Cuando el granizo se combate a cañonazos

La instalación de sistemas antigranizo crece pese a estar en un limbo legal, las quejas por ruido y las dudas científicas.

Uno de los cañones de una finca en Albalate de Cinca.
Uno de los cañones de una finca en Albalate de Cinca.
H. A.

Aragón batirá este año todos los récords de daños por climatología extrema. Fenómenos como el pedrisco arruinaron en julio la cosecha de melocotón de Calanda (solo en el Bajo Aragón resultaron afectadas 1.200 hectáreas, la mayoría de frutales) y echaron por tierra las expectativas de los agricultores de muchas otras zonas de la Comunidad.

Aunque haya seguros, las pérdidas son millonarias, de ahí el interés de los productores agrarios en protegerse del pedrisco, en algunos casos luchando contra las tormentas a cañonazos. La compañía Grupo Spag, con sede en Valencia, que tiene patentado un sistema de cañones sónicos, ha instalado un centenar en Aragón en los últimos años.

Los aparatos no están exentos de polémica, por los ruidos que provocan y por la creencia de que alteran la atmósfera influyendo en el ciclo hidrológico. El Seprona ha tramitado numerosos expedientes de infracción desde 2018 en municipios como Fraga, Albalate de Cinca y Belver de Cinca, pero según los expertos existe un limbo legal en torno a este fenómeno, que es relativamente nuevo en Aragón (su uso está más extendido en el Levante). Y de hecho la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) dice que ni puede autorizarlos ni denegarlos.

Los cañones funcionan mediante una explosión de gas y aire que emite ondas expansivas y a través de un cono las eleva hacia las nubes. Las ondas de choque se desplazan a la velocidad del sonido e interfieren en la cristalización del granizo, dando como resultado lluvia o granizo blando.

Uno de los cañones de una finca en Albalate de Cinca.
Uno de los cañones de una finca en Albalate de Cinca.
H. A

"Tenemos clientes en Calanda que nos aseguran que no han sufrido granizadas, solo les cae agua", afirma Alberto Gerada, director de Operaciones del Grupo Spag. El cañón cuesta unos 50.000 euros y es capaz de proteger 80 hectáreas. Según él, no puede alterar el ciclo hidrológico porque no evita la lluvia, ni es necesaria autorización previa. "Si nuestro sistema tuviera que autorizarlo una Confederación Hidrográfica, lo pediríamos". Sobre su eficacia, asegura que está respaldada por nueve estudios nacionales e internacionales.

La principal queja se refiere al ruido de las explosiones. Mientras en Belver el alcalde, Francisco Javier Carrasquer, indica que hay uno a 1 km del pueblo "que se oye pero no molesta", en Albalate suponen "un tormento" para algunos vecinos, hasta el punto de que se creó una plataforma ciudadana por "una atmósfera natural sin contaminantes".

El senador valenciano Carlos Mulet ha emprendido una cruzada para denunciar los perjuicios de estos sistemas ante las instituciones. Una pregunta parlamentaria suya reveló la labor inspectora del Seprona. Para resultar efectivos, dice, deben empezar a funcionar unos 15 minutos antes de la tormenta, y luego se repiten los cañonazos de manera insistente, cada 7 o 8 segundos durante horas, llegando a cerca de 200 decibelios en un área de casi 1 km.

Los detractores apelan a un artículo de la Ley de Aguas, según el cual la fase atmosférica del ciclo hidrológico solo podrá ser modificada artificialmente por la Administración del Estado o quienes autorice. Cualquier acción, pública o privada, tendente a modificar el régimen de lluvias debe ser aprobada por el Ministerio, a propuesta de las confederaciones hidrográficas.

Según la CHE, no existen en sus archivos peticiones de autorización en los últimos años. La más reciente, de 2018, fue tramitada para dos sistemas de protección mediante ondas de choque con un radar de detección de nubes. Entonces se solicitaron informes sectoriales a la Aemet, el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental y Salud Pública.

Cuatro sanciones de 1.500 euros

La Aemet respondió que para la Organización Meteorológica Mundial estas técnicas "no tienen base científica ninguna" por lo que no se aprecian efectos sobre el clima local. Por ello, la CHE entendió que no procedía autorizar ni denegar una instalación que no parece evitar el agua precipitada. 

