Heraldo del Campo

Gente de la tierra

Cuidar y dar a conocer a las abejas como forma de vida

Azpe García tiene una explotación apícola en Artosilla, localidad de Sabiñánigo, donde imparte talleres con el objetivo de explicar los beneficios de las abejas.

Azpe García, con su traje de apicultura, frente a un cuadro con abejas.
Azpe García, con su traje de apicultura, frente a un cuadro con abejas.
A redolada

Casi de rebote, como si fuera cosa del destino, Azpe García terminó decantándose por la apicultura. Su familia nunca ha estado ligada a este sector, pero ella lo eligió por conveniencia y casi por descarte y, al final, ha conseguido crear un proyecto apícola que, además de tener su propia producción, trata de llegar a más gente con unos talleres donde da a conocer las bondades que tienen las abejas.

‘A redolada’ -en aragonés, los alrededores- nace en Artosilla, una localidad situada en pleno valle de la Guarguera, en el municipio de Sabiñánigo. "Viví aquí hasta los 18 años, hasta que me fui a estudiar la carrera de biología a Madrid. Cuando acabé en 2010 seguí formándome, pero no me salía nada para trabajar. Tenía dos opciones, o irme fuera del país o montarme algo aquí", explica Azpe García. Fue entonces cuando decidió que era un buen momento para volver a casa y germinar su pequeño proyecto. "Prefería tratar con animales antes que con plantas, pero tampoco me apetecía hacer ganadería clásica de vacas u ovejas, por lo que me decanté por las abejas", indica la bióloga. Tras hacer un curso de iniciación, Azpe colocó tres colmenas "para ver qué pasaba" y descubrió su amor por la apicultura.

Comenzar de cero un proyecto en el mundo rural no es sencillo. Se necesita mucha paciencia y constancia, ingredientes que no le ha faltado a ‘A Redolada’. "Uno de mis objetivos es trabajar al máximo en el pueblo en el que vivo. Tener trabajo en el mundo rural es muy complicado", lamenta la apicultora. Por eso, trató de reinventarse y, además de tener sus propios productos como la miel o la tintura de propóleo, Azpe también realiza talleres y visitas guiadas para dar a conocer el mundo de la apicultura y su relación con los humanos. Todas las actividades están relacionadas con las abejas. "La visita es más breve, son dos horas, y es un poquito más teórica. Son muy dinámicas, con imágenes, vídeos y degustación de los productos. Los talleres son más largos y más manipulativos e incluyen algo que las personas se pueden llevar a tu casa", asegura García.

En estas visitas, la apicultora muestra el mundo de las abejas, centrada en la biología del insecto, en cómo se reproducen, cómo viven... Además, ilustra cómo utilizan las abejas los productos de una colmena. También expone la relación entre los humanos y las abejas y cómo trabajaba antes y ahora un apicultor. Por otra parte, también realiza talleres de diferentes temáticas dentro del mundo de las abejas. Uno de ellos está relacionado con la flora apícola, donde se trata la vinculación entre las plantas e insectos a nivel de polinización. Otro de los talleres está dedicado a los usos de la cera, cómo la producen las abejas... Por último, también enseña acerca de la extracción de miel, donde explica las precauciones que se deben tener y cómo es el proceso de extracción en un obrador. Todas estas actividades -que se hacen entre abril y octubre-, tienen una parte práctica.

En fases tempranas

Estas actividades, dice Azpe, todavía están "en fase de arranque". Las primeras visitas fueron en verano de 2019, y para primavera del año siguiente la idea era conseguir más publicidad y permitir grupos más grandes, pero irrumpió la pandemia. "Nos hemos ido adaptando y, después de sobrevivir a estos dos años, todo puede ir a mejor. La idea es seguir poco a poco y permitir grupos de más personas, entre 10 y 15", explica.

‘A redolada’ posee entre 130 y 150 colmenas, todas ellas repartidas por el valle de la Guarguera. De ellas extrae la miel que comercializa, con una media de entre 900 y 1.000 kilos al año. "No son números muy buenos, pero dependemos mucho del clima que haga. Además, es una miel muy buena. No es una zona de grandes producciones, pero sí que es salvaje y silvestre", indica Azpe García. Asimismo, este año "ha habido un invierno muy seco, con altas temperaturas, y en marzo llovía cada día a pocas cantidades... Todo esto ha adelantado la deshibernación de las abejas, que han tenido que comer muchas reservas. Hemos empezado a recoger la miel ahora en mayo, cuando el primer corte lo solemos hacer en abril", detalla la bióloga. Además de la miel, producen polen y tintura de propóleo, ambos productos con una media de 300 botes al año.

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