Heraldo del Campo

Gente de la tierra

Un toque exótico a un pacharán muy artesanal

Toño Cortijo regenta la microempresa Partcharan, en Tramacastilla de Tena, donde elabora pacharán de diferentes sabores, como de menta o picante.

Toño Cortijo, junto a las barricas donde almacena el pacharán con un sistema de soleras.
Toño Cortijo, junto a las barricas donde almacena el pacharán con un sistema de soleras.
Partcharan

"Hacemos pruebas constantes, locuras quizás, que todas tienen el mismo denominador común, el pacharán". Así de directo es el mensaje que Toño Cortijo lanza en la página web de su pequeña empresa, Partcharan. La definición perfecta de un proyecto como el suyo, que quiso salirse de lo habitual y experimentar a más no poder con el pacharán.

Él es de Huesca, pero su familia es de Tramacastilla de Tena, una localidad donde "siempre se ha hecho pacharán". "Mi familia también lo hacía, pero cantidades para casa, en garrafas grandes. Yo les acompañaba y les ayudaba y cuando crecí empecé a hacer para mí", explica el oscense. Fue entonces cuando se dio cuenta de que los arañones -las endrinas- se quedaban en el árbol de un año para el otro. Así se gestó este negocio, que nació oficialmente en 2015 y donde se ofrece, además del pacharán tradicional, variedades muy curiosas como el de menta, el picante o el de pimienta rosa.

Partcharan, como su propio nombre indica, nace de tres ingredientes fundamentales: el pacharán, eje central del proyecto; artesano, porque todo está hecho a mano; y la Partacua, una sierra (formada por Escarrilla, Sandiniés, Tramacastilla y Piedrafita) donde recoge a mano los endrinos con los que luego hace su pacharán.

Para ello utiliza un sistema un sistema de soleras. "El primer pacharán que se embotella es el de la barrica más antigua. Una vez embotellado el licor de esa barrica, se rellena de la siguiente en antigüedad, y así conseguimos que el licor que embotellamos pasa un año en la barrica y uno en cada una de las anteriores", indica Cortijo.

Su afán de experimentar le alejó del pacharán tradicional para centrarse en otras variedades. Por ejemplo, el picante. "Se me ocurrió porque estuve en México y allí descubrí el picante. Vi que había mucha comida con esta característica, pero muy pocas bebidas", recuerda el oscense. Tuvo que utilizar a un amigo como conejillo de indias -casi lo mata- para conseguir el equilibrio con este licor. "Mi favorito, por elaboración, es el Solera, del que embotellamos 22 botellas al año. Es maravilloso", opina Toño. No obstante, cada tipo de pacharán tiene su momento perfecto.

Hanami del Pirineo

El Hanami es una tradición japonesa en la que se hacen actividades en la calle cuando florece el cerezo. Toño Cortijo quiso acercar esta experiencia a la localidad del Alto Gállego, pero con los endrinos. "A todo el mundo le interesa el fruto y no la flor, que es muy bonita cuando florece. El problema es que es una actividad muy puntual, ya que esto solo pasa en abril", asevera.

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