La viuda del Quinqui, condenada a 21 años de cárcel

Esta es la pena impuesta por la magistrada presidenta del Tribunal Popular tras haber declarado su culpabilidad un jurado popular hace dos semanas.

La acusada, Carmen Villa, en el momento de abandonar la sala de la Audiencia tras conocer el veredicto del jurado.
La acusada, Carmen Villa, en el momento de abandonar la sala de la Audiencia tras conocer el veredicto del jurado.
Oliver Duch

Ocho años han pasado desde que Carmen Villa Fernández, de 62 años, se presentó en la comisaría de la Policía Nacional en Calatayud para denunciar la desaparición de su marido, Raimundo Medrano, de 69 años. Este lunes, casi una década después, la mujer ha sido condenada a 21 años de prisión por el asesinato de su esposo, también conocido como el Quinqui.

Esta es la pena impuesta por la magistrada presidenta del Tribunal Popular, Esperanza de Pedro, tras haber declarado su culpabilidad un jurado popular hace dos semanas, el pasado lunes ,23 de enero. A pesar de los esfuerzos de su abogado defensor, José María Pedregal, el jurado se posicionó de forma unánime a favor del veredicto de culpabilidad

El suceso

El Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Aragón llegó a la conclusión de que fue el 5 de enero de 2015 cuando la mujer de Raimundo Medrano decidió quedarse viuda. Para ello, se ayudó de una pistola semiautomática Astra 400, con la que habría disparado hasta en dos ocasiones al fallecido en la cabeza mientras dormía.

La primera vez, según confesó ella misma, apretó el gatillo pero no salió ninguna bala. Se dio cuenta de que el arma estaba descargada, por lo que fue a por munición y repitió la operación. La segunda vez dio muerte al Quinqui.

La asesina intentó desdecirse después, dando una nueva y poco consistente versión de lo ocurrido. Según esta, al volver a casa, encontró a su esposo muerto y decidió ocultar el cadáver en lugar de llamar a la Policía. Pero aquello no convenció a nadie.

Como descubriría la Policía después, enterraron el cuerpo en un habitáculo interior de la casa cueva en la que residía el matrimonio, en el barrio bilbilitano de San Roque. El agujero había sido excavado en la roca y cubierto después con una capa de yeso. Allí localizaron también el arma de la que salió la bala homicida que le costó la vida.

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