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Botería Mairal, más de cien años haciendo botas de vino en Sariñena

Es de las pocas fábricas así que quedan en España y ahora son Ismael Pérez y Alba Riera, sobrina del último Mairal que llevó el negocio, quienes están al frente.

Ismael Pérez es el quien lleva ahora el negocio de los Mairal, con su mujer, Alba Riera, sobrina del dueño anterior
Ismael Pérez es el quien lleva ahora el negocio de los Mairal, con su mujer, Alba Riera, sobrina del dueño anterior
Laura Uranga

Hace 124 años, en 1898, Nicolás Mairal fundó una botería en Sariñena. Provenía de Casbas pero en aquella zona pirenaica la tierra no daba suficiente fruto como para mantener a su familia. Así, bajó a Los Monegros para trabajar el olivo. 

En un primer momento, aprendió a hacer botas para guardar el aceite pero después se especializó en las indicadas para llenar de vino. De aquello ha pasado más de un siglo y cuatro generaciones. El primer sucesor fue su hijo Rafael que fue, a su vez, relevado por su hijo Luis, nieto del fundador. Actualmente, es la sobrina de este, Alba Riera, y su marido, Ismael Pérez, quienes llevan la botería. El apellido Mairal se ha perdido en los papeles pero no en el mercado ni en la historia porque la de Sariñena sigue siendo la Botería Mairal.

En este tiempo, las cosas en esta fábrica artesanal no han cambiado demasiado. El de confeccionar botas de vino es un proceso muy manual que apenas da pie a incorporar máquinas ni automatizar procesos. En cualquier caso, algo sí ha cambiado y los actuales dueños se han tratado de reinventar en la medida de lo posible. “En lo que hemos innovado es en la fabricación de botas serigrafiadas personalizadas, y ahora también las hacemos de serraje, de tela y con el interior de látex”, explica Alba.

"En lo que hemos innovado es en la fabricación de botas serigrafiadas personalizadas, y ahora también las hacemos de serraje, de tela y con el interior de látex"

Pero la bota de vino tradicional sigue siendo la más vendida. Se fabrica con piel de cabra, porque es resistente y porque su pelo ayuda a que la pez agarre bien. Este material es una especie de resina que sirve para impermeabilizar por dentro el recipiente evitando así cualquier fuga de líquido. Su mantenimiento no es muy complicado, pero sí requiere que se le trate con cariño. 

En la Botería Mairal se pueden encontrar estos productos tanto en su tienda física de Sariñena, que está en la propia fábrica, como en bodegas y establecimientos de toda España y, desde hace pocos años, también en internet. “La creación de la tienda 'online' ha sido nuestra última inversión importante porque, al final, hay que estar ahí. No da mucho dinero pero tampoco pérdidas”, resume Alba. Ella es natural de Sariñena pero, hasta coger el relevo a su tío Luis, vivía en Cuenca con su marido. “Los dos teníamos otros trabajos pero pensábamos en echar raíces y, cuando mi tío se iba a jubilar, le propusimos que nos enseñara el oficio para seguir nosotros”, recuerda. 

Al principio fue su marido Ismael quien se dedicó por completo al nuevo negocio, echando más horas de las que tiene el reloj. Mientras tanto, Alba trabajaba en otro sitio pero tuvieron a sus hijos y, sobre todo por cuestiones de conciliación, decidió incorporarse a la empresa familiar. De aquello hace ya 25 años y ahora son tres personas en la botería. El horario oficial de la tienda (avenida de Huesca, 11) es de lunes a viernes, de 8.30 a 2 y de 4 a 7 ó 7.30, y los sábados por la mañana. La establecimiento está en el mismo lugar donde se instaló por primera vez, en los bajos de la casa familiar de los Mairal y, mientras uno atiende al público, otro está cosiendo botas y un tercero, quizás, con papeleo en la oficina. 

Nicolás Mairal funó la Botería Mairal en 1898; a la derecha, Luis Mairal es el nieto del fundador y se jubiló en 1998.
Nicolás Mairal funó la Botería Mairal en 1898; a la derecha, Luis Mairal es el nieto del fundador y se jubiló en 1998.
L. Uranga /H. A.

Además de vender al cliente final, la Botería Mairal se nutre de otras empresas, como bodegas o paradores, que a su vez venden las botas en sus establecimientos. Son clientes que hacen grandes encargos por eso, en la botería de Sariñena, siempre se intenta tener stock disponible. “Fabricar las botas es un proceso laborioso y lleva su tiempo, porque hay que hacer muchos procesos, dejar que se seque la piel, dependes del clima, de si hace mucho frío o mucho calor…”, explica Alba. Esto hace que no sea posible estimar un tiempo concreto para la fabricación de una bota, pero el proceso completo lleva, al menos, una semana. 

“Fabricar las botas es un proceso laborioso y lleva su tiempo, porque hay que hacer muchos procesos, dejar que se seque la piel, dependes del clima, de si hace mucho frío o mucho calor…”

En su tienda se pueden comprar botas desde un litro de capacidad hasta otras de ocho, aunque estas últimas son por encargo, para ocasiones especiales. “Lo que más hacemos es de un litro, un litro y medio o dos, y se venden mejor las de color negro, porque es más sufrido y las manchas de vino apenas se ven”.  Aunque suene antiguo, las botas de vino siguen teniendo su público y en la Botería Mairal, al ser de las pocas que quedan en España, no les falta trabajo

En los últimos meses han notado cómo se encarecían sus materias primas, tanto la piel, como el hilo, la cuerda o el aceite de olivo, que también se emplea en el proceso. Pero donde más lo han sufrido es en el serraje. “Antes era lo más barato pero se ha incrementado mucho su coste. Hasta ahora, no hemos hecho revisión de precios para nuestros clientes, pero no tardaremos mucho en tener que hacerlo porque no se puede trabajar a pérdidas”, lamenta Alba. 

En su catálogo de productos hay desde botas desde 27 euros, que son las de tela de medio litro. Las tradicionales de piel cuestan entre 30 y 40 euros, dependiendo de la capacidad. Su público es variado, desde grupos de amigos que las compran para fiestas y romerías o como regalo de cumpleaños, al poderse personalizar. Esto lo han notado conforme se acercan las fechas de Navidad, cuando este tipo de encargos aumentan. Por lo demás, dice Alba que ya no hay picos de trabajo como sucedía antiguamente. “Para nosotros es mucho más fácil trabajar así, de forma más regular, porque si dos clientes de los grandes nos hacen a la vez un encargo de 400 unidades no podemos dar servicio a los pequeños”, explica.

Con 50 y 52 años, a Ismael y Alba les quedan todavía muchos años de trabajo por delante y, aunque sus hijos están ya enfocando su futuro laboral hacia otros derroteros, no se atreven a hablar del futuro. “Nunca se sabe qué harán porque la vida da muchas vueltas. Ni siquiera yo pensaba que acabaría aquí”. De momento, la familia Pérez-Riera mantiene vivo el apellido Mairal y el arte de la botería después de más de cien años de tradición.

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