Los últimos rincones románticos de Zaragoza

Proliferan las guías de viaje que reúnen los mejores lugares en los que besarse o hacerse fotos en pareja. Los artistas zaragozanos pueden dar algunas pistas para hacerlo a orillas del Ebro.

Las riberas del Ebro, el pasaje del Ciclón, el parque Grande y el arco del Deán.
Las riberas del Ebro, el pasaje del Ciclón, el parque Grande y el arco del Deán.
Heraldo

En 2007 el escritor Félix Romeo encontró en París una guía que le enamoró. Reunía los mejores lugares para besarse en la capital francesa y el que fuera director de ‘La Mandrágora’ quiso hacer una aproximación a los rincones más románticos de Zaragoza. Quince años después algunos de los que compendió ya no existen y –Expo mediante– han surgido otros nuevos. Además, las modas, los rodajes de ciertas películas e incluso las mudanzas obligan a actualizar

«A mí siempre me ha parecido romántica la calle de Espoz y Mina. Esa calle y las de su entorno porque nunca he llegado a conocerlas bien y siempre me pierdo por ahí», dice la poeta Ana Muñoz, que atribuye esta predilección –acaso– «al bar Bacharach y los recuerdos que tengo asociados». «No sé por qué me llama tanto esa parte del Casco Histórico, pero me parece romántico caminar, perderme un poco y sentir la sensación de que, de repente, estoy en otra ciudad».

El corazón de Zaragoza tiene espacios idóneos para desenredar pasiones, con su entramado de callejuelas estrechas y sus clásicos empedrados, aunque el adoquín tenga sus días contados y se encuentre ya en vías de extinción. Varios de artistas coinciden en señalar la parte trasera de la Seo (Pabostría, Cisne, Cuéllar, Dormer...) como una de las zonas donde más fuerte se escucha el latido de la ciudad y, por descontado, citan el arco del Deán como un «lugar telúrico». «Es muy difícil dar una sola respuesta dado que el romanticismo es muy subjetivo, pero si tuviera que quedarme con un solo rincón sería el arco del Deán», dice el escritor Eloy Morera. Por si acaso, el autor de ‘Cutanda’ guarda en el bolsillo una larga lista de lugares con encanto: el mirador de Puente de tablas; el montecito que hay sobre la Aljafería, sobre todo al atardecer; la terraza bajo el puente de Piedra o «el mirador de Miranda hacia Zaragoza en el escarpe del Ebro», apunta el también historiador.

Una imagen desde lo alto de la torre de la Cámara de Comercio.
Una imagen desde lo alto de la torre de la Cámara de Comercio.
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Zaragoza ha sido objeto en los últimos años de algunos rodajes cinematográficos, que también han ‘inspirado’ a los jóvenes a fotografiarse en actitud amorosa en una u otra plaza. Nadie hasta la fecha había prestado excesiva atención al callejón que queda junto al palacio de Fuenclara y que aparece en el cartel anunciador de ‘Las niñas’, de Pilar Palomero. En ‘Nuestros amantes’, de Miguel Ángel Lamata, Michelle Jenner y Eduardo Noriega flirtean por la plaza de España, la cafetería La Bendita, la recién recuperada rosaleda del parque Grande y, por descontado, la escalinata que da a la estatua de Alfonso I el Batallador. «Es un lugar súper bonito para llegar y besarse», dice la actriz Elisa Forcano, que bromea con que todos los lugares románticos que se le vienen a la cabeza «son un poco de ‘teenager’». «Es que me marché de Zaragoza a los 17 años, pero si pienso ‘de forma adulta’ creo que hay que atender a los techos bajo los que nos besamos y, en tal caso, destacaría el arte mudéjar de la Aljafería o las bóvedas de crucería de la Lonja». Forcano, que viene de representar ‘El éxtasis de la belleza’ en el Teatro del Mercado, apunta que en el amor juegan un papel importante los rituales y, por ejemplo, su madre y su pareja «siempre se besan en el campus universitario al lado del mismo olivo».

El escritor Sergio Royo cita igualmente el entorno del campus de San Francisco azuzado –acaso– por sus experiencias personales. «Conviene acudir alejado de las horas punta. Pasear por la noche por el campus tiene algo de expectativa e ilusiones futuras. Además, muchas historias de amor se han forjado en las miradas clandestinas en la biblioteca o en los cafés alrededor del campus», señala Royo.

Las riberas junto a la pasarela del Voluntariado.
Las riberas junto a la pasarela del Voluntariado.
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El jardín de bambú del parque del Agua o el porche del Caixaforum son algunos de los nuevos escenarios románticos, que los autores suman a otros espacios clásicos –que ya recogía Félix Romeo– como el patio de la Infanta, Casa Solans o el palacio de Larrinaga, tras cuyas construcciones se esconden arrebatadas historias de amor. En los puentes, en lo alto de las torres (la de la Cámara de Comercio o en el ascensor del Pilar) y en espacios lúdicos como el Parque de Atracciones también se pueden dar abrazos rompecostillas y besos de cine.

El escritor Juan Luis Saldaña añade «un pequeño bosquecillo y unas exclusas que dan cierta sensación de peligro y de estar en un paisaje diferente detrás de la Fuente de los Incrédulos, en el Canal Imperial». El callejón de Lucas también llama su atención, así como el antiguo Rincón de Goya y «la azotea del Banco de Aragón, donde hay una bocina de alarma de la Guerra Civil».

Por su parte, la fotógrafa Lorena Cosba teme que este tipo de recomendaciones puedan recurran a un exceso de almíbar, así que opta por rebajar el azúcar y citar un espacio que le aporta «paz y tranquilidad». «Cualquier rato que estoy agobiada recurro a mi ‘sitio de mindfulness’: las riberas del Ebro, nada más atravesar la pasarela del Voluntariado. Me encanta pasear por esas escaleras que son como un pequeño embarcadero».

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