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Una familia de Épila dona una silla de ruedas para el herido de guerra ucraniano

Maxym agradece el gesto porque le cambia su vida "un cien por cien". Van a amputarle una pierna en los próximos días.

Maxym, herido de guerra ucraniano, con la voluntaria Inga Yakorleva, esta mañana al salir del Hospital Militar donde le dejaron la silla de ruedas donada por una familia de Épila.
Maxym, con la voluntaria Inga Yakorleva, este viernes al salir del Hospital Militar donde le dejaron la silla de ruedas donada por una familia de Épila.
R. J. C.

Maxym, de 42 años, y natural de Zaporiyia, lleva cinco meses en Zaragoza. Llegó aquí con un grupo de heridos ucranianos. A él le estalló una bomba cerca, no lo mató pero le va a dejar marcado de por vida. Los médicos han intentado salvarle la pierna pero ha sido imposible. En los próximos días, la perderá.

Pero su movilidad ya es muy reducida. Tanto que a veces no sale a comer o a cenar por temor a romperse la pierna que conserva. Así que, con la ayuda de una compatriota que lleva 21 años en Zaragoza, pidió desde HERALDO que alguien le ayudase y le facilitara una silla de ruedas con la que poder salir e ir a los hospitales.

La noticia que publicó HERALDO ha provocado una avalancha de llamadas, unas al Hospital Militar y otras este periódico para ofertar diversas soluciones a la situación de Maxym.

En cuestión de horas una familia de Épila dejó una silla de ruedas eléctrica en el Hospital Militar, allí fueron a recogerla y la recibió Maxym a través de la Asociación Ucraniana de Residentes de Aragón (AURA). Necesita la silla para sus traslados al hospital y para poder salir a comer y cenar desde el céntrico hotel de Zaragoza donde reside, desde hace cuatro semanas. “Muchas gracias a esa pareja de Épila por su ayuda para un militar ucraniano”, ha manifestado Maxym en la misma puerta del centro hospitalario.

Silla de ruedas eléctrica donada por una pareja de Épila para el herido de guerra militar ucraniano.
Silla de ruedas eléctrica donada por una pareja de Épila para el herido de guerra militar ucraniano.
Heraldo

Los donantes ha preferido mantener el anonimato y el ucraniano se lo agradeció de corazón. Asimismo, Maxym aprovechó que tenía que ir a la revisión del traumatólogo del Hospital Militar para recoger la silla. Iba acompañado por la voluntaria Inga Yakorleva, que le suele acompañar cada día junto a Oksana Jantya, dos ucranianas que le hacen de traductoras y suelen ayudarle en sus movimientos.

Tener una silla de ruedas me va a cambiar la vida al cien por cien porque ya soy autónomo”, manifestó Maxym después de recibirla. “Es muy positivo que haya habido tantas llamadas de gente que querían ayudarme y doy muchas gracias a la familia que me la ha mandado”. Contaba que sufría “dificultades” para moverse con las muletas, para entrar en el tranvía o en el autobús. Tenía miedo de caerse.

El militar ucraniano todavía desconoce cuándo le amputarán la pierna, pero tiene claro que se tendrá que preparar “psicológicamente” para tener que pasar por el quirófano y buscar una “alternativa ortopédica”.

Procede de Zaporiyia, la ciudad que se ha hecho famosa por los bombardeos sobre su central nuclear, y reconoce que tiene miedo de que el presidente ruso Vladimir Putin pueda utilizarla para un ataque nuclear, porque “de él se puede esperar cualquier cosa”. “No sé si ocurrirá algo en la central nuclear de mi ciudad, pero es la tercera mayor de Europa y la de Chernobil era mucho más pequeña”, explica.

Maxym agradece el gesto porque le cambia su vida "un cien por cien". Van a amputarle una pierna en los próximos días.

A la hora de hacer cáculos sobre el final de la guerra entre Rusia y Ucrania, Maxym es contundente: “Ganaremos los de Ucrania esta guerra cuando muera Putin. Ahora han movilizado a la población rusa, pero ese país no es como el nuestro”. 

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