Familias acogedoras de refugiados ucranianos en Aragón: "Tras tres meses, necesitamos un apoyo de las instituciones"

Iryna Babinetska y Nacho Madorrán ponen voz a la demanda de personas que abrieron las puertas de sus casas. Accem ha creado un registro en el que ya hay medio centenar de hogares.

Iryna, Viktoriia y Svitlana, este martes, en la tienda solidaria de Cáritas Moda Re- Latido Verde.
Iryna, Viktoriia y Svitlana, este martes, en la tienda solidaria de Cáritas Moda Re- Latido Verde.
Oliver Duch

Iryna Babinetska y Nacho Madorrán abrieron las puertas de su hogar en el barrio Arcosur de Zaragoza a Svitlana Fokina y a su hija Viktoriia, de 8 años, a las que no conocían previamente. Un gesto solidario que repetirían las veces que fuera necesario. Ella llegó a Aragón desde Ucrania hace siete años, tras el conflicto con Crimea, y sabe a qué se enfrentan sus compatriotas. Cuando se cumplen tres meses de la invasión de Rusia, ponen voz a la reclamación de familias de acogida que reclaman "un mayor apoyo de las instituciones".

"Con lo único con lo que cuentan es con 200 euros mensuales de las ayudas de emergencia del Ayuntamiento de Zaragoza, que también paga el comedor escolar", resume Madorrán. La convivencia "va a las mil maravillas, son ya una parte más de nuestra familia", pero los gastos de la economía cotidiana se han disparado "unos 400 euros más al mes, también porque ha coincidido con todo el tema de la inflación". Iryna, que trabaja a media jornada, Svitlana y Viktoriia, estaban este martes por la tarde comprando ropa en la tienda Moda Re- de Cáritas Diocesana. Huyeron de la guerra con un par de mochilas y son muchos los amigos y conocidos del matrimonio que les han ayudado. "Hace dos semanas se murió su suegra, la madre de su pareja, a las afueras de Jersón durante un bombardeo y hasta nosotros enviamos un poco de dinero para que la pudieran enterrar", cuenta Babinetska.

La pequeña Viktoriia va al colegio Arcosur y "está bastante integrada". Levanta el pulgar y sonríe cuando se le pregunta cómo se encuentra en la escuela. La han apuntado a las colonias urbanas de verano Zaragalla del Ayuntamiento y si tiene plaza ya sabe dónde pasará las vacaciones mientras su madre estudia español, va a clase por la mañana y la tarde, y busca trabajo. "Tenemos ya cita en el Inaem, el idioma es un obstáculo, pero ante todo quiere trabajar, siempre dice que no quieren ser una carga", asegura Madorrán.

Desde la semana pasada Accem está llevando a cabo un registro de estas familias de acogida (a través del correo cvelam@accem.es) en el que ya se han inscrito medio centenar. "En las últimas semanas ha habido un incremento de llamadas de personas solicitando información. De momento no hay ningún programa específico, pero tratamos de darles una respuesta y tenerlas localizadas por si en algún momento se pone en marcha", señala Carlos Vela, responsable de acogida de emergencia en Aragón para Ucrania. Reconoce que esta casuística esperaban que se produjera y es "muy lícita y comprensible". No obstante, tampoco quiere crear "falsas expectativas" de que se vaya a poner en marcha alguna iniciativa a corto plazo.

La Fundación La Caixa y el Ministerio de Inclusión lanzaron un proyecto para coordinar la red de familias acogedoras que solo funciona como una experiencia piloto en Madrid, Barcelona, Murcia y Málaga. Aragón deducirá la cuota autonómica del IRPF a quienes acojan a exiliados, un beneficio que se aplicará en la renta del año que viene.

"El idioma es un obstáculo, pero ante todo quiere trabajar, siempre dice que no quieren ser una carga para nosotros"

Julio Murillo, de la Asociación Asistencia a la Infancia, se trajo a su ‘hija’ ucraniana Olena Dervikoba y a sus tres pequeños (de 13, 9 y 8 años) a Perdiguera. Y como él otras familias de esta entidad que cuidaban en periodos vacacionales a niños ucranianos. La ventaja es que Olena, que habla perfectamente español, está empleada en una granja de cerdos de la zona. La queja de Murillo es la misma, la carencia de un apoyo específico para este tipo de acogimientos. Los servicios sociales de la comarca les facilitan cada semana alimentos y Olena y sus hijos están viviendo "en una casa de un primo mío, que hemos arreglado, y de la que no pagamos alquiler". Murillo agradece la disposición del Ayuntamiento de Perdiguera, que costea los comedores escolares, la ludoteca de uno de los niños y que este verano les facilitará el acceso a las piscinas.

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