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El campo se enfrenta con inquietud a un 2023 que se estrena con una criticada PAC

Las organizaciones agrarias piden "valentía" y "sentido común" a Olona para flexiblizar y adaptar al campo aragonés la normativa de la nueva política comunitaria.

La siembra del cereal de invierno ha tenido que realizarse bajo los preceptos de la nueva PAC.
La siembra del cereal de invierno ha tenido que realizarse bajo los preceptos de la nueva PAC.
J. M. A.

El sector agrario ha cerrado la puerta a un complicado 2022 en el que las condiciones climáticas –heladas, sequía o asfixiante calor– han mermado la práctica totalidad de las cosechas y el elevado coste de la energía y las materias primas (semillas, fertilizantes, fitosanitarios...) han puesto en jaque la rentabilidad de las explotaciones. Recela, sin embargo, del nuevo año en el que acaba de entrar, que se estrena con una nueva reforma de la Política Agraria Común (PAC) muy diferente a la que los agricultores y ganaderos aragoneses –incluso el propio consejero del ramo– esperaban, deseaban y han defendido en los más de cuatro años en los que se ha dilatado su negociación y que ha generado dudas, críticas e incertidumbres meses antes de su entrada en vigor, precisamente cuando los cerealistas han tenido que realizar las siembras de las producciones acogidas a dichas ayudas.

"La PAC que entra en vigor este 2023 no es la que queríamos, pero es una política agraria que se puede adecuar para hacerla útil justa y social y destinada a aquellos que viven y trabajar en el campo o en las granjas", destaca el secretario general de UAGA, José María Alcubierre. Y lo dice señalando al Gobierno de Aragón y más concretamente al consejero de Agricultura, Joaquín Olona, a quienes pide "valentía" para modificar aquellas obligaciones que impone la nueva PAC y que perjudican, critica Alcubierre, a los profesionales del sector. Destaca entre ellas las limitaciones en el barbecho o la imposibilidad de voltear la tierra con vertedera, unas prácticas "tradicionales y que se realizan en muchas de las explotaciones aragonesas", insiste el líder de UAGA.

Aunque asegura que "no se puede generalizar", el representante de Asaja, Fernando Luna, reconoce que la mayoría de los profesionales del sector agrario de la Comunidad encaran el nuevo año "muy desmoralizados". No solo por la nueva PAC sino porque esta llega además en el peor de los escenarios "con unos elevados costes de producción, con producciones muy mermadas por la adversa climatología, sin agua y hasta con problemas en la disponibilidad de pienso para los animales", matiza.

Luna lamenta que las dificultades con las que se está tropezando el sector para aplicar las nuevas normas de la PAC "no se ven en los despachos, donde se han diseñado medidas que dan al traste con las mínimas herramientas con las que se disponía para asegurar las cosechas". El responsable de esta organización agraria se refiere así a los ecorregímenes, una novedad de la nueva política agraria que impone nuevas prácticas medioambientales. Son voluntarias, pero de ellas dependen el 23% de las ayudas directas, con lo que aquellos que decidan prescindir de ellas también verán recortada su prestación.

"No creemos que esta PAC cargada de farragosidad burocrática y normativa y alejada de la realidad del sector nos ayude a producir", insiste Luna, que espera que el consejero de Agricultura escuche las demandas de su organización agraria y aplique las necesarias excepcionalidades para, por ejemplo, realizar quemas controladas o aplicar plaguicidas a los cultivos. Y reconoce que los perceptores aragoneses cruzan los dedos porque la mayoría no está seguro de si ha hecho lo correcto para mantener las ayudas, cuál será el importe final o si los excesivos controles terminarán por dar un tijeretazo en el resultado final de sus solicitudes. "Estamos en un grado de incertidumbre muy elevado y el siguiente paso es el miedo, que frena la inversión e incluso hace que se abandone la actividad", advierte.

Un "reto" que da "vértigo"

De "mucha incertidumbre" habla también el secretario general de UPA en Aragón, José Manuel Roche, cuando define el sentir de los agricultores y ganaderos ante el recién estrenado año. Reconoce que esta PAC es muy "burocrática" y "demasiado digitalizada" y con "numerosos controles", que están generando mucha inquietud entre los perceptores de las ayudas "que no saben si van a mantener sus ingresos".

Para Roche, la nueva PAC es un reto para la sector, pero también para la Administración "que tiene que poner a andar toda la nueva normativa". Por eso, en su opinión, "las obligaciones que trae el nuevo año van a exigir un periodo de adaptación para todos".

El líder de UPA-Aragón insiste en que siempre ha sido muy crítico con esta nueva Política Agraria Comunitaria, en la que si tiene que buscar algo bueno encuentra "la apuesta por los jóvenes y las mujeres, el tope de las ayudas y el pago redistributivo". Lamenta que se mantengan los derechos históricos y que se refuerce el componente verde (ecorregímenes y condicionalidad) obligando a los perceptores a "hacer mucho más para cobrar lo mismo o incluso mucho menos porque hay estrictos controles que pueden acarrear sanciones e incluso hacer perder toda la ayuda". Por eso, en esta "prueba de fuego" con la que se inicia 2023, UPA analizará con lupa la aplicación del plan estratégico, "para exigir flexibilidad y un periodo de adaptación".

En Araga la entrada en el nuevo año provoca "vértigo" en el sector primario. "En la nueva PAC hay muchas novedades, llega con mucho retraso e inquieta que la Administración realmente la sepa gestionar", asegura su presidente, Jorge Valero, que, como el resto de los representantes agrarios, espera que Aragón introduzca modificaciones "como han hecho otras comunidades". El máximo responsable de Araga considera que la flexibilización de las medidas "es necesaria y de sentido común, a no ser que algún integrista de la norma se empeñe en los contrario", critica Valero, que asegura que esta organización agraria tiene la esperanza de que quien llegue en mayo a la consejería "tenga la voluntad de simplifique la PAC".

No solo la política que emana de Bruselas preocupa a los agricultores y ganaderos. Temen que se repitan los efectos del cambio climático que han sufrido sus propias producciones durante 2022 y les inquieta la evolución de los altos costes de producción y unos precios que han terminado el año a la baja. "No hace frío y no hay agua. De momento las expectativas son inciertas", coinciden en señalar sus representantes.

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