Heraldo del Campo

El (mal) tiempo acorta la cosecha

La recolección de la almendra comienza a dar sus primeros pasos en Aragón. Será una cosecha muy escasa, porque el hielo hizo estragos en la floración y el sofocante calor ha sido la puntilla para el fruto.

La campaña de recolección de almendra ha comenzado en Aragón con la recogida de las variedades más tempranas.
La campaña de recolección de almendra ha comenzado en Aragón con la recogida de las variedades más tempranas.
H. A.

Los agricultores aragoneses ya han comenzado a recolectar las variedades más tempranas de almendra. Lo hacen antes de lo habitual y lo harán con rapidez y no porque tengan especial prisa en terminar la campaña, sino porque las heladas primero y el intenso calor y la ausencia total de precipitaciones después han mermado notablemente la producción en las casi 68.000 hectáreas productivas con las que esté cultivo se extiende por Aragón.

Las previsiones realizadas por la Mesa Nacional de Frutos Secos, integrada por representantes de las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA, por Cooperativas Agroalimentarias de España y por Aeofruse (asociación española de organizaciones de Productores de frutos secos y algarrobas), estiman una cosecha que no alcanza ni siquiera las 5.000 toneladas en grano. Es menos de la mitad de lo recolectado el pasado año cuando tampoco el volumen de producción fue precisamente para tirar cohetes. Pero el desánimo cunde entre los productores porque podría ser peor. Temen que ni siquiera se cumplan estas expectativas, ya que dichas estimaciones se realizaron teniendo en cuenta el fatal impacto que las heladoras temperaturas que la borrasca Ciril provocaron en los primeros días de abril en los árboles, entonces en plena floración.

No están pues incluidos en estos datos los efectos de las diferentes olas de calor sofocante que el cultivo -y todo Aragón- ha tenido que soportar desde el pasado mes de junio. Un mercurio disparado durante todo el verano hasta más de 40 grados, con interminables noches tropicales, a lo que hay que sumar que el cultivo, la mayoría en tierra de secano, no ha recibido ni una sola gota de lluvia.

Y es que las adversidades climáticas no han dado tregua a esta producción que en los últimos años ha ido ganando terreno en la Comunidad -y en toda España- alentada por unas alta demanda, por una apuesta innovadora en variedades de floración tardía y, sobre todo, por aquellos elevados precios que impulsó la larga y devastadora sequía que sufrió California, principal productor de este fruto seco en el mundo, durante más de cuatro largos años.

Prueba de ello es que a pesar de que cada año se contaba con mayor número de hectáreas, la producción ha sufrido descensos continuos desde que se situara en el podio de los productores españoles allá por el año 2016. Una posición que reforzó en 2018 con una cosecha récord superior a las 18.588 toneladas de almendra en grano, una cifra que no se ha vuelto a repetir. Desde entonces, el dato ha ido a menos, con cerca de 17.000 toneladas en 2019, algo más de 16.500 en 2020, unas 10.500 en 2021 y poco más de 4.000 en la campaña actual.

Preocupan también los precios. Las primeras cotizaciones de las lonjas han despertado las críticas de los representantes del sector, entre ellos de la organización agraria UAGA-COAG que denuncia "posibles prácticas especulativas por parte de los compradores de almendra que tienen paralizado artificialmente el mercado". Para Asaja, es la falta de organización de los productores la que merma su capacidad de negociación en las ventas.

No ha comenzado la campaña de almendra con alegría en Aragón. Ya hace meses que los productores tenían claro que este año la cosecha iba a ser "muy corta". Porque, como explica el responsable del sector de frutos secos de Asaja Aragón, en este leñoso no sucede como en otros cultivos que no se sabe lo que va a salir hasta que no se empieza a recoger y "en este caso ya era manifiesto en abril que el cultivo estaba destrozado", detalla. Fue en ese mes cuando los árboles, entonces en plena floración, tuvieron que soportar durante cinco días temperaturas nocturnas que llegaron a desplomar el termómetro hasta los ocho grados bajo cero. Y el impacto de esta profunda borrasca, de nombre Ciril, ya evidenció que la producción de este año estaría muy lejos de una cosecha media.

La primera estimación realizada en junio por la Mesa Nacional de Frutos Secos calculaba una producción que apenas alcanzaría las 4.782 toneladas de almendra grano. La comparativa da buena cuenta del "desastre", como lo califican las organizaciones agrarias Asaja, UPA y UAGA-COAG, que participan en la Mesa Nacional. Porque el dato supone un descenso de nada menos que el 54,48% respecto a la campaña anterior, que "ya fue mala" puesto que se había recortado en un 36,53% frente a la producción recogida en la campaña de 2020/2021. Además está "lejísimos" de esas casi 19.000 toneladas que llegaron a los almacenes aragoneses en la campaña "récord" de 2018.

