Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Mujeres de ayer, vistas por mujeres de hoy

Buscan agujas en pajares. Cuatro investigadoras siguen la pista de mujeres que vivieron hace siglos, para darles voz de nuevo y reconstruir su historia, a veces desdibujada.

Ana Morte y Laura Malo (a la izquierda) y Rebeca Carretero y María Ángeles Montanel (a la derecha) flanquean el cuadro ‘La Escuela de las Vírgenes’, en el Museo de Zaragoza.
Ana Morte y Laura Malo (a la izquierda) y Rebeca Carretero y María Ángeles Montanel (a la derecha) flanquean el cuadro ‘La Escuela de las Vírgenes’, en el Museo de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Pasado y presente se iluminan mutuamente. Es algo que siempre explica en clase Ana Morte Acín, a sus alumnos de Historia Moderna: "El presente ilumina el pasado porque, sin las preguntas que tú te haces hoy sobre él, quedaría en la oscuridad; y, a su vez, nosotros mismos nos explicamos conociendo el pasado, para saber cómo hemos llegado, por qué somos como somos". 

En su caso, esas preguntas que se hace, "como mujer del siglo XXI, no son las mismas que me haría si hubiera nacido hace dos siglos". Sus investigaciones sobre la religiosidad femenina y la construcción de la imagen de la santidad en la Edad Moderna la llevaron hasta la Universidad de Monterrey (México), tras los pasos de Sor María de Ágreda y por cuenta propia. Pero, en el fondo, antes en la Queen Mary University de Londres (Reino Unido) y en la Universidad de La Rioja y ahora en el grupo de investigación Blancas de Unizar, "trato de hacerme preguntas que me explican a mí misma".

Y así, pregunta a pregunta, respuesta a respuesta, descubre que, aunque lógicamente no podríamos coincidir en muchos de los valores y las formas de vida con las mujeres del siglo XV o XVI, "puedes ver que muchas, cada una a su manera, han buscado la forma de tener voz, de ser libres o intentar vivir, en los márgenes que tenían, como consideraban. Saber que ha habido otras antes que tú te permite colocarte en una cadena, porque no partimos de la nada, no estamos empezando siempre de cero las mujeres, como a veces parece". Sus preguntas de historiadora tienen que ver con la reivindicación de la identidad y de la voluntad, ya que, "si no tenemos conciencia de esos eslabones anteriores, de una genealogía del pasado, parece que siempre somos las primeras en hacer las cosas, sin tener nada detrás, y te crea la sensación de estar como de intrusa, en un sitio que no te pertenece".

Conscientes de sus derechos

Ya en la época que centra las investigaciones de Ana Morte había en algunas mujeres conciencia de sus derechos. En el archivo del monasterio de las Canonesas del Santo Sepulcro de Zaragoza, la historiadora encontró la determinación de las hermanas Juana y Petronila Tarazona. "Muy conscientes de los derechos sobre su patrimonio", dejaron por escrito qué obras pías querían que se realizasen con el dinero que habían heredado y fue Petronila la que, muerta su hermana, tiene que pelear por que esos deseos se cumplieran. Pese a que le cuesta enfrentarse con parte de su familia y contradecir al prior de la orden, "ella no cede, no rebla, quiere hacer lo pactado con su hermana", y lo consigue.

Retrato de las hermanas Juana y Petronila Tarazona
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Fuera del siglo, pero en el siglo

Este retrato de las hermanas Juana y Petronila es una rareza tratándose de religiosas; se conserva en el monasterio de las Canonesas del Santo Sepulcro. Fue uno de los muchos conventos de monjas que, cuando el concilio de Trento les impuso la clausura –un siglo antes de que ingresaran las Tarazona– se rebelaron, apoyadas en los pleitos por sus pudientes familias. De dos en dos, pasearon su insumisión ante el palacio arzobispal saliendo a por rosas a una huerta cercana; pleitearon, apelaron al nuncio, al papa y, finalmente, a las ‘antiguas’ se les reconoció su derecho a continuar como habían vivido hasta entonces: fuera del mundo, pero en el mundo.

Para conocerlas a ellas y oír hablar de religiosidad y mecenazgo femenino en el siglo XVII, se llenó en octubre la iglesia de San Nicolás, en la segunda conferencia del ciclo ‘Mujeres protagonistas’. Que más de cien personas "vinieran a oírnos hablar de monjas es maravilloso", exclama Morte, contenta. Les agradó también ver que no conocían a la mayor parte de las personas asistentes. Comprobado: la fórmula de divulgar la historia buscando una escenografía vinculada con la mujer protagonista de cada charla consigue atraer un público nuevo, más allá del ámbito académico, que descubre enclaves tan emblemáticos como el monasterio de las Canonesas, un remanso de paz en pleno centro de la ciudad. 

Al mismo tiempo que proporciona visibilidad a mujeres del pasado vinculadas con Aragón, rescatando del olvido nombres femeninos destacados en la construcción de nuestra historia, este ciclo da a conocer la mirada de investigadoras actuales dedicadas al estudio artístico, literario o histórico, ligadas a distintos grupos de investigación del Instituto de Patrimonio y Humanidades de la Universidad de Zaragoza.

