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Problemas en las comunidades de vecinos: “Se necesita más energía para calentar un piso sin el apoyo de la calefacción del vecino”

La reducción de las horas de calefacción, el momento del encendido y el aumento de las cuotas para pagar los recibos de energía generan conflictos entre vecinos en algunas comunidades.

Radiador.
Radiador.
Pixabay

La decisión de muchas comunidades de vecinos aragonesas de reducir las horas de calefacción e, incluso, de no ponerla ha generado problemas, malestar y algún que otro conflicto en los patios de escalera. Los administradores de fincas admiten esta situación generada por la guerra de Ucrania y sus consecuencias en la escasez de combustible y en el aumento del precio de la energía.

Todos estos elementos “nos cogieron por sorpresa el año pasado y tuvimos que solventar el aumento del precio de la calefacción con derramas extraordinarias, pero este año lo tenemos todo más controlado y vamos con más previsión”, dice Miguel Ruiz, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Aragón (CAF Aragón). Para ello, “algunas comunidades han subido las cuotas mensuales de los vecinos en torno a un 30% de media”, afirma Ruiz, pero avisa: “Esto no quiere decir que no tengamos que recurrir a posteriori a pagos extraordinarios si sube de nuevo la energía o se disparan los gastos”. 

"Algunas comunidades han subido las cuotas de los vecinos en torno a un 30% de media".

Para evitarlo, la mayoría de las comunidades han reducido 2, 3 y hasta 4 horas de calefacción al día con respecto al año anterior. “Lo normal es que por la mañana no se encienda hasta las 13.00 y se mantenga hasta las 22.00”, explica el presidente de los administradores de fincas aragoneses. También sobre esto ha habido desencuentros ya que es difícil ponerse de acuerdo sobre el número de horas que se reduce y sobre la hora de inicio del encendido, según explican los gestores.

Al final la decisión se toma en junta, es de obligado cumplimiento y todos los vecinos tienen que aceptarla aunque haya voces discordantes porque “no se puede dar gusto a todo el mundo, por lo que cada vecino se gestiona como puede las horas en las que no hay calefacción”, asevera Ruiz. Una situación que "pagan sobre todo las personas mayores que están en casa todo el día y las que teletrabajan”, apunta este administrador de fincas. 

"Lo pagan sobre todo las personas mayores que están en casa todo el día y quienes teletrabajan".

La solución para paliar el frío: bombas de calor, radiadores eléctricos, calefactores, estufas, mantas… y unas buenas batas. “Este año o te abrigas en casa o pagas el recibo”, matiza Ruiz y añade: “Aunque lo que te ahorras por un lado, lo pagas por el otro, porque las estufas y bombas de calor también gastan energía, además de la inversión que hay que hacer para adquirirlas”. Pero sí que cree que “habrá gente que no ponga la calefacción ni siquiera las horas que están establecidas por la comunidad porque no puedan pagar el recibo”, asegura Ruiz. “Pagarán el mínimo, no tendrán consumo y se abrigarán más en casa”, dice el presidente de CAF Aragón.

Sin embargo, esta situación trae otras consecuencias. “Al encenderse menos la calefacción y si hay vecinos que ni siquiera la ponen, los bloques de viviendas se enfrían y quienes sí han decidido ponerla, necesitan más energía que años anteriores para calentar su piso porque no cuentan con el apoyo de la calefacción del vecino”, explica Ruiz. Esto implica un mayor consumo y por ende un mayor gasto, por lo que es probable que quienes opten por poner la calefacción paguen de más también por este motivo.

"Al encenerse menos la calefacción si hay vecinos que ni siquiera la ponen, los bloques de viviendas se enfrían"

Mayores y enfermos, los más perjudicados

María Zuera tiene 80 años y padece cáncer. Vive con su marido, también octogenario, en un bloque de edificios con tres escaleras en el barrio de San José de Zaragoza que funciona con calefacción central de gasóleo y termostatos individuales en cada piso. “La calefacción es lo mejor que tiene esta casa”, dice esta jubilada zaragozana. “Todos los años se ha encendido siempre desde las 11.00 pero este año la retrasaron hasta las 15.00 y nos pegábamos toda la mañana con la casa helada”, explica Zuera. 

“Yo estoy enferma y no tengo el cuerpo para pasar frío así que me abrigaba bien y me ponía una estufa en el salón, pero el resto de la casa no se calentaba”, recuerda esta octogenaria. Sin embargo, en su caso la situación se solucionó. “Varios vecinos nos quejamos porque nadie nos había informado de este cambio ni se había aprobado nada en junta de vecinos”, manifiesta Zuera. 

Al contrario, “en las actas pone claramente que la hora de inicio de la calefacción es las 11 de la mañana, por lo que se estaba inclumpliendo este acuerdo y así se lo hicimos saber al presidente de la comunidad y al administrador”, explica. “Al parecer fue una decisión unilateral por parte del presidente, pero no puedo entenderlo porque tenemos contadores individuales. Si no quiere calefacción en su piso, que no la encienda, pero que permita que otros podamos hacerlo”, se queja Zuera.

Más precio por menos calor

La reducción de las horas de calefacción viene motivada por el aumento del precio del combustible. Las comunidades han tomado estas decisiones nada complacientes para evitar recibos desorbitados e intentar mantener los gastos controlados. Sin embargo, no puede decirse que lo estén consiguiendo. “Viendo el precio del gasoil, mi comunidad decidió reducir las horas de calefacción como modo de ahorro, pero no va a ser suficiente y ya nos han avisado de que se van a revisar los precios de las cuotas mensuales para ver si tienen que subirlos”, dice Jorge C. que vive en un piso en el centro de Zaragoza.

“En nuestra comunidad no han reducido las horas de calefacción porque tenemos contadores individuales y cada vecino decidimos si la ponemos o no, pero lo que sí ha subido es el precio al que la pagamos”, afirma Laura Díaz, que viven en el barrio de Jesús. “Si antes pagábamos 50 céntimos por cada hora de calefacción, ahora es 1 euro, por lo que tenemos más cuidado a la hora de encenderla”, continúa Díaz. “Como trabajamos por la mañana solo la encendemos por la tarde. El fin de semana apuro más y solo la pongo si tenemos frío cuando en años anteriores la tenía todo el día enchufada”, dice.

Coincide con ella Julia T., una madre de familia que vive en el Casco Histórico de la capital aragonesa. “Nuestra calefacción es central de gasoil y este año llenar el depósito le cuesta a la comunidad el doble que el año pasado”, dice esta zaragozana. “En inviernos anteriores la ponían muy fuerte, pasábamos hasta calor y teníamos que abrir las ventanas. Este año hemos optado por cerrar la llave de algunos radiadores para evitar el desperdicio de energía y gastar menos”, afirma. 

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