"Será incluso peor que las previsiones realizadas en junio", coinciden en señalar los representantes del sector. Y es que al destrozo provocado por las heladas primaverales hay que sumar un verano "en el que no ha caído una gota, con temperaturas espectacularmente altas y un calor sostenido", señalan. La prueba está en las primeras almendras ya recogidas, en la que "la cáscara está muy debilitada y el grano tiene un rendimiento muy bajo", añade José María Alcácera.

Recoleción mecanizada de almendra en Puigmoreno (Teruel)
Recoleción mecanizada de almendra en Puigmoreno (Teruel)
UAGA

Más superficie

La campaña será corta, pero no solo en kilos sino también en tiempo de labor. "Hay poco que recoger", destaca el responsable del sector en UAGA, José María Sánchez, que reconoce que en aquellas parcelas en las que apenas queda un 5% de producción ni siquiera merecerá la pena que entren las máquinas.

Por el momento, se están recolectando las variedades más tempranas y no será hasta finales de agosto cuando se inicie la cosecha de forma generalizada. "Antes la campaña comenzaba en septiembre y se alargaba un poco en octubre pero ahora, aunque las nuevas variedades son de floración tardía vienen muy tempranas con lo que se empiezan a recoger en agosto y prácticamente en octubre ya no queda nada", detalla Alcácera.

Y eso que la superficie que ocupa este cultivo en Aragón no ha dejado de crecer en los últimos años. En este ejercicio hay cerca de 68.000 hectáreas productivas, unas 1.300 más que en 2021, lo que supone un incremento del 2,03%. "Es un cultivo que todavía despierta mucho interés y al que se está optando para sustituir otro tipo de leñosos con mayores costes de producción o cereales con menores rendimientos económicos", explica el secretario general de UPA en Aragón, José Manuel Roche.

Sin embargo, el representante de Asaja añade un matiz a este dato. Es cierto, dice, que se trata de nuevas hectáreas más productivas y con regadío, pero "hay que tener en cuenta que el aumento de superficie no tiene que significar siempre un aumento de producción, ya que en el almendro hay muchas plantaciones envejecidas, que tendrían que arrancarse, con unos rendimientos cada vez menores", detalla Alcácera.

No solo están preocupados los almendricultores aragoneses por el volumen de la cosecha. También les inquieta su rentabilidad.

No entienden que con una producción tan escasa en toda España -y también en los principales productores mundiales con Estados Unidos a la cabeza-, los precios en las lonjas se mantengan inalterables, apenas haya operaciones y no se vislumbre ningún movimiento al alza de las cotizaciones.

Las tablillas apenas se mueven de valores que oscilan entre los 3,30 euros el kilo de comuna a los 7,25 euros de las ecológicas. "Aquellos precios que tuvimos hace unos años no los vamos a ver, desde luego", señala Alcácera, que, como asegura también Sánchez, dada la reducción de cosecha y la paridad euro-dólar lo normal sería que se produjeran subidas de precios. "Eso no está sucediendo y las cotizaciones son muy bajas porque los industriales están poniendo en práctica esa estrategia de siempre de que no haya movimientos para que la gente se apresure a vender", critica el representante de UAGA.

Pero no es esto lo que piensa el responsable del sector en Asaja-Aragón piensa que va a suceder. En su opinión, la gente va a almacenar la cosecha hasta que vea unos precios más altos. "Si uno tiene una producción corta, con unos costes de producción muy elevados por los disparatados precios de las materias primas y los carburantes, el que más y el menos, dentro de sus posibilidades, va a intentar defender los precios", añade.

También el secretario general de UPA-Aragón advierte de la complicada situación que tendrá que soportar el sector si las cotizaciones no se mueven al alza. "Los productores están preocupados por los bajos precios y lo estancados que están. Si no hay cambios, este año será un desastre para el sector de frutos secos aragonés", alerta José Manuel Roche.

Faltan apoyos

La incertidumbre no solo llega del campo o de los mercados. También está añadiendo preocupación al sector las decisiones tomadas desde las administraciones. Estas producciones han ido perdiendo peso en las ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC) y "de momento" parecen que han quedado fuera de los apoyos económicos en los trabaja el Gobierno de Aragón para paliar los daños que las heladas provocaron en los cultivos.

"Llevamos desde abril insistiendo a la Consejería de Agricultura que el sector ha sufrido mucho y necesita las mismas ayudas que se ha anunciado para la fruticultura", explica José Luis Sánchez, que reconoce que si bien el titular del departamento del ramo, Joaquín Olona, se mostró reacio a destinar ayudas a los productores de almendro afectados por las heladas, "luego pareció mostrarse más sensible a dar un mayor apoyo al sector". Sin embargo, "hasta el día de hoy y a pesar de que se ha solicitado una reunión urgente con Olona no sabemos aún nada de lo que va a pasar", insiste el sindicalista, que recuerda que en la vecina Cataluña los productores de almendra han sido incluidos en el decreto de ayudas ya publicado, tanto si su explotación contaba con seguro agrario como si lo no dispone de póliza.

