Aguas Tuertas, el valle ansotano que encandila a los publicistas de toda España

Situado en el término municipal de Ansó e insertado en el valle de Hecho, incluye un río revirado, el impresionante marco montañoso de la zona y otros alicientes, como el acceso por la mágica selva de Oza

Cabecera de Aguas Tuertas, con el Aragón Subordán
Cabecera de Aguas Tuertas, con el Aragón Subordán
H. A.

Aguas Tuertas es un imán para las lentes, tanto las fotográficas como las videográficas. El valle ansotano por el que serpea el Aragón Subordán ha albergado en el último año anuncios de primeras marcas de telefonía y cerveza, sin ir más lejos; no es extraño, porque a su rara belleza formal añade un cromatismo impresionante y la justa dosis de misterio necesaria para motivar a futuros visitantes. Además, ahí están de acuerdo todos, desde los propios ansotanos (que llaman al paraje Aguatuerta, por cierto) a los numerosos visitantes extranjeros que llegan atraídos por el boca-oreja y las impresionantes imágenes de los buscadores de internet.

Hay un dato curioso, que solo afecta a los más despistados; en Cataluña existe el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, el único parque nacional que hay en Cataluña. También es pirenaico, en la zona del Boí, pero para llegar del Aguatuerta ansotano (aunque está en el valle de Hecho) al leridano hay que cruzar todos los Pirineos aragoneses (lo más directo es desde Puente la Reina de Jaca hasta el Pont de Suert) y recorrer 230 kilómetros.

Disfrutar de este magnífico emplazamiento del Parque Natural de los Valles Occidentales pasa por el acceso a través de la Selva de Oza, otro reto para los sentidos que constituye uno de los mayores alicientes del municipio vecino, Valle de Hecho. Lo primero es pasar el Camping Selva de Oza, de reciente recuperación, y seguir adelante con el vehículo por una pista de tierra que incluso los turismos bajos pueden salvar sin muchos problemas. Se llega al valle de Guarrinza y allá existen dos puntos de aparcamiento para los visitantes, que desde ahí emprenderán la marcha a pie.

Poca exigencia en la subida

Es uno de los detalles más valorados por el turista de corte familiar: hay que darle a las piernas, pero el paseo no te desloma. Tras dejar el coche se empieza a ascender por una pista sin altos porcentajes de pendiente, que solo se empina un poco antes de llegar al refugio de la zona. El premio en ese punto es la vista: el río haciendo eses (aguas torcidas, de ahí el nombre) por el valle de un verdor espectacular, casi irreal. Ahí nace el río Aragón Subordán, además.

Otro de los alicientes es prehistórico y se enmarca en el halo mágico de los Pirineos: la Caseta del Duende, un dolmen al que se consideraba el guardián del valle y que recibe igualmente el nombre de Achar Aguas Tuertas; desde ahí se puede elegir el camino que sigue el río hasta el ibón de Estanés antes de regresar por el mismo camino o bien continuar por lo que acabará siendo un trazado circular por el GR-10, una alternativa que permite disfrutar de primera mano la vista del Conjunto del Mallo Blanco. En total, una hora y cuarto de ida y una hora de vuelta, con desnivel máximo de 270 metros.

Después de la excursión, vale la pena disfrutar de la gastronomía local tras un paseo por las bordas situadas entre Ansó y Zuriza; también es buena idea una parada técnica en el albergue de Linza, o acercarse a Siresa para ver su magnífico monasterio... las opciones son diversas, y todas buenas. En estos valles no se yerra el tiro. 

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