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Unas 50 escuelas de Aragón sobreviven con menos de siete alumnos pese a la caída de la natalidad

Las familias destacan el "esfuerzo" de la DGA por mantener colegios abiertos incluso son solo dos alumnos.

Milagros García-Calvo, la profesora, con Kelian, Laura y Denali Joaquín abren una bolsa de sustrato.
Milagros García-Calvo, la profesora, con Kelian, Laura y Denali Joaquín abren una bolsa de sustrato.
HA

La semana pasada, la escuela de El Bayo cerró sus puertas por falta de alumnado. Lo hizo después de 64 años. Mientras tanto, otros 51 colegios de Aragón, según los datos correspondientes al inicio de curso, siguen sobreviviendo con seis matriculados o menos. 

Y lo hacen pese al descenso constante de la natalidad y con la dificultad de que nuevas familias se instalen en unos municipios en los que, en muchas ocasiones, empiezan a faltar otros servicios. Desde la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Aragón (Fapar) destacan el "esfuerzo" de Educación por mantener estas escuelas dado que se trata de un "elemento fundamental para fijar población".

En este sentido, Juan Antonio Rodríguez, director de la escuela de Alpartir y miembro de la Asociación de Equipos Directivos de Infantil y Primaria de Aragón (Aedipa), recalca que se trata de un "problema estructural". "Si no hay trabajo, la gente abandona los pueblos. Ahora la mayoría de estas escuelas se mantienen gracias a la población inmigrante, generalmente, marroquíes y rumanos", señala.

Traslado del profesorado

Y el problema radica en que para las familias muchas veces no es fácil asentarse. "Un estudio de la Asociación para el Desarrollo Rural Integral de las tierras del Jiloca y Gallocanta puso de relieve las dificultades para encontrar vivienda. Hay algunas pero necesitan muchos arreglos y no hay subvenciones para ello, otras las han heredado y no se ponen de acuerdo para venderla o alquilarla. Y todo esto repercute en la escuela", incide Rodríguez, quien pone como ejemplo Alpartir, a donde en los últimos años una decena de familias han querido trasladarse, pero no han encontrado donde vivir.

Esta dificultad también se traslada al profesorado que tiene como destino un municipio de estas características. De media, recuerda, el 60% de la plantilla de la escuela rural cambia de un curso a otro y, en algunos casos, esta movilidad alcanza el 90% o incluso el 100% de manera constante, lo que provoca que las familias, en ocasiones, prefieran llevar a sus hijos a otra localidad -generalmente a las cabeceras comarcales- donde este problema no es tan recurrente. 

En este sentido, Rodríguez recrimina que no existan apenas incentivos para que los docentes se quieran quedar -más allá del plan de estabilización por el que, tras tres años seguidos, reciben un mayor reconocimiento en el concurso de traslados y también les puntúa en el baremo-. Además, considera necesario potenciar la escuela rural en la formación inicial del profesorado.

Coincide en este planteamiento Lourdes Alcalá, maestra e inspectora de Educación en Teruel: "Es un problema estructural, hay mucha movilidad de profesorado y eso desgasta a los equipos directivos". 

Asimismo, incide en que a todo ello se une la despoblación y el descenso de la natalidad. "El Gobierno de Aragón ha hecho un esfuerzo importante por apostar por el sistema educativo rural. Hoy en día cualquier niño tiene en su entorno todas las posibilidades de formación, desde el nacimiento hasta el instituto", recalca, y hace hincapié en las rutas escolares. No obstante, reconoce que, en ocasiones, mantener colegios abiertos con dos o tres niños "pedagógicamente no es viable".

En este sentido, recalca la importancia de los Centros Rurales de Innovación Educativa (CRIE), donde se desarrollan semanas de convivencia entre alumnos y profesores de la escuela rural. "Son un apoyo y más para estos centros tan pequeños", especifica.

Tras haber estado varios años trabajando en escuelas de incluso solo cuatro alumnos, Rodríguez reconoce que los colegios rurales todavía conviven con el "estigma" de los años 80, cuando "la propia Administración consideraba a estos centros de segunda".

 "Ahora se ha demostrado que es todo lo contrario", incide. En este sentido, Alcalá recalca que las bajas ratios, la cercanía con el territorio o el trabajo intenivelar, muy propios de la escuela rural, forman parte de los factores establecidos por la Unesco para una enseñanza de calidad.

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