Los pequeños municipios, ante sus días grandes: “Ojalá el pueblo estuviera así todo el año, es una maravilla”

Multitud de localidades multiplican estos días su población, con unos comercios a rebosar que apenas dan abasto para atender a los clientes.

Fiestas en la localidad zaragozana de Escatrón
Fiestas en la localidad zaragozana de Escatrón
Clara Ramo

Para miles de aragoneses, volver al pueblo el puente de agosto es toda una tradición. El éxodo vacacional hace que muchas localidades recuperen, por unos días, la imagen del pasado. En Trasobares, por ejemplo, pasan de ser 80 a 800, según cuenta su alcalde, José María Chueca. "Ojalá el pueblo estuviera así todo el año. Los dos bares están llenos, y las terrazas, repletas de gente. Es una maravilla", dice.

Este empujón vendrá especialmente bien a los negocios de la localidad, que "saldrán muy favorecidos" tras dos años prácticamente en blanco por la covid.

Esta vez sí, las localidades han podido programar actos multitudinarios –prohibidos desde 2020 por la pandemia–, y llamar fiestas a las fiestas, sin necesidad de ‘enmascarar’ las actividades en semanas culturales o ‘no fiestas’.

Como consecuencia se han recuperado las procesiones y grandes recintos como los pabellones. Lo saben bien en Escatrón, que ya está inmerso en una burbuja de alegría y jolgorio con motivo de sus días grandes. Su alcalde, Juan Abad, estima que la población se multiplica casi por tres.

La localidad cuenta con 1.067 habitantes, aunque según el regidor, estos días, cada residencia se convierte en el refugio de varias familias. El aumento ya se apreció el pasado fin de semana, cuando se vendieron más de 400 entradas con motivo de la feria taurina organizada a modo de prefiestas.

Otro botón de muestra es que la piscina no ha parado de vender entradas durante esta semana o que la Pensión Mayor del municipio ha tenido todo reservado.

Este caso es similar al de Labuerda, enclavado en el Pirineo aragonés. El municipio, rodeado por los montes de Escalona y a unos pocos kilómetros de Aínsa, cuenta con apenas 155 habitantes.

El sonido de la naturaleza se cuela entre sus calles durante los meses de invierno, pero en época estival, además de ser destino turístico para muchos visitantes, también celebra sus días festivos en honor a su patrón, San Roque. "El número de personas que se concentra en el pueblo durante las fiestas se multiplica por diez", explica el alcalde, Enrique Campo, que asegura que incluso, entre la gente que se aloja en el campin y en las diversas opciones de turismo rural que se ofrecen, la localidad puede llegar a rozar los 1.000 habitantes, una diferencia que se nota a simple vista: "Tenemos todo el pueblo lleno y las segundas residencias suelen albergar a distintas generaciones o unidades familiares", señala Campo. El dato más significativo es el aumento de las plantillas de los negocios de hostelería, con unos restaurantes que llegan a tener "hasta a 25 personas trabajando".

En los últimos años, muchas personas renunciaron a viajar al pueblo durante el puente de agosto por prudencia para evitar contagios, pero esta vez nada va a impedir el disfrute hasta que, en unos días, las tracas de fin de fiesta obliguen a volver a la realidad.

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