Acered y el puzle de 16 piezas de su retablo de la Santísima Trinidad

La obra, que está en fase de restauración, presenta en la actualidad una configuración diferente a la de finales del siglo XVI.

Las columnas jónicas del retablo en restauración son poco habituales en este tipo de obras
Las columnas jónicas del retablo en restauración son poco habituales en este tipo de obras
Macipe

El retablo de la Santísima Trinidad de Acered, que ocupa una de sus capillas del lado del evangelio, está siendo objeto estos días de una profunda restauración. Se suma así a otras intervenciones relevantes en su patrimonio, ya que hace más de siete años se acometieron los trabajos para recuperar el que se sitúa en el altar mayor. En el caso actual, los trabajos tienen un presupuesto superior a los 29.000 euros y están financiados por el plan de bienes muebles de la Diputación de Zaragoza, en el que la institución provincial aporta un 60%, un 20% el Ayuntamiento local y otro 20% la Diócesis de Tarazona.

Y aunque su nombre sea el de la Trinidad -por la tabla que ocupa actualmente el lugar central- el equipo que está detrás de su recuperación tiene los suficientes indicios para afirmar que esa configuración, que cuenta con 16 elementos, no es la original. "Esa tabla, hasta los años 90, estaba en el museo que había en el palacio episcopal de Calatayud, por lo que es evidente que en el lugar en que ahora está esa tabla, había otra", anticipa el historiador y experto en patrimonio de la zona, el bilbilitano José Luis Cortés. Su principal hipótesis es que esta obra estuviera dedicada, en su concepción, a la Virgen del Rosario.

"La mazonería es de finales del XVI o principios del XVII y el retablo parece de finales del XVI y fueron realizadas por el entorno del pintor Martín Bernat", detalla Cortés. En este sentido asume que "queda todavía mucho trabajo por hacer para saber de verdad cómo estaba" y lo ejemplifica como "un puzle muy complejo". "Por los repintes cuesta leer lo que había debajo, si consiguen quitarlos será más sencillo", explica el historiador. Asimismo, recuerda que "el hundimiento de la torre de la iglesia en los 70 –que mató a una vecina del pueblo- hizo que muchas obras se rompieran y esta pudo verse afectada".

Trabajo minucioso

"La tabla principal es de estilo gótico y datable a finales del XV, no pertenece al retablo. La central del ático, tampoco porque su policromía es de un estilo diferente", avanza Raquel Marco, gerente de Arteayud, empresa encargada de las labores desde hace escasos días. En esta toma de contacto, su labor empieza con unos estudios previos: "Además de mediciones de pH, conductividad, fotografías ultravioleta, hacemos análisis estratigráficos de muestras que permiten conocer la composición de los materiales, como barnices, aglutinantes y pigmentos, entre otros", detalla.

Entre los elementos que tienen que tratar se encuentran también cuatro columnas jónicas "poco habituales" en retablos de este tipo. "Las alteraciones de la obra se reflejan en mapas de daños. Hacemos test de solubilidad para decidir qué disolvente o mezcla usamos para eliminar barnices oscurecidos por la oxidación o la eliminación de repintes. Después de limpiar, se estucan las lagunas de capa de preparación, se hace una reintegración cromática que se diferencie del original y se da una protección. También hay una consolidación del soporte y una desinsectación", enumera Marco, al frente de un equipo de otras tres personas.

Además del oscurecimiento de las pinturas, que dificultan incluso identificar la iconografía representada, otro de los problemas es la pérdida de 'pistas'. "En alguna intervención anterior se eliminaron elementos de ensamblaje ", apunta. Es, poniendo un ejemplo más cercano, como tener una pieza de puzle sin muescas. Para el alcalde de la localidad, Conrado Sicilia, es destacable "la maravilla que hacen para que de algo que parece una camisa ennegrecida salgan esos colores y el brillo del oro".   

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