María Ángeles Espinosa: "España iba por buen camino con los ODS, pero la covid lo tumbó"

María Ángeles Espinosa (1965) es presidenta del Comité de Estudios de Unicef y profesora de Psicología Evolutiva en la Universidad Autónoma de Madrid.

María Ángeles Espinosa, presidenta de formación en Unicef
María Ángeles Espinosa, presidenta de formación en Unicef
Oliver Duch

¿Cómo se inculca a un niño los Objetivos de Desarrollo Sostenible?

Llevamos muchos años intentando explicar a la ciudadanía qué es eso de la Agenda 2030 y los ODS. Se han hecho muchas experiencias con aliados, centros educativos, empresas... Pero quizá para los niños y para la ciudadanía sea un concepto demasiado abstracto. Por eso es mejor hablar de pobreza, de igualdad, de trabajo digno, de equidad de género, que son elementos que tanto los niños como la ciudadanía en general entienden porque forman parte de su vida cotidiana.

¿Cree que en España se conciencia lo suficiente sobre los ODS?

En España hemos pasado por distintos periodos. Después de que en 2015 se estableciera la hoja de ruta que compromete a todos los países, España tardó mucho tiempo en ponerse a trabajar. Pasado ese periodo, vino uno en el que se tomaron en serio estos ODS y se llegó a nombrar un alto comisionado y en el que depositamos muchísima confianza. La pandemia de la covid ha hecho que se ralenticen estos logros conseguidos y si no se establecen metas e indicadores claros hay un riesgo de que la agenda no se pueda cumplir. Íbamos por buen camino, pero la pandemia lo tumbó.

Es experta en temas relacionados con los derechos y necesidades en la infancia y adolescencia. ¿Cómo fue esta etapa para usted?

Recuerdo una infancia feliz. Si yo ahora sacase ese catálogo de necesidades que explico a los estudiantes en la universidad sobre qué es aquello que los niños y niñas tienen que tener de manera irrenunciable para despegar al máximo su potencial de desarrollo, creo que mis padres me lo dieron. El cariño, el apoyo, la supervisión, el control... Lo que podía echar de menos es la autonomía, que identificamos con el derecho de los niños a participar, a tomar decisiones, a que te consulten... Quizá eso no era tan frecuente en mi infancia. Eran otros tiempos y modelos educativos.

"Es mejor hablar de pobreza, de igualdad, de trabajo digno, de equidad de género, que son elementos que tanto los niños como la ciudadanía en general entienden porque forman parte de su vida cotidiana"

¿De dónde nace su necesidad de hablar sobre este tema?

Conseguí una beca para hacer mi tesis doctoral, que era sobre conocimiento espacial en niños ciegos o invidentes. Estaba en un grupo de investigación sobre procesos cognitivos y nos interesaba ver los procesos psicológicos superiores en personas invidentes. A esa tarea dediqué muchos años de mi formación. Después, por avatares del destino, empecé a tener contacto con Unicef y pensé en cómo podía combinar ese interés por la infancia diferente con este nuevo enfoque de niños y niñas que no tenían ningún tipo de discapacidad, pero que podían ver afectado su desarrollo por cuestiones sociales, económicas, culturales, políticas.

¿Cuál es su reivindicación en relación a los derechos de la infancia?

La reivindicación que me parece más necesaria es que no pensemos en garantizar a los niños sus derechos desde fuera. Que sean ellos los que tengan herramientas, capacidades, nuestra ayuda, para ejercer todos estos derechos, pero tomando decisiones acerca de ese ejercicio adecuado. Eso requiere un proceso porque cuando un niño nace es muy pequeño, pero creo que ese derecho a ser oído y escuchado y el derecho a la participación deberían ser siempre nuestros dos referentes para trabajar con los niños y niñas.

¿Todavía hay secuelas de la pandemia en la salud mental de los jóvenes?

Sí. Todavía hay secuelas en toda la ciudadanía, pero las personas mayores y los jóvenes son los colectivos más afectados por razones diferentes. Toda esta sensación de miedo, incertidumbre, soledad, aislamiento... ha impactado en los mayores de una manera y en los jóvenes de otra. En la adolescencia, la identidad se construye con los otros. Con esa necesidad de afecto, de calor, de cercanía... y todo eso se ha perdido durante mucho tiempo.

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