El Castillo de Celia, la casa rural de Cubla que está entre los mejores hoteles del mundo según Tripadvisor

Este reconocimiento, que distingue solo a un 10% de los establecimientos, ha sido uno de los últimos recibidos por el proyecto que José Miguel Cortés inició hace diez años.

El Castillo de Celia es una casa rural con tres apartamentos completos e independientes
El Castillo de Celia es una casa rural con tres apartamentos completos e independientes
H. A.

El Castillo de Celia es una casa rural de lujo de la pequeña localidad de Cubla (Teruel) que acaba de ser distinguida por Tripadvisor entre el 10% de los mejores hoteles del mundo. Es el último reconocimiento que ha recibido este establecimiento detrás del que está José Miguel Cortés. 

Nacido y criado en el pueblo, él mismo invirtió cuatro años de su vida para rehabilitar la segunda planta de un edificio familiar. Sus padres eran agricultores y la parte baja se empleaba como almacén de maquinaria y cereal. “Era muy trabajadores y estuvieron conmigo a pie de obra. Celia es mi madre, que ya no está, y le puse su nombre a la casa como homenaje”, explica José Miguel. La idea se forjó hace una década y en mayo de 2016 abrió sus puertas.

Es un edificio grande, de casi 200 metros cuadrados en planta y dos alturas, y está ubicado en un enclave de la parte alta del pueblo por lo que bien podría ser un castillo. La planta baja dejó de ser almacén y ahora se emplea como cochera. En la primera es donde están los alojamientos, que son tres apartamentos independientes, con su cocina, sus habitaciones y su baño. Su carácter modular hace que El Castillo de Celia se adapte tanto a los grupos grandes como a una sola persona, una pareja o una familia. Además, tiene amplias zonas comunes, con barbacoa, futbolín y hasta una pequeña granja-escuela.

"Este verano hemos notado mucho frenazo, no solo mi establecimiento, sino también los de la zona. Estamos casi todos trabajando bajo mínimos"

 “Queremos transmitir el cariño hacia los animales que yo he vivido de pequeño y que ahora se está perdiendo”. Así, en esta casa viven el cerdito Beicon o un caballo enano llamado Rigodón. También hay tres conejos (Chispita, Olaf y Oreo), cuatro gatos (Garfio, Pantera, Thor y Duquesa) y gallinas de razas raras. “Hay varias japonesas, que son peludas, y otras que ponen huevos verdes”. La mayoría son adoptados ya que en este lugar, siempre que sepan que los van a poder cuidar bien, no solo las personas encuentran cobijo.

José Miguel Cortés construyó este alojamiento rural durante cuatro años y lo abrió en 2016
José Miguel Cortés construyó este alojamiento rural durante cuatro años y lo abrió en 2016
H.A.

Aunque su idea es que la casa rural sea su único sustento de vida, por el momento, José Miguel sigue con su puesto de trabajo como mecánico. “Vamos ampliando la casa y haciendo inversiones y teniendo otro empleo puedo pagarlas más rápido y no tengo que pedir financiación. La casa es un negocio que no da para vivir si hay que invertir, menos todavía con la pandemia y ahora con la subida generalizada de precios”, asegura. 

Una subida de precios que también se nota en las reservas de este alojamiento rural. “Este verano hemos notado mucho frenazo, no solo mi establecimiento, sino también los de la zona. Estamos casi todos trabajando bajo mínimos. En cada salida que se hace se nota el precio de la gasolina o de la comida y hay gente que lo está pasando muy mal y no puede permitirse salir de vacaciones”. Esto, sumado a que el turista cada vez reserva más en el último momento, hace que los apartamentos de Cubla estén a estas alturas demasiado disponibles. “Julio y agosto son meses muy fuertes pero este año están muy tranquilos. Los huéspedes que entran hoy reservaron hace dos días”, indica.

