Um Draiga conmemora 25 años de Vacaciones en Paz: “Vuelven pletóricos de luz”

El programa de acogida de niños saharauis en familias aragonesas celebra en la sede del Grupo San Valero una jornada de reconocimiento tras 25 años de actividad.

Recibimiento a los niños y niñas saharauis del programa Vacaciones en Paz.
Recibimiento a los niños y niñas saharauis del programa Vacaciones en Paz, en una edición anterior.
DPZ

Mientras Jesús Maestro prepara algunas de las fotos para el acto de 25 años de Um Draiga en el programa de acogida de niños saharauis en familias aragonesas ‘Vacaciones en paz’ señala que la instantánea de cuando los pequeños llegan a principios de verano y de cuando se van emociona: “Vuelven pletóricos de luz y de felicidad”.

“Quieren volver a su casa para ver a sus padres, llevar las cosas, contarles lo que han visto… Y es una alegría muy grande verlos así, tan contentos”, narra en una entrevista telefónica con Efe Maestro, integrante de la Asociación Um Draiga amigos del pueblo saharaui en Aragón, que este lunes celebra en la sede del Grupo San Valero una jornada de reconocimiento a todas las personas voluntarias, entidades sociales e instituciones que han hecho posible que la fotografía se repita durante cinco lustros.

En este tiempo, más de 1.000 menores y 450 familias aragonesas han participado con ellos en este programa solidario que cuenta con el apoyo y la financiación del Gobierno de Aragón y que permite la acogida durante los meses de julio y agosto de niños de los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf, en Argelia.

“Los veranos de ‘Vacaciones en paz’ son una forma de poderles dar los derechos humanos que todo niño requiere, como la salud, la alimentación, el juego o el acceso a la cultura”, resume el miembro de Um Draiga sobre la posibilidad que se abre a los participantes de 8 a 12 años de alejarse de las duras condiciones de vida del desierto durante unos meses.

Aridez y temperaturas extremas en los veranos de Tindouf

Y es que, la zona de Tindouf, en la que sus familias llevan refugiadas desde hace 47 años, es de extrema aridez y las temperaturas en verano son altísimas, por encima de los 50 grados durante la mayor parte del día, por lo que los pequeños se ven obligados a pasar prácticamente todo el verano en la jaima.

Además, como explica Maestro, su alimentación depende de la ayuda humanitaria, que sufre las consecuencias de las crisis económicas. “Ahora con la guerra de Ucrania, el alza de los precios ha hecho que se haya reducido enormemente la poca ayuda que ya llegaba. En estos momentos, la alimentación es escasísima”, agrega, haciendo énfasis en que durante el tiempo que pasan en España pueden alimentarse correctamente.

Este programa, que vivió su punto álgido antes de la crisis de 2008, cuando se llegaban a acoger a 10.000 niños en toda España, permitió que el año pasado llegaran a Aragón 96 saharauis tras dos años de parón por la de pandemia, y en 2023 se espera ir recuperando los niveles de antes de la covid, cuando solía llegar un avión completo con unos 130 pequeños pasajeros.

Un proyecto abierto a nuevas familias

En este sentido, el programa de 2023 ya está abierto para que las familias interesadas en participar puedan apuntarse a través de Um Draiga desde el 648846566 o enviando un correo electrónico a sede@umdraiga.com, para acceder al proceso de selección que se realiza en colaboración con el Gobierno de Aragón.

“Puede apuntarse todo tipo de familias, no hace falta que sean parejas, puede ser una persona sola. Hay que pasar la entrevista y cumplir los requisitos básicos y, sobre todo, tener tiempo y amor por los niños y niñas para que disfruten del verano”, recalca Maestro sobre este programa para el que tanto desde las asociaciones como desde el Gobierno de Aragón ofrecen toda la cobertura para que las familias solo tengan que asumir el día a día de integrar a un miembro más.

De hecho, se busca que los menores regresen cada verano al mismo hogar en el que ya se han establecido los lazos, algo que también da más seguridad a sus familias: “Es un viaje muy largo, no conocen bien el idioma al principio, por lo que nos ponemos en su piel y sabemos que hacen un gran esfuerzo para que sus hijos tengan un mejor futuro y mejores condiciones, al menos, durante estos dos meses”.

Y, como continúa Maestro, que ha acogido durante años, para los niños también es muy importante la relación que se establece con la familia de aquí, porque suele durar toda la vida.

“Es habitual que la familia de acogida viaje allí para conocer los campamentos y a la familia saharaui y se establece una relación que para los niños es muy importante. Aprenden el idioma y luego pueden hablar con nosotros… Son muchas cosas que les vienen muy bien para su desarrollo emocional y, por supuesto, físico”, completa sobre estos veranos en Aragón, en los que acceden a la atención médica que necesitan y pasan revisiones con profesionales como dentistas y oculistas.

Ahora, 25 años después, se está dando la bonita circunstancia de que están empezando a llegar los hijos de algunos de los participantes en las primeras ediciones de ‘Vacaciones en paz’ en Aragón, hace más de dos décadas.

Una sensación agridulce

Aunque la sensación es agridulce: “Lamentablemente tenemos que seguir haciendo el proyecto porque siguen en el campo de refugiados en unas condiciones que se están deteriorando mucho y no podemos dejar pasar esta circunstancia. Lo que nos gustaría es que se revolviera el conflicto, en el que España tiene responsabilidades porque el Sahara Occidental fue una provincia española y lo dejamos abandonado. Y llevan 47 años”.

En este sentido, como manifiesta la asociación en su web, los niños y niñas son también “embajadores de la situación por la que atraviesa el Pueblo Saharaui, para que no nos olvidemos de nuestra responsabilidad con la que fue provincia española hasta el año 1975 y sobre la que todavía no se ha realizado el proceso de descolonización previsto por Naciones Unidas”.

Y, por ello, desde Um Draiga hacen un llamamiento a las familias interesadas en un momento de escasez de ayuda humanitaria: “Es más necesario que nunca que vengan el mayor número de niños y niñas para que puedan recibir la atención sanitaria, comer, jugar o ir a la piscina, ¡una de las cosas que más les gusta!”.

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