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Carmelo Gómez: "El olvido forma parte del oficio de actor y eso nos da pánico a todos"

El intérprete leonés (Sahagún, 1962) protagoniza un documental sobre el aragonés Odón de Buen, considerado el padre de la oceanografía española.

Carmelo Gómez, en el rodaje del documental sobre Odón de Buen, el 5 de julio en Zaragoza.
Carmelo Gómez, en el rodaje del documental sobre Odón de Buen, el 5 de julio en Zaragoza.
José Miguel Marco

Aragón es una tierra a la que siempre vuelve.

Desde hace tiempo estoy volviendo mucho a Aragón; hay algo como que esa tierra no quiere que deje nunca de ir.

¿Cómo es el público aragonés?

Serio y muy receptivo; es ese español que quiere comprender. Voy con mucho respeto porque es un público que se toma el teatro muy en serio.

Y ahora le ha traído el documental ‘El olvido del mar’, sobre el aragonés Odón de Buen. ¿A quién ha descubierto?

A un hombre de profundidad y muy sabio; un científico que dio su vida entera por descubrir los secretos del mar y protegerlo.

Su directora, Mirella R. Abrisqueta, dice que su olvido fue «intencionado» y usted señala que es una obligación reivindicar su figura y su legado.

Es el problema que tuvimos en este país con la guerra. Todavía hay como coletazos de grupos que se resisten a recuperar la memoria, no solo de los no conocidos, sino también de personajes como este. Era muy importante a nivel científico, conocido por el mundo entero y del que se destruyó casi toda su obra. Solo por que era un hombre ateo, para empezar, y sobre todo republicano.

¿Usted alguna vez se ha sentido olvidado como actor?

Sí, por ahí hay que pasar. Sobre todo con el mundo del cine, que es una linterna fría que te invade por dentro y te deja vacío. Es una pena porque dedicas una vida entera a algo que quieres mucho y de repente ya no estás en la pomada, tienes que hacerte a la idea de que se acabó y de que tienes que dedicarte a otra cosa. Yo afortunadamente tuve el teatro; el teatro me ha redimido y ahí todavía puedo hacer cosas. Pero, claro que el olvido forma parte de nuestro oficio; y eso nos da pánico a todos.

Con esta docuficción se vuelve a poner delante de una cámara. ¿Qué sensaciones ha tenido?

Era un riesgo grande porque hacía muchísimo tiempo que no me ponía delante de una cámara con un texto tan complejo. He trabajado muy a gusto y muy bien por la confianza que me daba Mirella. Tengo una sensación de haber podido con eso después de tanto tiempo; es como andar en bici, que no se olvida. Y sobre todo porque siento que tengo la vocación pura y esencial para ser actor.

"Siento que tengo la vocación pura y esencial para ser actor" 
"He encontrado una forma de estar a gusto y en paz a través del teatro y haciendo cosas muy personales"
"El teatro nace en la plaza pública y esa sigue siendo la fuerza"

¿Qué le haría cambiar de opinión para que le volvamos a ver en la gran pantalla?

Ya no es posible porque ha habido dolor y ya no hay una relación. Además, ahora he encontrado una forma de estar a gusto y en paz a través del teatro y haciendo cosas muy personales.

Ahora reivindica volver al carromato, a la barraca, de teatro en teatro, como con la obra ‘A vueltas con Lorca’. ¿Qué le ha enseñado la calle?

Lorca lo vio claro. La calle es la razón de ser. Si es que en el fondo es la plaza pública: ahí nace el teatro y sigue siendo esa la fuerza.

Si echa la vista atrás, a sus inicios, ¿cómo se ve?, ¿qué recuerda?

Era un niño de profundidad y solitario; pasaba horas jugando solo con un montón de cosas en casa. También mucha timidez e inseguridad. Y luego me dio por salir del pueblo, me fui a Salamanca y de ahí a Madrid. Todo el mundo me dijo: «Si eres un actor grande». Al final rompí con esa inhibición y salió toda aquella necesidad que tenía de comunicación y relacionarme con los demás. En el fondo, estás buscando siempre cariño.

Usted comenta que los actores son todo lo que ven. ¿Qué observa en estos momentos?

Ahora tengo mucho miedo a lo que ocurre. No me gusta este calor, estos incendios y esa guerra. No me gustan los hombres sin otredad. Hay mucho desafecto y eso no es bueno; no creo que haga felices a quienes lo ejercen, a quienes lo padecen y no crea un mundo mejor. No sé por qué nos estamos metiendo en esa deriva; creo que es el consumo, la competitividad… Y luego que tenemos que tener un respeto por la tierra. Muchas veces pienso que el ser humano ha sido echado aquí para acabar con un ciclo y que ese ciclo nos vamos a encargar de hacerlo. Está en nuestra genética y que no podemos resolverlo. Sin embargo, leo a Lorca y ahí la cosa cambia mucho, un poeta como este te puede dar ojos para mirar el mundo con esperanza. Desesperanza ha habido siempre, pero al final salimos de ella. Espero que ese pensamiento compense la gravedad de lo anterior.

Pinta un panorama desalentador, pero su voz suena con ilusión.

Quiero estar en un proceso más de infantilización. Estoy buscando otra vez ese rostro de niño; quiero volver a titubear y a la fragilidad porque creo que eso da una fuerza desde donde luego se puede arrancar. Es un panorama caótico pensar que estamos en el final de algo, pero por otro lado también es muy esperanzador saber que la poesía nos salva. Lo que sería bueno es que todos a una nos dedicásemos a una mirada más positiva. Yo quiero mucho a la gente que quiere y que tiene capacidad afectiva.

"Estoy buscando otra vez ese rostro de niño; quiero volver a titubear y a la fragilidad"
"Quiero mucho a la gente que quiere y que tiene capacidad afectiva"

Y además de la interpretación, ¿qué otras cosas le interesan?

Lo que más me interesa son los demás. Lo que quiero es no dejarme llevar por esta turbina en la que estamos metidos todos, saber escapar y poder tener una mirada tranquila y sosegada al mundo. Luego, ¿qué otras cosas? Me gusta mucho mi compañera, me siento muy bien con ella. También me gusta el remolque que nos hemos comprado para ir de un sitio para otro, los hoteles, porque son muy sorprendentes, y la plaza de mi pueblo: te sientas, la gente va pasando y nos vamos saludando. La verdad que eso funciona muy bien como empatía.

¿Le volveremos a ver pronto sobre las tablas en Zaragoza?

El siguiente proyecto es 'Las guerras de nuestros antepasados', de Miguel Delibes. Ya estoy con el texto y vamos a empezar a ensayar a final de septiembre-primeros de octubre. Creo que a Zaragoza iremos entre enero y febrero y vamos al Teatro Principal cuatro días.

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