El calor de otoño merma a algunos negocios y alarga la vida de otros

Las heladerías venden más que otros años a estas alturas, pero las tiendas de ropa y las zapaterías ven reducidos sus ingresos por culpa de las altas temperaturas.

Aldo Todon, en Helados Italianos Aldo.
Aldo Todon, en Helados Italianos Aldo.
Rubén Losada

No pasa nada por confesarlo. Algunos todavía guardan helados en sus congeladores, y no es para menos. Los más madrugadores tienen que salir abrigados de casa ya que refresca por la mañana, pero al mediodía la sudadera o la chaqueta ya vuelve a la mano. El calor se ha alargado más de la cuenta este 2022 -y parece que habrá que acostumbrarse- y algunos negocios aragoneses ya notan sus efectos, tanto para bien como para mal. Ya no es extraño ver las terrazas de las heladerías llenas a media tarde a pesar de estar a punto de entrar al mes de noviembre. No obstante, algunas tiendas como las de zapatos o textiles se han visto mermadas por los altos mercurios, ya que han cambiado todos los artículos de temporada y no se están vendiendo al mismo ritmo que otros años.

En la zaragozana calle Don Jaime está la heladería italiana Aldo, regentada por Aldo Todon. Él mismo hace gesto de sorpresa con las cejas al ser preguntado por si vende más que otros años a estas alturas. Con una sonrisa de oreja a oreja, situado justo delante de los sabores de helados, dice: "Estamos vendiendo bastante más". Por este motivo, el negocio aguantaría todavía más tiempo de lo normal. "Igual aguantamos una semana más. Normalmente, después de las Fiestas del Pilar la cosa cae en picado, pero este año se ha mantenido hasta ahora y seguimos vendiendo", explica el dueño. Los clientes aparecen, sobre todo, al medio día, cuando salen de trabajar o vuelven de clase a casa, y al final de la tarde, por el mismo motivo. De hecho, el pasado jueves los termómetros rozaron los 30 grados, una cifra anómala en octubre, y eso que por suerte no asomaba el sol.

La sonrisa que refleja en la cara Begoña García, por su parte, no es de felicidad. Al contrario. Una mueca irónica, ya que las altas temperaturas en otoño merman las ventas del negocio en el cual trabaja, Calzados Silvio, también en esta calle del centro. Una clienta, antes de marchar del establecimiento, le pregunta: "¿Pero no vais a cerrar, no?", a lo que la dependienta responde: "Si sigue haciendo este calor, tendremos que cerrar porque ya no nos quedarán sandalias". García confiesa que no, que no va a bajar la persiana por esta tesitura, pero que sí que les ha afectado "muchísimo". "Nos gustaría estar vendiendo lo que realmente vendemos en esta época", le dice Begoña a la cliente. Para ponerlo en cifras, García detalla que, en una mañana normal, venderían "20 o 30 pares de calzados" y la misma cantidad por la tarde. "Esta mañana no hemos vendido nada", se lamenta. "Si sigue haciendo calor, dentro de cuatro días la gente se espera a las rebajas, que se van a tener que adelantar como ya ocurrió el año pasado", detalla García. También cree que se adelantará el popular Black Friday.

Begoña García, dependienta de Calzados Silvio.
Begoña García, dependienta de Calzados Silvio.
R.L.

"Estaríamos vendiendo a tope"

El problema reside en que la zapatería recibe el género de invierno en julio, mientras todavía se venden sandalias. "Antes, el verano en Zaragoza duraba tres meses. Ahora es de seis y pronto será de nueve", opina esta dependienta. "Como se compra con tanta antelación, esto no es previsible. No puedes pedir que te hagan sandalias, lógicamente", dice. Tendrían que estar vendiendo "a tope", pero no está siendo así. Sí que es cierto que la campaña de verano ha funcionado "muy bien", y la tienda ha vendido todo, "pero esto no funciona así". Además, cabe recalcar que, con el calor, los pies se dilatan y se hacen más grandes. "Viene gente que se compra una talla 39 y a los días vuelve a cambiarla porque con la diferencia de temperatura el pie se hace más pequeño", atestigua Begoña García. La solución no la tiene clara. "A este paso, tendremos que tener todo tipo de calzado a lo largo de todo el año. Sandalias, zapatos de entretiempo y botas los 365 días al año", espeta. Curiosamente, en Pilares agotaron el género estival los extranjeros que visitaban la capital aragonesa, ya que venían con ropa más abrigada "y al llegar aquí vieron que hacía mucho calor, por lo que se compraban sandalias de cualquier color".

Beatriz Villar, de la tienda de ropa Makanui.
Beatriz Villar, de la tienda de ropa Makanui.
R.L.

"Solo tengo un par de abrigos"

Bajando hacia la plaza del Pilar por esta misma calle se encuentra la tienda de moda femenina Makanuï. Beatriz Villar. Los textiles también se han resentido por las altas temperaturas de otoño, aunque este negocio no lo ha notado "tanto" ya que todavía muestran ropa más ligera y de entretiempo en sus escaparates. "Nosotros sacamos ropa de poco en poco, por lo que hemos podido traer género acorde al tiempo que hace", explica Beatriz Villar. Los clientes, sin embargo, hacen todo tipo de peticiones: "Es depende del tiempo, hay gente que te pide cosas de invierno, otros que siguen con cosas de verano". No obstante, Villar dice que, otros años y a estas alturas, habían sacado muchos más jerseys y abrigos. "Si hubiéramos sacado toda la ropa de invierno ahora, ni de lejos habríamos podido salvarlo", reconoce. El calor no solo fue una pesadilla en verano, sino que ahora también está presente en otoño. "A ver si llega ya el invierno", expresan las tres personas que hablaron con este diario.

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