Los cementerios de Aragón que salen en la gran pantalla y esas tumbas discoidales

En las tres provincias se pueden encontrar camposantos que son singulares por su ubicación, la historia que esconden o el tipo de enterramientos que se descubren en su interior.

Despoblado de Muro de Bellos
Despoblado de Muro de Bellos

En el cementerio de la canción de Mecano había doce apóstoles de verde, la tapia estaba en ruinas, las lápidas del fondo eran de mármol rosa y no había casi bichos. En Aragón tal vez haya camposantos con estas particularidades, pero también con otro tipo de curiosidades, como el de Maleján, cuya necrópolis se encuentra en el término municipal de la vecina Borja.

En el antiguo cementerio de Fuentespalda se descubre desde 2002 un singular espacio funerario con "una veintena de antiguas estelas funerarias discoidales", tal y como describen desde el Ayuntamiento de la localidad turolense, que lo califican como uno de los conjuntos "más completos" de estas características. Hasta ese momento, se encontraban en la parte superior de la tapia, pero fueron recuperadas. "Algunos historiadores vinculan estas piezas con los templarios y con los cátaros", añaden en el portal web en base a 'Estelas discoideas de Fuentespalda', de Enrique Puch Foncuberta, publicado en la 'Gaceta del Matarraña'.

Tienen forma de ojo de cerradura o de disco – de ahí lo de discoidales- y están decoradas por ambas caras: se combinan las cruces con ornamentaciones de entrelazados inscritos. El primer motivo es sinónimo de cristianismo, mientras que el segundo se relaciona con la inmortalidad. A estos adornos se suman una corona real, dos mitras o un bonete, como informan desde el Consistorio. A veces, las estelas podían desvelar el oficio del difunto, como un arado que se puede vincular a un labrador. "Este grupo de estelas discoideas corresponde a la época medieval", probablemente en el período entre mediados del siglo XIII hasta el XV, cuando se generalizó el enterramiento dentro de los templos.

Estelas discoideas en el Cementerio Medieval
Estelas discoideas en el Cementerio Medieval
Laura Uranga

No está dentro del cementerio, pero la Torre Blanca de Albarracín otorga identidad al lugar. Se trata de un impresionante torreón de planta cuadrada del siglo XVII de origen musulmán.

Torre Blanca y cementerio de Albarracín.
Torre Blanca y cementerio de Albarracín.
Antonio Garcia/Bykofoto

En la gran pantalla

En Aragón también hay cementerios de cine, como el que aparece en la película 'Bajo la piel del lobo'. Mario Casas aparece junto a las actrices Ruth Díaz e Irene Escolar en el camposanto de la localidad despoblada de Muro de Bellós -dependiente del pueblo Puértolas-. Este no es el único camposanto que ha sido escenario del séptimo arte, por ejemplo, en 'Que se mueran los feos' se pudo ver al de Hecho.

Precisamente en la provincia oscense se localizan otras necrópolis que, al margen del contexto del que se trata, pueden ser de postal. Es el caso del de Oliván, pedanía de Biescas, que se encuentra dentro del núcleo urbano. Pervive adosado junto a la iglesia románica de San Martín –la cual data del siglo XI-. De este tipo también es el de Aratorés.

Iglesia de San Martín, en Oliván
Iglesia de San Martín, en Oliván
Archivo Gobierno de Aragón

Sin salir de la provincia de Huesca, y en la capital, se pueden ver uno de los panteones más curiosos de la Comunidad. Se trata de una reproducción de la fachada del Teatro Olimpia, propiedad de la familia Pie.

Panteón del cementerio de Huesca que reproduce la fachada del Teatro Olimpia.
Panteón del cementerio de Huesca que reproduce la fachada del Teatro Olimpia.
Javier Blasco

También merecen mención las esfinges egipcias que se encuentran en estructuras del cementerio de Torrero de la capital aragonesa, como en el panteón de la familia Herrero, proyectado por el arquitecto Miguel Ángel Navarro. Pero esta no es la única muestra de estas características, sino que además se integran en lapidas. No siempre lucen bien, a pesar de su belleza, ya que han sido víctimas del vandalismo ciudadano en repetidas ocasiones. Todo aquel que pasee entre las manzanas de este camposanto zaragozano se puede topar con el mausoleo a Joaquín Costa, los panteones de varios toreros o el de ilustres aragoneses, como Miguel Fleta o Camón Aznar.

En la capital aragonesa, además del de Torrero, se descubren otros once cementerios. De todos ellos, se estima que el más antiguo es el de La Cartuja, sito en la carretera de Castellón. La historia del cementerio del barrio rural de Alfocea también se remonta a dos siglos atrás. Los primeros datos de este cementerio son del siglo XIX, en concreto a 1845, cuando el geógrafo Pascual Madoz mencionó el camposanto de esta localidad y detalló que allí descansaban 68 almas. La peculiaridad de este cementerio es el denominado "frente viejo". "Son los restos que quedan del que fuera castillo de Alfocea, pequeño recinto fortificado de unos 7 u 8 metros de lado, edificado en sillares de yeso inicialmente y recrecido posteriormente en tapial con encofrados de madera”, los describe Isabel Oliván en 'Historia de los cementerios de los barrios de Zaragoza'. Perteneció a la Orden del Temple y más tarde se convirtió en señorío nobiliario.

Recinto funerario de Alfocea.
Recinto funerario de Alfocea.

Las faldas del Moncayo son lugar de leyendas e historias. A principios del mes de noviembre, coincidiendo con el Día de Todos Los Santos. Junto al pueblo de Trasmoz, con larga tradición en brujería, se localiza Litago. Como en otros pueblos aragoneses, hay dos cementerios: el viejo y el nuevo. El más antiguo es románico y está en desuso desde mediados del siglo XX. En este camposanto enterraban por tramos y se aprovechaba el mismo espacio donde había cuerpos. Esta costumbre, por desagradable que pudiera parecer, era aceptada por los vecinos como un aspecto cíclico. Junto a este cementerio está la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, también de estilo románico.

Cada camposanto guarda una historia que para los moradores de sus pueblos o ciudades otorga valor, más allá de que sea una curiosidad o siga la norma. Largas filas se forman en los accesos cuando llega la fecha de Todos los Santos, pero en el resto del año no se frecuentan tanto. 

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