Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Los investigadores aragoneses reclaman una financiación estable y que se potencie la carrera científica

La falta de personal es otra debilidad del sector, que exige garantías tras los 1.200 prometidos por la DGA em el III Plan Autonómico de Investigación, Desarrolllo e Innovación. 

Rosa Bolea, Conrado Rillo y María Moros
Rosa Bolea, Conrado Rillo y María Moros
Oliver Duch/Heraldo/José Miguel Marco

Tras la presentación esta semana por parte del Gobierno de Aragón del III Plan Autonómico de Investigación, Desarrollo e Innovación (Paidi), los investigadores aragoneses piden garantías y compromiso político. Y plantean sus exigencias:una financiación estable con convocatorias anuales y regulares que permita a los investigadores trabajar con una planificación, además de más personal, tanto científico como técnico, para los proyectos.

El Paidi es un programa a siete años vista con 1.200 millones de euros de inversión que desde los laboratorios se considera "ambicioso". Consideran imprescindible que exista un "compromiso político" independientemente de quien esté al frente del Gobierno autonómico en las próximas legislaturas.

"Es capital abordar la potenciación de contratos predoctorales, que son el primer tejido investigador que tenemos en nuestros organismos, y posdoctorales, en estos momentos hay una sequía prácticamente absoluta. Los que hay son insuficientes y algunas becas, como las Marie Curie, muy difíciles de conseguir", señala la vicerrectora de Política Científica de la Universidad de Zaragoza, Rosa Bolea. "Lo suyo sería que hubiese plazas para una carrera afianzada a las que la gente pudiese optar", defiende. Bolea también reivindica una red de servicios técnicos.

En esta necesidad insiste Conrado Rillo, director del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA), centro mixto entre la Universidad de Zaragoza y el CSIC. "Es una gran debilidad en España. Estamos muy por debajo de los coeficientes de personal técnico por investigador, muy inferior a uno, cuando en otros países hablamos de hasta cinco o diez. Si el investigador tiene que hacer ciencia, y también ingeniería y patentes con escasa ayuda técnica, estamos debilitando muchísimo la capacidad de transferencia a la industria y la sociedad", afirma. También reclama profesionales de gestión que faciliten la captación de fondos europeos.

El programa autonómico contempla una línea de ayudas de fomento de la movilidad de investigadores predoctorales que saldrá en breve, dotada con 200.000 euros, y otra dirigida a postdoctorales junior.

"Si el investigador tiene que hacer ciencia, y también ingeniería y patentes, se debilita mucha la capacidad de transferencia"

De estar siempre pendiente de cuándo salen las convocatorias de proyectos y tener que justificar en un tiempo récord sabe María Moros, que obtuvo en 2020 una ayuda del Consejo Europeo de Investigación de 1,8 millones y se dedica a la nanociencia en el INMA. Para ella contar con una "financiación estable" sería crucial, así como fomentar la "involucración de los más jóvenes".

En cuanto a la transferencia de los resultados al tejido empresarial, opina que la desventaja de Aragón, en comparación con otras comunidades, es la ausencia de grandes polos industriales. "Aún así, los logros se aplican y llegan al ciudadano", dice. Como contrapartida, está convencida que cuenta entre sus fortalezas con gran calidad en campos como la ciencia de materiales y la agraria.

La Universidad de Zaragoza opta a tener dos centros de referencia

Una de las debilidades que refleja el III Plan Autonómico de Investigación, Desarrollo e Innovación (Paidi) es la carencia en la Comunidad de centros de excelencia Severo Ochoa y María de Maeztu. Se trata de dos reconocimientos nacionales que suponen una financiación de un millón de euros anuales durante cuatro años en el primer caso, y de alrededor de 500.000 euros por el mismo periodo en el segundo.

"Los grupos necesitan financiación estable. Las ayudas se dan muy tarde y luego hay que justificarlas en poco tiempo"

El campus público opta a ambos. El Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA), un centro mixto entre la Universidad de Zaragoza y el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) se presenta por tercera vez a los sellos Severo Ochoa. Lo hizo en 2020 coincidiendo con su nacimiento por la unificación del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (ICMA) y el de Nanociencia (INA). No lo logró. Además, al María de Maeztu aspira el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (13A) del campus público.

La vicerrectora de Política Científica de la Universidad de Zaragoza, Rosa Bolea, destacó que se trata de unos distintivos "muy difíciles de conseguir", en los que es necesario superar "un proceso selectivo riguroso" y se distingue a estructuras con programas de investigación de frontera y altamente competitivos. La acreditación tiene una validez de cuatro años. Una vez finalizado este periodo, los centros pueden volver a presentarse a una nueva convocatoria en concurrencia competitiva.

El director del Instituto del INMA, Conrado Rillo, reconoció que este año tienen "más esperanzas" de lograrlo, puesto que llevan ya un año de "experiencia" como centro unificado.

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