Consuelo Ciria: "No hay nada más bonito que la sonrisa de estos niños"

La presidenta de Aspace-Zaragoza cumple dos décadas al frente de esta institución que atiende a más de 80 niños con parálisis cerebral y otras patologías afines.

Consuelo Ciria cumple este año dos décadas de presidencia de Aspace-Zaragoza
Consuelo Ciria cumple este año dos décadas de presidencia de Aspace-Zaragoza
Oliver Duch

Consuelo Ciria (Villamayor, 1937) lleva dos décadas velando por el interés de los usuarios de Aspace-Zaragoza, organización que preside desde abril de 2003.  

¿Qué se siente al ser la abuela adoptiva de más de 80 niños con parálisis cerebral y otras patologías afines?

Un orgullo muy grande y una gran satisfacción. Desde que llegué a Aspace, en abril de 2003, de la mano de mi nieto Francisco, los chicos y chicas siempre me han llamado así. Si ser abuela es algo especial, serlo de personas como ellos es aún más gratificante

¿Por qué?

Porque veo que están felices, contentos y cada vez más realizados porque tienen comodidades y servicios que antes no tenían y también una mayor capacidad de decisión, gracias a los avances legislativos que se han producido en los últimos años. No hay nada más bonito que la sonrisa de estos niños y la sensación de tranquilidad de sus padres cuando los dejan en el centro. Por eso, creo que algo habremos hecho bien durante este tiempo.

Se cumplen 20 años desde que llegó a la presidencia de Aspace. ¿Cómo recuerda ese momento?

Si echo la vista atrás lo recuerdo como un momento de mucha responsabilidad, porque el panorama no era nada bueno. Aspace estaba a punto de cerrar y fue la llamada de una doctora, pidiendo ayuda a los padres, lo que hizo que me animara a presentarme para ser elegida como presidenta.

¿Fueron meses o incluso años complicados?

Desde luego que sí. Fue duro desde el primer momento. A la semana de llegar a la presidencia nos dijeron los del catering que no servían más comida si no pagábamos lo que se debía. Y estos chicos no pueden comer un bocadillo o traerse la comida de casa. Pedimos un crédito y hasta ahora.

Su nieto Francisco era uno de los niños que acudía a Aspace.

Sí. Francisco fue la razón que me impulsó a tomar las riendas, pero las ganas de seguir adelante me las dieron el resto de niños de la entidad. Cuando mi pequeño nació, sus padres eran muy jóvenes y se les vino el mundo encima. La madre trabajaba y yo decidí dejarlo todo, mi estudio de pintura y mis múltiples viajes y ocupaciones para dedicarme a su cuidado, porque era un niño maravilloso.

Siempre que habla de él se le humedecen los ojos.

Es que lo recuerdo todos los días y me recuerdo a mí misma lo importante que es no rendirse nunca. Ahora, cuando vienen padres muy jóvenes a Aspace con niños con parálisis u otras patologías, siempre les digo que descansen lo que puedan, que dejen al niño en el centro, donde está bien atendido, y que ellos salgan a dar un paseo, a tomar un café con los amigos.

Pero no tiene que ser fácil.

Claro que no lo es, pero, cuando pasan las semanas y los meses, la evolución de los niños es impresionante gracias al trabajo de decenas de profesionales que velan por ellos y luchan por conseguir que sean lo más autónomos posibles. Para mi, la etapa de 0 a 3 años es la más importante porque es cuando más avances se producen. Comienzan a sonreír, a mantenerse en pie...

Usted también es una luchadora desde que nació.

Eso decía mi madre, que me contaba que nací en plenos bombardeos de la Guerra Civil y que nada más dar a luz le echaron un colchón encima para protegerla de las explosiones.

El hecho de ser una gran montañera también imprime carácter.

Siempre me ha gustado el deporte, el esquí y la natación. Puedo presumir de haber estrenado todas las pistas de esquí del Pirineo desde los años 60. Lo dejé cuando me hice cargo de Francisco, pero no me arrepiento de nada.

¿Ni siquiera de haber dejado atrás una prolífica trayectoria como pintora?

Tampoco, y eso que me encantaba y dicen que se me daba muy bien. De hecho, terminé mis estudios en la Escuela de Artes Aplicadas de Zaragoza con Premio Extraordinario y el Ayuntamiento de Zaragoza me concedió la Medalla de Plata en 1965. Hasta tenía estudio propio.

En 2022, le concedieron el galardón de Ciudadana Ejemplar.

Fue una gran sorpresa y una alegría enorme porque yo soy muy maña. Ser reconocida por ayudar a los demás no tiene precio.

¿De dónde cree que le viene esa vocación de servicio?

Yo siempre he dicho que me crié en los cuarteles de la Guardia Civil, por el trabajo de mi padre, y allí aprendí a preocuparme por los demás. Y eso es algo que seguiré haciendo siempre, hasta que me jubile, aunque en Aspace no me dejan hacerlo y eso que ya tengo 85 años. Dicen que tengo que seguir al frente, aunque me tengan que empujar en tacatá para recorrer la nueva residencia, que lleva mi nombre.

 

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