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De Navidad en Navidad

Un copo de nieve adorna un árbol de Navidad
Un copo de nieve adorna un árbol de Navidad
Pixabay

Creo que la Nochebuena que más recuerdo es la peor. A las pocas semanas de morir mi madre, con 14 años, mi tía me obligaba a comer una naranja que a mí no me entraba porque era incapaz de dejar de llorar. Hubo otra memorable que pasé acompañando a alguien en un hospital y acabó en una fiesta, con baile y trasiego de goteros entre habitaciones.

Luego han venido otras navidades, a veces sola, a veces lejos, en ocasiones con amigos, y en otras con desconocidos… Y las hubo en las que casi lo conseguí y me sentí próxima a encarnar un fotograma de película navideña. Aunque invariablemente falla algo. Mario Benedetti escribía: "… Siempre hay algo de tristeza en mis momentos más felices, al igual que siempre hay un poco de alegría en mis peores días". Pues con la Navidad pasa eso. Es imposible cumplir con las expectativas. A ningún momento del año se le exige tanta luz, bondad, perfección y belleza.

Uno afronta el verano consciente de que puede perder maletas, encontrar chinches en un hotel o que llueva en la playa. Y aun así, las vacaciones son las vacaciones. Pero la Navidad nunca está a su propia altura. A veces la ‘postal’ se enturbia con un comentario desafortunado, una receta que no sale como debía o un imprevisto cualquiera. Sin duda, es peor cuando hay ausencias, vacíos, enfermedades o fantasmas en la mesa.

El camino de vuelta a casa siempre es frío. Pero igual este año, no. Celebremos lo que venga. Feliz Navidad.

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