No obstante, se hizo un seguimiento y se investigaron sistemas antigranizo en Fraga, Albalate, Belver y la Comarca del Somontano, interponiendo cuatro sanciones por modificar la fase atmosférica del ciclo hidrológico para evitar precipitaciones de granizo sin previa autorización, con importes de hasta 1.500 euros. Otra cuestión, aclara, es el ruido, competencia de las administraciones autonómica y local.

"Hay tres cerca del pueblo y llegan a ser muy molestos"

«Comprendo que quieran proteger su negocio, y de verdad crean riqueza en el pueblo, pero no todo vale», dice el alcalde de Albalate de Cinca, Ricardo Chárlez, una localidad que convive con varios aparatos instalados en dos grandes explotaciones de fruta.

Él mismo encargó mediciones con un sonómetro en su vivienda de madrugada certificando valores anormales. Según Chárlez, el Ayuntamiento podría clausurarlos porque no tienen licencia de actividad, pero teme una demanda en caso de que hubiera una granizada con graves daños económicos, a pesar de que se dude de la efectividad de los aparatos para deshacer las tormentas.

«Entendemos que hay un problema de regulación. Hay tres cañones a menos de 1 km del pueblo. Tengo uno a 450 metros de casa y para los que vivimos en la linde del pueblo, como nada atenúa el ruido, es muy molesto. Nos hemos quejado, hemos denunciado ante la CHE y el Seprona, pero el problema es que no hay una regulación. Nos dicen que nos tenemos que quejar por el ruido, pero esto también es difícil de medir». Solo han conseguido hasta ahora que trasladen un cañón y se lo lleven a otro término municipal.

José María Penella, vecino de Albalate, creó una plataforma de afectados. «Es insoportable cuando los ponen en marcha, es imposible dormir», afirma. Él está convencido de que tienen efectos sobre el clima, «aunque digan que no». El próximo paso será escribir al Justicia de Aragón.

Por su parte, uno de los empresarios con un cañón antigranizo, David Mora, propietario de la empresa Frutas David, cree que hubo algún momento en que se abusaba del funcionamiento- «Ahora el 95% de las tormentas son de día, no pueden afectar al sueño». Tampoco tienen evidencia de que sean efectivos al cien por cien y que hayan evitado por completo el problema del granizo. En la finca de Albalate cuenta con dos aparatos. «No modifican el ciclo del agua, quizá la piedra no cae tan dura. Pueden molestar si están cerca de la población, pero ahora se trabaja con silenciadores», explica, aclarando que estos suponen un coste añadido. Unos 8.000 euros, según la empresa instaladora. 

Más de 30 expedientes de infracción

El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil ha abierto en cinco años 31 expedientes en la provincia de Huesca por el uso de cañones sónicos antigranizo: 10 en Fraga (agosto de 2021), 9 en Albalate de Cinca (de 2017 a 2020), 6 en Belver (2018), 4 en Binaced (2021) y 2 en Sena (2017). Se tramitan como posible infracción a la Ley de Aguas, por posible modificación del ciclo atmosférico.

Los agentes, siguiendo un protocolo, cada vez que ven un aparato lo ubican y piden documentación a la empresa, explica Miguel Emilio Pelegrina, jefe de la patrulla del Seprona de Fraga. El informe acaba en la CHE, el Departamento de Medio Ambiente de la DGA y el ayuntamiento, cada uno por la competencia que pudiera corresponderle. En el caso del municipio, se entiende que es una actividad clasificada que requeriría licencia de actividad molesta y quizá también urbanística, al colocarse en suelo de hormigón.

«Cada vez hay más quejas. Incluso ha surgido una plataforma vecinal. El fenómeno va a más y al ser relativamente nuevo no existe una legislación específica», aclara Pelegrina. El principal problema en Aragón son los ruidos, añade. Aunque estén en fincas, puede haber viviendas cerca, y en verano se duerme con las ventanas abiertas. Una pesadilla en caso de detonaciones cada 5 segundos, a veces durante horas. Incluso ha habido quejas de dueños de granjas porque los animales se asustan. 

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