Mateo, el bebé maño que llegó al mundo en la gasolinera de Alfajarín

La zaragozana Belén Usán se puso de parto el sábado de madrugada mientras estaba en la playa: “Cuando mi marido abrió la puerta de atrás del coche, ya éramos tres”.

La primera imagen de la nueva familia, nada más nacer Mateo.
La primera imagen de la nueva familia, nada más nacer Mateo.
Heraldo

El último fin de semana de vacaciones de esta familia zaragozana no fue, ni mucho menos, como esperaban. Sin embargo, aunque reconocen que vivieron momentos de tensión, la alegría de haber salido airosos de la llegada por sorpresa de su hijo a este mundo ha logrado borrarlo todo. Belén Usán (36), natural de Tauste; había ido a trabajar esa mañana como cualquier otro día. “Me quedaban dos semanas para salir de cuentas y me encontraba fenomenal”, admite.

Por eso, junto a su marido, Carlos Marzo, (37), de Villafeliche y su hija pequeña, Vera, de año y medio, decidieron irse a pasar el fin de semana a la playa, en concreto a Cambrils. Lo que estos vecinos del barrio de Las Delicias jamás hubieran imaginado es que el pequeño Mateo decidiría nacer la madrugada del sábado. “Las contracciones empezaron como a las 6 de la mañana, avisé a Carlos y comenzamos a recoger todo”, explica ella.

Todo esto pensando que llegarían al Zaragoza de sobras. “Siempre te dicen que esperes un poco en casa cuando empiezan las primeras contracciones, así que decidimos ponernos en marcha. En el caso de nuestra primera hija fueron más de 12 horas. Pensábamos que íbamos a llegar al hospital, pero está claro que tenía prisa”, bromea.

Mateo y sus padres, ya en el hospital.
Mateo y sus padres, ya en el hospital.
Heraldo

Salieron del apartamento en torno a las 7.00 de la mañana, rumbo al hospital Clínico hasta donde no tardaron en desplazarse los padres de ambos y sus hermanas. “Siempre dicen que el segundo va un poco más rápido, pero tanto... En ningún momento pensamos que no fuéramos a llegar”, admite Belén, que iba en la parte trasera del coche junto a su otra hija. Un dato que fue, explica, trascendental: “Todo el tiempo estaba más preocupada por no asustarla a ella, que no entendía nada y no hacía más que decirme, “mamá, mamá”. Así que no me quedó otra que mantener la calma y dejarme llevar por mi cuerpo y la situación”.

Las contracciones fueron cada vez a más, y el pequeño, por lo visto, tenía prisa por salir. “Me sentí tan apoyada por los dos… mi marido tuvo la mente fría en todo momento, condujo con cuidado, tuvo todo controlado y me acompañó tan bien. Estoy orgullosa de los dos”, añade Belén. Eso sí, Carlos, administrativo de profesión y sin ningún tipo de conocimiento sanitario, admite que pasó momentos de tensión.

Mateo, con su hermana Vera.
Mateo, con su hermana Vera.
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“Sé que Belén estaba conteniendo el dolor por no alarmar a nuestra hija. Yo estaba pendiente de la carretera. Corriendo, pero sin pasarnos. Analizando cada cuánto había una salida o un lugar para parar con seguridad sin dejar de mirar por el retrovisor a mi mujer y a la pequeña, que llevaba una cara de susto…”, rememora Carlos, entre risas. Todo esto, llamando por teléfono al 112, desde donde una doctora les asistía en todo momento.

Cuando eran las 9.00 de la mañana, Belén le preguntó a su marido. “Cuánto queda”. “Media hora, un poco menos”, le respondió él. Ahí fue donde ella se dio cuenta de que no iban a llegar a tiempo al hospital: “Acto seguido tenía la cabeza de mi hijo en la mano. Vimos la salida de Alfajarín a 1 kilómetro, y salimos por ahí”.

Instintivamente, como solo puede hacer una madre, recuerda cómo cogió a su pequeño, ya fuera de su cuerpo; apartó el cordón umbilical y se lo colocó encima del pecho. “La doctora insistía en que, sobre todo, tenía que llorar, y entrando a la gasolinera escuché su llanto por fin”, relata Carlos, todavía emocionado. “Cuando mi marido paró, y abrió la puerta de atrás del coche; ya éramos tres”, añade ella.

Una foto para la posteridad

La verdad es que a nadie le preparan para vivir una situación así. “Nos dijo que teníamos que cortar el cordón umbilical, pero no sabíamos cómo hacerlo y, la verdad, no sé si nos sentíamos capacitados -ríen-. Nos dio la opción de pinzarlo -o atarlo con una cuerda-, pero decidimos hacerlo con los dedos y esperar”, relatan los padres, ya en casa, con su hijo en brazos. La ambulancia llegó 10 minutos después con un equipo médico que, aseguran, se deshizo en halagos y cuya labor fue fundamental. “Fueron muy profesionales, nos cuidaron genial y al final salió todo bien, que es lo importante. Y, la verdad, es que ha salido muy guapetón”, admite su madre.

Mientras esta familia vivía su drama personal, la vida en la gasolinera de Alfajarín seguía su curso, pues entre los nervios, lo rápido que se produjeron los hechos, y la emoción del momento, aseguran que no les dio por avisar a nadie más. “Lo primero que hicimos fue tomarnos una fotografía los cuatro y enviársela a toda nuestra familia que continuaba esperando en el hospital”, reconocen. Una imagen que quedará para la posteridad y que recordarán, año a año, al pequeño Mateo, el maño que decidió nacer en la gasolinera de Alfajarín en lugar de en un hospital.

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