Tercer Milenio

En colaboración con ITA

aragón

Biorago: verde y con asas

Una ingeniera aragonesa ha desarrollado un proyecto por el que convierte los restos de las borrajas de su huerto de Más de las Matas en bolsas.

Raquel Navarro con una de sus bolsas Biorago creadas a partir de restos de borrajas.
Raquel Navarro con una de sus bolsas Biorago creadas a partir de restos de borrajas.
Canelita Estudio

Decir de algo que es "verde y con asas" es dar cuenta de que es evidente. Y sin embargo, el proyecto de la ingeniera de Diseño Industrial Raquel Navarro, pese a ser "verde y con asas", no ha sido tan obvio. Muy interesada y especializada profesionalmente en el desarrollo de biomateriales, esta zaragozana de 24 años comenzó hace poco más de un año un proyecto que, mediante el método del ensayo-error, ha dado lugar a Biorago, una marca de bolsas hechas a partir de las borrajas que cultiva en su huerto casero. Con la idea ha logrado además uno de los premios Crear, que recientemente ha otorgado el Instituto de la Juventud de Aragón.

BIORAGO es un bioplástico de borraja que sirve como alternativa a los plásticos derivados del petróleo utilizados en aplicaciones de un solo uso

Pero empecemos por el principio, porque Biorago es una iniciativa que va prácticamente de la mano no solo de las inquietudes profesionales de Raquel Navarro, sino también de las personales. Hace un tiempo que la ingeniera decidió cambiar de vida, mudarse de la ciudad al medio rural, y hacerlo, precisamente, de la mano de la investigación de materiales sostenibles. 

Se trasladó a trabajar al laboratorio Bivo de Aguaviva, especializado en el desarrollo de biomateriales e impresión 3D y fijó su casa en la vecina localidad de Más de las Matas. Fue allí donde, de manera paralela a su trabajo, comenzó a desarrollar Biorago. El nombre, reúne el término 'bio', con la acepción latina de borraja (borago), la verdura en la que se basa la marca.

"Buscaba recursos propios de Aragón y la borraja me pareció un ideal en cuanto a que genera bastante residuo, tanto en la limpieza industrial como en la que se hace en casa", explica Navarro con respecto a los albores de la idea. "Mi objetivo principal era revalorizar los recursos para conseguir un nuevo material: todo el proyecto lo he hecho comiendo un montón de mis propias borrajas", dice entre risas.

Durante casi un año, la ingeniera ha ido guardando los restos de borrajas, tanto las hojas, como las fibras o parte de las pencas. Los secaba en el horno y al sol en verano, para gastar menos energía y utilizar los medios disponibles en casa en ese momento. Una vez extraída toda el agua, trituraba el material sin tamizarlo, para obtener una textura como de harina. Era el momento de mezclarlo con agua y un alga, la carragenina, que gelifica. 

En un proceso a veces más cercano a la cocina que a la ingeniería ("de hecho, hacía las mezclas en una paellera", comenta, divertida, Raquel), se obtiene una pasta que se dispone en forma de lámina y se vuelve a secar. En ese momento, cuando el agua se evapora, se genera una suerte de cuero semirígido muy resistente a la tracción. 

En cualquier caso, la textura y maleabilidad se pueden variar cambiando los parámetros de la 'receta. "A mí me interesaba que el material fuera flexible y resistente", puntualiza Navarro. Dos propiedades a las que se añadió la potencialidad del corte láser (una técnica que Raquel aprendió en este proceso). Las aperturas de la cortadora generan un volumen en 3D en forma de un muelle que se estira y se convierte en bolsa con asas.

De momento, el premiado proyecto Biorago permanece en el ámbito doméstico. Si bien Navarro no se cierra a dar el paso a la producción a nivel empresarial, su principal y más inmediato objetivo es el de "concienciar". "Los residuos que generamos en casa -enfatiza- se podrían reutilizar con un poco de imaginación y creatividad, todo se puede revalorizar". 

Su ideal sería que "una empresa que se dedica a producir y empaquetar borrajas lea esto, le resulte interesante y a la hora de gestionar sus residuos se lo planteen". Pero, sobre todo, le interesa "que la gente piense en todo lo que tiramos a la basura y, más aún, en si todo lo que tiramos es basura".

 Biorago es algo más que un invento es, sostiene Raquel, "la expresión del movimiento hacia lo rural, del cambio del plástico, de consumir, de gastar y tirar, a algo respetuoso con el medioambiente y que se perpetúe en el tiempo".

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