La actual situación llega después de dos años de pandemia que, asegura José Miguel, han sido “muy duros”. Él decidió echar el cierre de la casa rural antes incluso de que se decretara por ley. “Lo hice por responsabilidad ya que Cubla es un pueblo muy pequeño con mucha gente mayor y teníamos miedo de que entrara el virus”, recuerda. En agosto de aquel 2020 las puertas de su castillo se volvieron a abrir para un grupo con una situación especial. “Era una reserva bastante importante para ellos ya que se trataba de una familia cuyos miembros vivían muy esparcidos y se querían reunir. Como era muy complicado cuadrar las fechas para ellos, decidimos mantener la reserva y abrir”. Pero poco después, con los cierres perimetrales, el alojamiento estuvo vacío durante varios meses, ya que la mayoría de clientes son de fuera de Aragón. “Ha sido complicado y menos mal que no tenemos ningún préstamo que pagar porque hemos tenido cero ingresos y unos gastos fijos como los de cualquier otra casa”.

En este alojamiento hay una pequeña granja-escuela para los niños.
En este alojamiento hay una pequeña granja-escuela para los niños.
H. A.
"Aquí se pueden hacer rutas senderistas, hay zonas de agua, casas-cueva, castillos, lagunas, y Dinópolis es muy buen reclamo. A nivel cultural, está Albarracín y el propio Teruel, con el mudéjar"

Como lectura positiva, la pandemia ha hecho que los zaragozanos y, en menor medida, los oscenses, se acerquen un poco más a Teruel. “Cuando no podían salir de la Comunidad muchos empezaron a conocer esta zona”. Del resto de España, destacan por su proximidad los huéspedes proceden de Comunidad Valenciana y Cataluña, y también llegan desde Madrid, además de extranjeros de Estados Unidos, Rumanía y otros países europeos como Alemania o Francia. “Estamos en plena naturaleza pero a quince minutos de Teruel capital y con buen acceso por carretera”, explica José Miguel, que solo tiene buenas palabras para el entorno en el que vive. “Aquí se pueden hacer rutas senderistas, hay zonas de agua, casas-cueva, castillos, lagunas, y Dinópolis es muy buen reclamo. A nivel cultural, está Albarracín y el propio Teruel, con el mudéjar”, enumera. “Hay muchísimo que ver y la gente que no es de la zona, cuando viene, se sorprende. Nunca se espera tanto”, añade.

En los seis años que lleva en funcionamiento, la casa rural El Castillo de Celia va recibiendo nuevos clientes, pero muchos son recurrentes. Buena señal, ya que significa que quienes la conocen repiten. Prueba de ellos son, además de los premios recibidos, las buenas puntuaciones que este alojamiento tiene en las distintas plataformas de usuarios y reservas. “En Tripadvisor y Google, un 5 sobre 5 y en Booking un 9,9”, dice José Miguel con orgullo. Y es que cuando se ha construido con las propias manos y siendo autodidacta una casa con un componente emocional, ver que a quienes se alojan en ella les gusta, tiene que ser cuanto menos gratificante.

Además, su casa rural pone a Cubla en el mapa para quienes, de no ser por este alojamiento, probablemente nunca hubieran pasado por allí. Los ya citados buenos accesos y disponer de bar en el pueblo ayudan. “Tener este servicio de comidas, cenas y demás siempre nos va bien porque, aunque en los apartamentos se puede cocinar, hay quienes estando de vacaciones prefieren no tener que hacerlo”, explica José Miguel. 

Por lo demás, tienda no hay y el médico pasa dos veces a la semana. Tal y como está el panorama no se le puede pedir mucho más a un municipio con unos 60 censados (pero viviendo, la mitad). De los vecinos, hay dos niños de dos años (uno de ellos, el hijo de José Miguel). Les sigue un chico de 14 y después está él, que tiene 45. “Aunque últimamente se está revirtiendo la curva porque gente joven que desciende de Cubla ha vuelto, sigue siendo una población muy envejecida”.

Por eso, que El Castillo de Celia siga recibiendo huéspedes pone a este pequeño pueblo de Teruel en el mapa y, aunque sea un negocio, tiene también su parte de servicio. Para seguir manteniéndolo y haciendo mejoras, José Miguel no se plantea, de momento, contratar a nadie. Compagina su trabajo como mecánico con las atenciones que requiere la casa rural y, eso sí, siempre guarda unos días para irse de vacaciones en familia. El resto del tiempo, lo encontrarán en su fortaleza de Cubla.

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