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Una tranga de Bielsa: "Cuando me pongo los cuernos no tengo amigos ni vecinos"

El tradicional Carnaval de Bielsa se volvió a celebrar tras el parón por la pandemia, algo que no había ocurrido ni la prohibición durante la dictadura.

Richi Dueso, de tranga en el Carnaval de Bielsa 2023.
Richi Dueso, de tranga en el Carnaval de Bielsa 2023.
C. Ivars

En Bielsa todo transcurre de carnaval a carnaval. Y es que para los vecinos de la localidad oscense, independientemente de su edad, esta celebración es "la cita más importante del año, como nuestro Año Nuevo, lo más grande que hay", asegura María Rosillo, concejal del Ayuntamiento de Bielsa. No se sabe mucho de la primera celebración o del nacimiento de sus emblemáticos personajes -las trangas y las madamas, l’onso (oso) y el domador, l’amontato, (el que va montado) el caballet (caballito), la garreta y la yedra (hiedra)-, se sabe que sus orígenes son ancestrales y paganos.

"Es el único carnaval de España que no se había dejado de celebrar nunca, ni siquiera tras su prohibición durante la Guerra Civil o la dictadura. Al menos hasta la pandemia", reconoce Rosillo.

Horas antes de la primera ronda -son dos a lo largo del fin de semana- los nervios se palpan a pie de calle en la plaza central donde hace unos días permanece colgado y a la espera de ser juzgado Cornelio Zorrilla, quien se llevaba todos los males del año del pueblo al ser quemado en la hoguera de domingo. "Este año hemos pedido que nos devuelvan la ambulancia de Lafortunada", reivindica Ricardo Dueso, más conocido como Richi, secretario de la Asociación Carnaval de Bielsa. Este vecino de Javierre, pedanía de la localidad, es, además, una tranga.

"Es algo muy difícil de explicar. Hay que vivirlo"
Richi Dueso, junto a la hoguera de Bielsa.
Richi Dueso, junto a la hoguera de Bielsa.
C. Ivars

"Es algo muy difícil de explicar. Hay que vivirlo", admite el joven, que asegura que espera, todo el año, para colocarse los cuernos, la piel de macho cabrío y las esquillas. Es la tercera generación de trangas de su familia, y este año porta la falda que heredó de su padre. “Es una forma muy profunda de entender esta tradición. Desde que naces en el pueblo sueñas con tener 16 años para ser una tranga”, asegura. Y eso que, como ocurre a todos los niños de la zona, los pequeños suelen temer a estos seres.

"Siempre le decía a la tranga que me perseguía, 'ya tendré yo 16 años'. Hoy soy yo quien persigue a su hijo"

Hoy recuerda con mucha emoción como, cuando era un niño, temía bajar a Bielsa porque tenía miedo a las trangas. “Me agarraban de un brazal y me bajaban a la fuerza. Siempre le decía a la tranga que me perseguía, 'ya tendré yo 16 años'. Hoy soy yo quien persigue a su hijo”, ríe a carcajadas.

En el suelo de un corral, hincados de rodillas, son sus padres y abuelos quienes preparan a los jóvenes los elementos del traje. Para ellos es un auténtico ritual que pasa de generación en generación. Y es que para Richi, el momento de ponerse este traje “es lo más grande del año”, reconoce. Eso sí, cuando se transforman en este personaje ancestral lo hacen en cuerpo y alma: “Cuando me pongo los cuernos no tengo amigos ni vecinos”.

"De mayor quiero ser madama"

Desde el año 2019, con ánimo de que los más pequeños del pueblo puedan acercarse a esta tradición, pero sin el temor habitual, Bielsa comenzó a vestir a los niños de mini trangas y mini madamas. Actividad que se desarrolla un par de días antes de que dé comienzo el festival. “Para ellos es una puesta de largo. Aquí cualquier crío quiere tener 16 para ser una tranga o una madama de verdad”, afirman sus madres.

Durante las semanas previas al carnaval, los niños del pueblo juegan a esto por las calles del pueblo, en sus casas y en el patio del cole. La sevillana Nieves Ríos, llegada a Bielsa hace 20 años, ha tenido tres minitrangas correteando con sus esquillas por toda la casa. A sus hijos Toni, Nacho y Pablo. “Es el acto más grande que hay en el pueblo, y para la gente de fuera como yo es una cosa muy impactante. Desde que nacen, los niños solo quieren ponerse los cuernos, es como algo genético. Les corre por las venas”, asegura.

También los de Sandra, Nico e Iris. “Yo tengo uno de cada”, bromea. “Cuando acabó el carnaval infantil lo único que me preguntaban es cuándo se podían volver a vestir. Las niñas lo pasan genial, son las reinas de la fiesta”, afirma. Precisamente así lo siente Olivia que, aunque admite tener miedo a las trangas, tiene ganas de “ser madama para que no me asusten nada de nada”.

Cada año, su madre, la escenógrafa zaragozana Laura Sanz (36) prepara los vestidos de sus dos niñas. Este año, además, preparaba los dos personajes fundamentales del carnaval belsetano: el caballé y el amontato. "Llevaban sin remodelarse más de 40 años, por lo que para mí ha sido un reto y un gran honor que me lo hayan encomendado", admitía, emocionada.

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