galicia.
C.P.

Aragón y Galicia son comunidades muy alejadas entre sí pero tienen varias cosas en común. Una de ellas es que ambas poseen un vasto territorio rural lleno de pueblos y aldeas con una baja densidad demográfica. Otra, que en muchos de estos municipios las aulas de los colegios son unitarias donde los niños de diferentes edades comparten clase. Y una tercera, que en una de estas aulas rurales unitarias gallegas es donde han coincidido, a más de 850 kilómetros de casa, dos maestras aragonesas.

Una de ellas es una joven estudiante de Magisterio natural de Alcañiz, María Pérez. A sus 22 años, cursa el último curso del grado en la Universidad de Zaragoza y ha recalado en un pequeño municipio gallego llamado Vilaboa, muy cerca de Pontevedra, para realizar las últimas prácticas antes de acabar sus estudios. 

La estudiante de Magisterio, María Pérez, realiza sus prácticas de fin de grado en la escuela rural agrupada de Vilaboa, en Galicia.
La estudiante de Magisterio, María Pérez, realiza sus prácticas de fin de grado en la escuela rural agrupada de Vilaboa, en Galicia.
C.P.

“Estoy aprendiendo un montón. Me apetecía vivir una experiencia diferente a la que había vivido hasta ahora en Zaragoza”, dice Pérez, que llegó al Centro Rural Agrupado (CRA) de Vilaboa el pasado 2 de febrero y permanecerá allí hasta junio gracias a una beca del programa Generación Docente de la Fundación Princesa de Gerona para dar a conocer la realidad de las escuelas rurales en España.

“Este modelo es muy habitual en Galicia y también en Teruel por lo que es muy fácil que me toque una escuela de estas características en mis primeros años como maestra y quería conocer esta realidad”, añade la maestra alcañizana, que tuvo que elegir entre la comunidad gallega o Extremadura como destino para sus prácticas. “La acogida por parte de mis compañeros fue increíble desde el minutos uno. La directora del CRA y la tutora con la que trabajo, Begoña Filgueira, vinieron a buscarme al tren y me cuidan como a una hija”, confiesa la joven.

"Es muy fácil que me toque una escuela rural en mis primeros años como maestra en Aragón"

“Este programa hace accesible la escuela rural a los estudiantes de Magisterio. Nos da a conocer y pueden ver que existimos, que esta es la realidad de muchos pueblos de España y que es muy posible que vaya a ser su trabajo en un futuro cercano”, apunta Conchita Pérez Núñez, directora del CRA de Vilaboa.

Este CRA consta de 5 pequeñas escuelas repartidas por todo el territorio más cercano al municipio, una de ellas es la escuela de Paredes, donde María realiza sus prácticas como maestra. Se trata de un pequeño centro escolar con una única aula unitaria en la que tan solo hay 8 alumnos de educación infantil, que tienen entre 3 y 5 años. Además, tiene otra particularidad. “6 de sus 8 alumnos son de origen marroquí y comparten clase con otros dos niños gallegos”, asevera la directora.

Exterior de la escuela Paredes, que pertenece al CRA de Vilaboa, en Galicia.
Exterior de la escuela Paredes, que pertenece al CRA de Vilaboa, en Galicia.
M.P.

Esa diversidad hace que en esa pequeña aula se hablen hasta 4 idiomas diferentes. “Se prima hablar en gallego y castellano pero entre ellos algunos alumnos hablan en árabe y también tienen sesiones en inglés, por lo que hay un plurilingüismo que me ha sorprendido mucho y que llevan con total normalidad. No se hacen ningún lío, al revés, ven natural abordar todas las lenguas cada día”, señala María Pérez.

Otra de las cosas que le ha llamado la atención es “la atención tan individualizada que te permite una ratio tan baja de alumnos”, afirma. Además, “me sorprende cómo aprenden los pequeños de los mayores y los mayores de los pequeños, cómo tiran del grupo los de 5 años y lo que puede cambiar el aula en tan solo un año”, continúa Pérez. “El curso que viene se van 5 niños de 5 años y vienen 5 de 3 por lo que el trabajo del aula será totalmente diferente”, apunta.

Pero también María ha revolucionado esta pequeña clase de infantil. Ha llegado con un montón de ideas nuevas y acompañada por su flauta travesera. “Comencé a tocar la flauta travesera a los 7 años y terminé las enseñanzas profesionales diez años después. Cuando comencé las prácticas de Magisterio Infantil vi el gran potencial didáctico que tenía este instrumento. Y al llegar aquí me dejaron las puertas abiertas a que llevase la flauta al aula”, explica la maestra de Alcañiz. “Desde el momento en el que me vieron entrar con ella, los niños se mostraron interesados por conocer el instrumento”, continua. Cuando la toca en clase “se crea algo especial, atrae, parece magia”, confiesa.

La estudiante de Magisterio, María Pérez, con sus alumnos de la escuela de Paredes, perteneciente al CRA de Vilaboa, en Galicia.
La estudiante de Magisterio, María Pérez, con sus alumnos de la escuela de Paredes, perteneciente al CRA de Vilaboa, en Galicia.
M.P.

Otra 'mañica' en esta escuela

Pero, sorprendentemente, María no es la única aragonesa en esta pequeña escuela rural con tan solo 14 profesores. Una zaragozana con familia en la localidad monegrina de Lanaja lleva 13 años como maestra de Audición y Lenguaje en este centro. Se llama Isabel Mir y llegó a Galicia por amor.

“Conocí a mi marido en Zaragoza cuando estudiaba en la Academia General Militar. Él es gallego y al terminar le destinaron a su tierra como oficial del Ejército de Tierra. Me propuso acompañarle y accedí”, recuerda Mir. “Entonces comencé a preparar las oposiciones de Magisterio para Galicia y a estudiar gallego. Aprobé a la primera y, después de mi destino provisional, me dieron plaza en Vilaboa donde estoy desde entonces”, afirma.

La zaragozana Isabel Mir trabaja como maestra en el CRA de Vilaboa, en Galicia.
La zaragozana Isabel Mir trabaja como maestra en el CRA de Vilaboa, en Galicia.
C.P.

Ella es una de las profesoras especialistas que deben itinerar por las diferentes aulas que tienen el CRA repartidas por todo el territorio de Vilaboa. “Me muevo por 5 escuelas diferentes pero las distribuimos de tal manera que los desplazamientos no sean de más de 15 minutos”, explica.

Sobre las escuelas rurales agrupadas, Isabel ya tenía experiencia por haber trabajado en la de Lanaja. “Son escuelas muy familiares. Nos conocemos todos y también conocemos a todos los vecinos. Salimos a pasear al campo y vemos a alguno de ellos con las ovejas. Nos acercamos a saludarle y a ver a los animales o vamos a las viñas cuando están vendimiando. Puedes hacer cosas que con 25 niños es imposible hacer”, reflexiona esta maestra.

Cuando supo que María iba a incorporarse a hacer sus prácticas al CRA “me llevé una alegría porque me ha acercado un poquito más mi tierra”, confiesa Isabel. “Compartimos las expresiones que son propias de Aragón y que difieren de las gallegas y bromeamos sobre hacer un diccionario maño-gallego”, concluye Mir.

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