Las investigadoras, junto al ‘Retrato doble de matrimonio’ de Lavinia Fontana.
Las investigadoras, junto al ‘Retrato doble de matrimonio’ de Lavinia Fontana.
Guillermo Mestre

Invisibles

Estrenó el ciclo, en el Museo de Zaragoza, una pintora que no es aragonesa sino italiana, pero que, nadie sabe muy bien por qué, tiene una obra colgada allí. Un pequeño ‘Retrato doble de matrimonio’, realizado en óleo sobre cobre, que se ha atribuido a la italiana Lavinia Fontana (1552-1614). Es un misterio por qué llegó esta pintura al museo de Zaragoza, donde consta que ingresó en 1828 como depósito de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Su autora fue una figura célebre en su momento, pero esa fama no impidió que luego fuera olvidada por la historiografía. "Ahora nos parece que es una mujer desconocida, que la acabamos de descubrir, y resulta que no, fue famosa y se convirtió en pintora oficial del papa Clemente VIII", relata Rebeca Carretero Calvo, profesora de Historia del Arte de Unizar, especialista en arte aragonés de los siglos XVII y XVIII. ¿Por qué se volvió invisible? A su muerte, a estas mujeres artistas "no las metieron en el canon y las dejaron de estudiar", apunta Morte, y de este modo, por cómo se ha contado la historia, desaparecieron de la memoria colectiva. 

Medalla acuñada en honor de la pintora Lavinia Fontana
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De la fama al olvido

La pintora italiana Lavinia Fontana fue una celebridad en vida, tanto en su Bolonia natal como en Roma, donde fue pintora oficial de la corte del Papa Clemente VIII. Tanta fue su fama que, en 1611, se acuñó esta medalla en su honor. Tras su muerte, fue olvidada por la historiografía.

Carretero explica este truco de magia a la luz de lo ocurrido a partir del siglo XIX, ya que, "aunque desde tiempos ancestrales las mujeres habían sido consideradas inferiores a los hombres física e intelectualmente, es en el XIX cuando se separan totalmente, en educación, las niñas y los niños, esa segregación sexual hizo que quedaran absolutamente borradas de la historia". En un momento "muy importante para las humanidades, cuando la historia del arte se desarrolla como disciplina, las mujeres artistas ya no tienen cabida en ella y se enfoca desde el punto de vista del hombre, del varón". 

Desde hace un tiempo, investigadoras como ella, las han buscado y encontrado y las están dando a conocer. Ahora, Carretero está siguiendo la pista de Ana de Casanate y Espés, una noble aragonesa, de Tarazona, que tuvo acceso a una formación artística y fue poeta y pintora. "Era habitual que, como parte de la alta cultura, buenos modales y educación que se esperaba de ellas, las jóvenes nobles recibieran no solo clases de música y danza, sino también de pintura". Tras quedar viuda, tuvo un desliz amoroso con otro noble aragonés, el Marqués de Ariza, y tuvo un hijo –que llegaría a ser beato, Juan de Palafox y Mendoza, virrey de Nueva España y arzobispo de México–. Sus poemas, firmados, forman un pliego que esta investigadora ha estudiado. Desarrolló su faceta de pintora en el convento de carmelitas descalzas donde ingresó, arrepentida, pero Carretero no ha conseguido localizar su firma en ninguna obra, así que, por ahora, no ha podido continuar con ese rastro.

Una mujer ilustrada

A María Ángeles Montanel Marcuello, profesora interina de Economía en el instituto Grande Covián, le da coraje "lo que veo en las aulas, un machismo no muy evidente, una sutileza que hace que no siempre sean un espacio de igualdad; a veces las chicas no se atreven a opinar o decir lo que piensan porque prefieren un perfil bajo, mantenerse en segundo plano; ¿le ocurriría lo mismo a Josefa Amar y Borbón al entrar en la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País en 1782 o en la Matritense poco después? –se pregunta–. Esas sutilezas no te van a aparecer en ningún papel".

Josefa Amar y Borbón, junto a la madre Rafols y la condesa de Bureta, en el monumento del Portillo a Agustina Zaragoza y las Heroínas
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Rostros que son y que no son

No se ha conservado ningún retrato de Josefa Amar y Borbón, aquí idealizada junto a la madre Rafols y la condesa de Bureta, en el monumento del Portillo a Agustina Zaragoza y las Heroínas. Largo tiempo se le había atribuido el retrato de la que ahora sabemos que es otra escritora, Patrocinio de Biedma y la Moneda.

Aunque su figura no es especialmente desconocida, Josefa Amar y Borbón (1749-1833) será la siguiente ‘Mujer protagonista’ de una charla para la que ya hay fecha y escenario: 26 de enero, a las seis de la tarde, en la iglesia del Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Fue una mujer muy polifacética, su figura como escritora es lo que más se conoce, así como su papel durante los Sitios, pero Montanel tratará "su perfil de mujer caritativa, que, a través de organizaciones como la Hermandad de la Sopa, cuida a enfermas del hospital o contribuye a rehabilitar a mujeres presas en la galera, nombre que se daba entonces a la cárcel, aunque siempre sin salirse de los cánones de lo que se esperaba de ella como mujer de clase social alta". 