"Hay que tener en cuenta que el nivel de aseguramiento en este cultivo apenas alcanza el 5% porque las pólizas no son atractivas para los agricultores ni efectivas cuando hay daños en los cultivos", añade. Insiste además en que en la comunidad catalana los productores ya están rellenando sus solicitudes. "Aquí seguimos sin ver publicada la orden", reitera.

Esperando la lluvia

Sin perder de vista el resultado de la cosecha y la evolución de los mercados, los agricultores aragoneses miran hacia la próxima campaña con la mirada fija en el cielo. Es cierto que las bajas temperaturas soportadas durante el mes de abril afectaron al fruto, pero no dañaron el árbol que ha tenido tiempo de recuperarse para la próxima campaña. El temor es la sequía, porque la falta de precipitaciones podría hipotecar la cosecha del próximo año. "Si en el mes de septiembre hubiera unas lluvias generosas y estas se mantuvieran también a lo largo de octubre, el árbol podría recuperar su vigor", explica el representante del sector de frutos secos de Asaja en Aragón. La situación será muy distinta si continúa sin caer ni una gota de lluvia. "En ese caso -advierte Alcácera- podría haber daños en la próxima floración y por lo tanto tener una cosecha muy mala, porque los árboles podrían quedar muy dañados por la falta de precipitaciones".

"Especulación", "una oferta muy dispersa" y "un desánimo total"

En España, la Mesa Nacional de Frutos Secos estima para esta campaña una producción de 61.684 toneladas de almendra grano, lo que supone un descenso del 29,27% respecto al año anterior. También se espera una menor cosecha en los países productores del arco mediterráneo e incluso el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) recoge, en su previsión objetiva de producción para 2022, un 11% menos de cosecha que el pasado año, un descenso que achaca a la sequía persistente en California y la falta de disponibilidad de agua para riego.

Con este escenario, el sector no entiende "la incomprensible paralización" que vive el mercado nacional, en el que no se producen operaciones. Y esta situación tiene para la organización agraria COAG -a la que pertenece UAGA- una explicación. "Es especulación", asegura la organización agraria, que dirige su dedo acusador hacia el sector comercial al que responsabiliza de llevar a cabo "unas prácticas orquestadas y concertadas para provocar una caída injustificada de los precios en origen". Lo dice Francisco Ponce, productor aragonés y responsable estatal de frutos secos de esta organización, el aragonés, que reclama a las autoridades responsables en materia de competencia que "vigilen de cerca las posibles prácticas concertadas que se pudieran estar dando en los mercados en origen". COAG demanda además "el estricto cumplimiento de la ley de cadena, en un año en el que los costes se han incrementado y los rendimientos han caído", añade el agricultor zaragozano.

Para esta situación, el responsable del sector en Asaja-Aragón, José María Alcácera, añade un motivo diferente. Asegura que si se observa la evolución de las lonjas en los últimos años lo que se evidencia es que "la demanda está muy bien organizada y concentrada en pocas manos mientras que la oferta se encuentra muy dispersa". Eso implica que el primer eslabón de la cadena "tiene poco poder de negociación". "No lo estamos haciendo bien, para que nos vamos a engañar. No vamos a culpar a nadie ni a decir que los otros hacen trampas. El sector productor no sabemos vender, es duro decirlo, pero es así", asegura. Y es que "falta organización", señala Alcácera, porque aunque existen algunas organizaciones, no se ha sabido hacerlas funcionar bien "y el sector comercializador aprovecha la situación". Por eso, el representante de Asaja entona el ‘mea culpa’. "Vamos a echarnos la culpa a nosotros, que no sabemos vender", dice.

Con una cosecha corta y unos precios estancados que no parecen responder a la realidad de las leyes de la oferta y la demanda, lo que cunde en el sector, dicen las organizaciones agrarias, es "mucho desánimo". En UAGA y UPA no creen que el cultivo haya perdido ese atractivo que impulsó su expansión cuando en 2015 las cotizaciones de este fruto seco alcanzaron niveles récord, impulsadas por una fuerte demanda a la que no podía responder la producción californiana que llevaba cuatro largos años soportando una dura sequía que llevó incluso a los productores estadounidenses a optar por el arranque de árboles. Sí cree, por el contrario el representante de Asaja, que el cultivo resulta ahora menos atrayente. Augura incluso que "hay gente que está abandonando el sector, no tanto agricultores profesionales, pero sí empresas a las que con disparatados costes y precios contenidos no le salen la cuentas y si no están dispuestas a perder, quizá decidan optar por poner pistachos, cereal o nada", dice.

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