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Cierra la droguería Lapuente: 60 años solucionando "los problemas del día a día"

Se trata de otro de los establecimientos con más historia de Zaragoza que baja la persiana.

Chon Orgilles y Daniel Lapuente, en la puerta de la droguería
Chon Orgilles y Daniel Lapuente, en la puerta de la droguería
Camino Ivars 

Están siendo días de mucho movimiento en el local de la droguería Lapuente, ubicado entre las calles Ponzano y Albareda de Zaragoza desde hace más de 35 años. Mientras la céntrica vía continúa con su ajetreo habitual, en el interior del local algo se cuece. 

Daniel Lapuente se afana en atender a los cientos de personas que no han dudado en acercarse a ver qué ocurre después de que aparecieran unos grandes letreros en los escaparates del emblemático establecimiento que rezan: "Cerramos por jubilación".

El movimiento es constante y la emoción en el rostro de su actual propietario, evidente. No en vano, echar la persiana tras más de 60 años de actividad no es tarea fácil. Junto a él, durante estos días se encuentra su mujer, Chon Orgillés, quien le acompañó al frente del negocio durante casi dos décadas hasta el momento de su jubilación.

El local abrió sus puertas en el número 4 de la calle Zurita en abril de 1964 de mano de sus padres, Ricardo Lapuente y Pilar Gil, naturales de Soria. Estos comerciantes especializados en el mundo del calzado llegaban a la capital aragonesa en busca de un futuro mejor para sus tres hijos. "Querían que fuéramos a la universidad, y allí no había", rememora Daniel, de 66 años. Aunque él llegó a Zaragoza con 7, se siente "maño de corazón". "Aquí fui al colegio, a Corazonistas; hice la Mili e hice mi vida", añade.

Daniel Lapuente: "Ya no nos queda casi nada. Cuando la gente se enteró de que cerrábamos no dudó en venir a por sus productos de siempre"

Con tan solo 24 años comenzó a dar sus primeros pasos tras el mostrador de la droguería familiar. Una vocación, la de comerciante, que jamás le ha abandonado. Fue, de nuevo en abril, en esta ocasión de 1989, cuando decidió abrir su propio establecimiento en el número 4 de la calle Ponzano. En el interior de esta droguería -un concepto que como explican sus dueños "se encuentra en riesgo de desaparición"- encontramos prácticamente todo lo necesario en materia de limpieza y hogar, aseo personal o regalos y complementos curiosos para sorprender a alguien especial.

Daniel Lapuente atendiendo a una clienta de toda la vida
Daniel Lapuente atendiendo a una clienta de toda la vida
Camino Ivars

En los estantes del local, de apenas 15 metros cuadrados -sin contar con el almacén que se encuentra en la planta de abajo- hay desde peines y cepillos de pelo de todo tipo -incluidos el de púas de madera de bambú o de roble, entre los más vendidos-, hasta horquillas, coleteros, perfumes, productos de limpieza, perchas o incluso joyeros. También sus emblemáticos plumeros, varios tipos de betún o una amplia variedad de pañuelos. Algunos letreros están escritos a mano, como antes. "Ya no nos queda casi nada. Cuando la gente se enteró de que cerrábamos no dudó en venir a por sus productos de siempre. Tenemos cosas por precios desde 0,20 euros -una goma de pelo- hasta 120 -un kit de manicura y pedicura-", explica.

Se trata de otro de los establecimientos con más historia de Zaragoza que este mes de abril cerrará sus puertas definitivamente por jubilación

Una de las preguntas más recurrentes de quienes acceden estos días al interior del establecimiento es: "¿Y dónde voy a ir ahora?". "Pues no lo sé, porque hay productos que solo teníamos nosotros", reconoce Lapuente. De hecho, en su almacén cuentan con más de 12.000 referencias de productos de alta calidad, llegados, en su mayor parte, de Alemania. "Si hay algo que nos ha funcionado ha sido el optar siempre por la mejor calidad del mercado. Si sabes elegir bien, no hay competencia que valga", asevera el comerciante.

Una vida detrás del mostrador

Eso sí, si hay algo que tiene claro Daniel es que gran parte de su éxito tiene que ver con la fidelidad de los clientes que les han acompañado toda la vida. Algunas de las personas que acuden al local recuerdan como ya "le compraba a tu madre en Zurita". "Nuestro día a día ha sido ese. Solucionar los problemas del día a día. Por la puerta llegaba gente con una necesidad concreta, y tú la solucionabas. Eso ha sido lo más gratificante, sobre todo cuando volvían", reconoce.  

Daniel Lapuente: "Nuestro día a día ha sido ese. Solucionar los problemas del día a día. Por la puerta llegaba gente con una necesidad concreta, y tú la solucionabas. Eso ha sido lo más gratificante, sobre todo cuando volvían"

La fidelidad y ser capaces de estar, en todo momento, a la orden del día. A pesar de tratarse de un comercio tradicional, Daniel siempre ha intentado estar a la última en esto de las nuevas tecnologías. De hecho, cuenta con perfiles en diversas redes sociales, una completa página web y su propio canal de Youtube: "Fuimos de los primeros en tener una web con todos los productos colgados, cuando por aquel momento nadie lo tenía".

"Para mí haber sido comerciante toda la vida, heredando el legado familiar de mis padres, que a su vez heredaron de sus abuelos, ha sido un privilegio. Solo puedo dar las gracias por estos 35 años, 60 desde que empezó la historia de esta droguería. Ahora toca empezar algo nuevo", admite Daniel, emocionado. Porque hoy, este comerciante de toda la vida, asume que cerrar es ley de vida. "Toca descansar, y me siento afortunado de poder hacerlo así", reivindica.

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