Sin duda, ya fuera desde estos ángulos caritativos o desde sus escritos –‘Memorial Literario, Discurso en defensa del talento de las mujeres y de su aptitud para el gobierno y otros cargos en que se emplean los hombres’ (1786) y ‘Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres’ (1790)–, esta mujer ilustrada "se preocupó por mejorar la vida de las mujeres". Atendiendo a sus palabras, "parece que estés leyendo a Simone de Beauvoir".

Agujitas en pajares

Doctoranda del programa Historia, Sociedad y Cultura, Montanel compagina como puede sus clases en el instituto de Las Fuentes, la preparación de oposiciones y la tesis, enfocada hacia la ‘Pobreza y marginalidad: la cofradía de Santa Fe y su labor asistencial en la Zaragoza del siglo XVII’. Le interesan este tipo de instituciones asistenciales, los hospitalicos para niños huérfanos, la Casa de la Misericordia, las casas de recogidas y arrepentidas..., desentrañar esas redes de solidaridad de cuando no había estado del bienestar. En ellas, "parece que la mujer se va abriendo camino, es como encontrar agujitas en pajares" y, como investigadora, la ponen también tras la pista de la gente que no deja huella en las fuentes, personas anónimas que pasaron desapercibidas en la historia porque no dejaron documentos.

Porque en su ciclo de conferencias, estas investigadoras tienen las intención de que "haya de todo: nobles, canonesas, pintoras, ilustradas y también prostitutas y mujeres sin nombre que trataron de salir adelante". Raquel Cuartero, profesora de Historia en el IES Pedro de Luna, dedica su tesis a las mujeres transgresoras en la Zaragoza de los siglos XVI y XVII.

Poderosas

Y mientras unas sobrevivían en los márgenes de la historia, otras mujeres ejercían su poder. El libro ‘Nobleza en femenino. Mujeres, poder y cultura en la España moderna’ recoge el trabajo de Laura Malo Barranco, profesora de Historia Moderna en Unizar. María del Pilar Silva y Palafox (1766–1835), Condesa de Aranda, Duquesa de Alagón y Condesa de Castelflorido, fue "la última mujer que investigué en mi tesis, y tenía una deuda con ella, porque salta a la edad contemporánea y me faltaba por estudiar la mitad de su vida". Y en ello está (ahora en paréntesis por su baja maternal). Protagonizará en primavera la cuarta conferencia del ciclo. La documentación le habla de "una mujer que toma decisiones y gestiona un patrimonio muy grande; es un personaje muy completo, hace muchas cosas, pasa por momentos difíciles y mantiene su posición privilegiada".

Retratos de doña Rafaela Palafox, madre de doña María del Pilar, y de su tío don Felipe Palafox, marqués de Ariza y padrino de su boda, en el Museo Goya
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Una esmerada educación

La madre de María del Pilar Silva y Palafox, Rafaela (que aquí vemos retratada por Ramón Bayeu), cuidó la educación de sus hijas. Por su casa de Madrid pasó Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, autora de ‘La bella y la bestia’, y allí dejó a una discípula para educar a María Pilar y sus hermanas en varios idiomas.

Ejerció como condesa de Aranda y, a la muerte de su esposo, como usufructuaria de sus bienes en el Reino de Aragón, que se encargó de administrar personalmente. Llegó a ser presidenta de la Junta de Damas de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Allí tuvo ocasión de lucir su erudición al aceptar el encargo de examinar la traducción de la marquesa de Espeja de la obra de Erasmus Darwin sobre la educación de las mujeres. Vuelta a casar con el duque de Alagón, fue una dama muy cercana a la reina María Cristina.

La línea de investigación de Malo descubre "a estas señoras nobles reivindicando un espacio y actuando con una voz propia que tratamos de rescatar". Esto nos permite verlas como "mujeres poderosas, con capacidad de gestionar las familias, los linajes, como parte de esa cultura cortesana en la que también movían hilos". Su colega Ana Morte recuerda que, "en la familia real de los Austrias, contaron mucho con las mujeres, las hacían trabajar; cuando Carlos I estaba de guerras, dejaba a Isabel de Portugal de regente; aunque deberíamos hablar de la monarquía de Carlos e Isabel, hablamos de ellos solos, que eran los reyes, pero en su práctica política se apoyaban en las mujeres de su familia. Eso se va oscureciendo y desdibujando y ahora ves cuadros de mujeres guapísimas con vestidos maravillosos y nada más".

Viendo las reinas y princesas de ‘Juego de tronos’ y 'La casa del dragón', su marido le decía a Laura Malo: "Mira, son tus mujeres nobles". Y ella ve evidente el paralelismo con "esas mujeres fuertes intentado colocar a sus hijos en posiciones de poder, organizando una corte, luchando por tener un protagonismo". Su hijo Hugo, de tres años, y la pequeña Candela "van a crecer viendo a su madre investigar sobre mujeres, dando valor a mujeres del pasado". 

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