Cataluña

Aragonès gobernará solo tras la salida de Junts y la ruptura del bloque del 'procés'

El president catalán, ahora con solo 33 de los 135 escaños del Parlament, tratará de agotar la legislatura con un Gobierno monocolor que incluirá independientes.

Comparecencia de Pere Aragonès este viernes
Comparecencia de Pere Aragonès este viernes
Efe

Terremoto en la política catalana. Justo el día en que el Govern de ERC y Junts, gobernado por Pere Aragonès, cumplía 500 días desde su toma de posesión, saltó por los aires. Con un 79% de participación, la militancia postconvergente decidió este viernes que el partido de Carles Puigdemont y Laura Borràs salga del Ejecutivo catalán. El resultado fue claro y contundente: el 55% de las bases junteras votó a favor de la ruptura frente al 42% que se decantó por mantener la coalición con Esquerra.

La salida del Govern fue inmediata. Tras la consulta, Junts convocó a su cúpula y los consejeros del Ejecutivo comunicaron su renuncia al presidente de la Generalitat. Borràs cogió las riendas del partido y anunció que los junteros pasan a la oposición "firme y responsable". "Junts gana y Aragonès pierde", concluyó la presidenta postconvergente. La formación nacionalista insinuó que el president debería convocar elecciones o someterse a una cuestión de confianza. "El Govern de Aragonès ha fracasado, ha perdido la legitimidad democrática", incidió Borràs.

La salida de Junts obliga a Aragonès a gobernar en solitario. Será un Ejecutivo monocolor con independientes. Las elecciones están descartadas. Pasadas las nueve de la noche, Aragonès compareció desde la galería gótica del Palau de la Generalitat. Su mensaje fue claro: su intención es agotar la legislatura. "Sería irresponsable dejar el país sin gobierno", afirmó, tras ver cómo su mayoría se limita ahora a 33 escaños de los 135 del Parlament. "A la ciudadanía no se le sirve abandonando responsabilidades", censuró a Junts.

El president anunció que se abre una nueva etapa en Cataluña y que en los próximos días renovará el Consejo de Gobierno con nuevos integrantes. "La designación se hará con celeridad", expresó. Su objetivo es "completar el resto de la legislatura" y los consejeros, según señaló, serán de la órbita soberanista. Pero no dio más pistas.

El 'efecto Puigdemont' fue decisivo en la consulta de Junts. El expresidente de la Generalitat sigue siendo el líder del partido y el máximo referente. Su opinión fue determinante. Pesó el sentimiento extendido en una buena parte del independentismo de que ERC ha renunciado a la vía unilateral, ha apostado por el diálogo con el Gobierno y ha aparcado el 'procés'. La rama más radical de Junts consiguió convencer a los suyos de que no podían seguir en un Gobierno que no pone la proa mirando a la secesión. La retórica más unilateralista ganó la batalla. El gen convergente claudicó ante el espíritu cupero de los líderes de Junts que proceden del activismo y no tienen tradición de partido.

También influyó el amago de escisión que había verbalizado el entorno de Laura Borràs, aunque el partido sale de su referéndum profundamente dividido. Jordi Turull, secretario general, queda en una posición muy débil, derrotado por Borràs, que en el congreso interno se desinfló pero vuelve a reforzarse ahora. Puigdemont ha impuesto su criterio: siempre ha estado en contra de gobernar con ERC si la Presidencia era republicana y, en cuanto ha podido, ha ejecutado la ruptura.

La presidencia de Junts, Rosa Borrás, y el secretario general del partido, Jordi Turull
La presidencia de Junts, Rosa Borrás, y el secretario general del partido, Jordi Turull
Efe

Sorpresa en el Palau

Con la cabeza, los republicanos no querían la salida de Junts; con el corazón, sí. En cualquier caso, no se esperaban que sus socios se atrevieran a romper la baraja. Tenían todos los supuestos abiertos, pero en el Palau de la Generalitat cayó como una sorpresa la decisión de la militancia juntera.

Esquerra ya está en el escenario que deseaba desde hace meses, en que buscaba la manera de divorciarse de Junts y poder ratificar su apuesta pragmática. La situación, no obstante, es muy complicada para el presidente de la Generalitat, que ha apostado fuerte en este envite de los postconvergentes. Se negó a ceder a las exigencias de sus socios y ahora tendrá que llamar a la puerta del PSC y los comunes. Tratará de llegar hasta el final de la legislatura, si bien la cuadratura del círculo que propone y la geometría variable con solo 33 diputados va a ser un continuo campo de minas.

Los socialistas ganarán centralidad y pueden ofrecer su apoyo al Govern a cambio de que ERC respalde los Presupuestos de Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno, desde Praga, defendió este viernes la "estabilidad". Pero la alianza entre ERC y el PSC puede estar cargada de complicaciones, pues serán competidores directos en las municipales de mayo. Aragonès, en cualquier caso, tiende la mano a todo el mundo.

Ya por la noche habló de nueva etapa. Las consultas las carga el diablo y las consecuencias de la que celebró ayer la formación nacionalista son de calado: rompe el Gobierno catalán, dinamita el pacto independentista en vigor desde 2012, y quiebra por primera vez la dinámica de bloques graníticos del 'procés'. Desde 2012, la política catalana ha estado dividida en dos bandos: el independentista y el no soberanista. Ahora, en teoría, habrá un giro a la izquierda. ERC deberá además romper el cordón sanitario contra el PSC que las fuerzas secesionistas rubricaron en la última campaña electoral.

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