Así vivieron el triunfo de Felipe González de 1982 Lambán, Sada, Marraco, Rosa Serrano, Sánchez Quero y Carmen Solano

El barón socialista aragonés no acudirá al homenaje de Sevilla porque "no han invitado a los presidentes autonómicos" y el PSOE-Aragón tendrá el suyo propio el 8 de noviembre

Felipe González, en el mitin que ofreció en octubre de 1982 en La Misericordia.
Felipe González, en el mitin que ofreció en octubre de 1982 en La Misericordia.
Heraldo

Fue una victoria épica, que permitió culminar una Transición ejemplar y modernizar el país. Y eso que a la desbordante alegría inicial le siguieron años difíciles, con una situación económica compleja y paro por una necesaria reconversión industrial. Dicen que la mayoría absoluta de Felipe González se veía venir también en Aragón, donde logró 9 de 14 escaños. Dirigentes socialistas de entonces y de ahora señalan que quedó claro tras el multitudinario mitin de la plaza de toros, que congregó a 20.000 zaragozanos y otros tantos miles fuera. Había "ríos de personas", detalla Carmen Solano, la primera diputada de Aragón en el Congreso, en un acto que fue "una hermosura".

Aquel histórico 28 de octubre discurrió para Javier Lambán entre una mesa electoral, de la que fue designado interventor, y las calles del Ejea que recorrió al pie de la noticia como corresponsal del diario El Día. "Había una ilusión y un entusiasmo desbordante. Nadie tenía duda de que iba a haber un triunfo arrollador del PSOE de Felipe González, que pasó la campaña anunciando un cambio para España", detalla. Celebró la victoria "hasta altas horas de la madrugada", contagiado de la "ilusión colectiva" que había despertado la "apabullante victoria". Aunque hubo gente que más tarde se sintió "defraudada" por el referéndum de la OTAN y una reconversión industrial "muy dolorosa", señala.

En aquellos gobiernos se tomaron decisiones "trascendentales", sostiene Lambán, que defiende que "los diez primeros años de Felipe cambiaron la historia de España". "Nadie duda de que es el político más importante de la España contemporánea. Cambió España para bien, instauró el Estado del bienestar y lo convirtió en un país con prestigio en el mundo", advierte. Su balance, visto retrospectivamente, es "muy positivo" y fue "la culminación perfecta de la Transición" que, como comentó con el papa Francisco el miércoles, "es uno de los elementos más apasionantes y admirables que ha habido en España".

La admiración de Lambán por González surgió en un mitin en Zaragoza en 1977 al que acudió como "beligerante anarquista" y del que salió "reconvertido". Y en poco más de una hora. "Era seductor, con ideas claras y un carisma impresionante" que aún reconoce en él, con quien sigue en contacto.

Felipe González en el mitin que dio en 1982 en Zaragoza.
Felipe González en el mitin que dio en 1982 en Zaragoza.
HERALDO

Lambán no irá al homenaje a González, porque "no le han invitado"

No asistirá Lambán al homenaje del PSOE en Sevilla porque "no se ha invitado expresamente a los presidentes autonómico". Y aunque se la hubieran mandado, tampoco podría. "Llevo unos días enfrascado en asuntos, el miércoles en Roma hoy (por ayer) en Madrid, necesito el fin de semana entero y verdadero para prepararme el discurso del debate de la Comunidad", señala. El homenaje del PSOE-Aragón a Felipe González tendrá lugar el 8 de noviembre, en Zaragoza, en un espacio y formato aún por decidir.

En Madrid, bajo el balcón de la suite 110 del hotel Palace al que se asomaron González y Alfonso Guerra, vivió el triunfo electoral del PSOE el presidente de las Cortes, Javier Sada. "Estudiaba en la Complutense y fui testigo como un ciudadano más de aquella gran noche", rememora. Se vio envuelto en un ambiente de "ilusión", de "ganas de cambiar todo", aunque pasarían años antes de que optara por el PSOE a la alcaldía de Ateca.

La presidencia de Felipe González fue, para Sada, "la más importante para la modernización de España en años; para una transformación necesaria e imprescindible, que empezó con unos meses complicados por una economía muy tocada, con riesgo para la democracia y la obligación de construir un Estado social".

Trece años tenía la delegada del Gobierno en Aragón, Rosa Serrano, que fue al colegio electoral con su madre, viuda, y sus cuatro hermanas, siguiendo un mismo ritual comicio tras comicio. "Empezaba a curiosearlo todo" y a "entender la riqueza de la democracia" pues, aunque explica que nadie en su familia se dedicaba a la política, eran "muy políticos" y la educaron en la importancia de votar. Como anécdota recuerda que una de sus hermanas, de viaje en Grecia, llamó para comprobar si de verdad había ganado el PSOE.

Tampoco creían en el Gobierno Civil a Santiago Marraco, secretario general del PSOE-Aragón por aquel entonces, cuando les dijo que habían ganado las elecciones con mayoría absoluta, tras reportarle Alfonso Guerra el resultado de la "‘encuesta israelita", que correspondía a los 50 primeros votos. Durante la campaña habían detectado que "había ganas de apoyar a un partido con poder suficiente para gobernar sin problemas", detalla el expresidente autonómico. El papel que jugó en 1982 el PSOE era similar al que desempeña ahora. Al estar entre el País Vasco y Cataluña, Marraco explica que era "contrapeso frente al independentismo y un puente a Europa, por su especial relación con el sur de Francia".

Se acababa de licenciar de la mili el presidente de la Diputación de Zaragoza, Juan Antonio Sánchez Quero, y preparaba unas oposiciones para el Ministerio de Justicia mientras dirigía la agrupación local del PSOE en Tobed, para optar a la alcaldía. "Vivimos aquella noche con una enorme ilusión. Fue un gran triunfo de la izquierda y una oportunidad para la apertura definitiva de un país. Cuarenta años después, de esa época siente un "gran orgullo de ser socialista por la transformación tan brutal que experimentó España".

Carmen Solano, con Ramón Sáinz de Varanda (en el centro) y dirigentes socialistas, el 28-O de 1982.
Carmen Solano, con Ramón Sáinz de Varanda (en el centro) y dirigentes socialistas, el 28-O de 1982.
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Pero la más feliz de todos ellos fue, en aquel momento, la diputada Carmen Solano. "Se veía venir que o ganaba el PSOE o se podía montar la marimorena. Se había concentrado el voto en el PSOE, la UCD se había roto, Adolfo Suárez lideraba otro partido, Calvo Sotelo había dado paso a Landerino Lavilla", explica. Recuerda que en los mítines se veía cómo "respiraba el personal» y con qué ánimo venían. El de la plaza de la Misericordia sirvió de confirmación. Apenas 17 mujeres ocuparon los escaños del Congreso e "hicieron piña". "No éramos ningún florero. Todas nos habíamos ganado el puesto. Éramos poquitas, pero buenas", recalca Solano, protagonista aragonesa de aquella intensa era.

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