tras doce años de obras

La colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud recupera su luz

La colegiata, referente patrimonial de Calatayud, cuenta los días para su reapertura al público tras 12 años de obras y conserva la esperanza de ser concatedral.

A la colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud vuelve una atmósfera de luz natural.
A la colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud vuelve una atmósfera de luz natural.
Macipe

Fue una piedra. El cierre al público de la colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud, un 8 de agosto de 2010 a las ocho de la tarde, llegó por la caída días antes –en una visita institucional– de un cascote del arco toral sobre el altar. Fue en ese momento cuando la ciudadanía y las instituciones se concienciaron de la gravedad del estado de salud de este templo, principal parroquia de la ciudad y cuyo ábside, torre y claustro están reconocidos como patrimonio mundial por la Unesco.

"Ya había una malla, pero consideramos que lo más seguro era el cierre, aunque algunas personas lo vieron como un escándalo", recuerda 12 años después el abad de esta iglesia, el arcipreste Jesús Vicente Bueno. "Fue muy duro, porque tuvimos que trasladar y mudar todo lo que se hacía aquí, pero sirvió para que se viera la gravedad de lo que estaba ocurriendo a toda la estructura", destaca. Se refiere así al desplazamiento de tres de las cuatro columnas que sostienen la cúpula.

Ante esta situación, el equipo comandado por el arquitecto Fernando Alegre comenzó un minucioso proceso de investigación. "Partimos de la urgencia de unos problemas estructurales graves que había que diagnosticar. Durante un año monitorizamos la cúpula para ver sus movimientos y vimos que las deformaciones se acumulaban", recuerda en vísperas de su reapertura el responsable del plan director del edificio. A la evidencia del desprendimiento, se sumaban grietas, desplazamientos y un completo ‘historial médico’.

"Tuvimos acceso a los documentos de las restauraciones de los siglos XIX y XX, donde el templo te ‘dice’ todos sus problemas. Porque las fisuras son una foto fija de algo que ha pasado en 400 años. Es un fotograma dentro de una película", describe Alegre. Junto a él, en todo el proceso han estado historiadores, arqueólogos, restauradores, ingenieros y una plantilla de decenas y decenas de personas durante más de una década.

Pilares en el aire

En 2011, el Ayuntamiento promovió la consolidación del arco toral este y, un año después, se sumó la financiación del Gobierno de Aragón en la cimentación de las columnas. En 2013 se consolidó todo el crucero, con el Ministerio de Cultura. "La cúpula y los pilares torales en los que se apoya se estaban moviendo", indica Alegre. Así, en esos tres años se acometió la "consolidación estructural desde la cúpula a la cimentación".

Y es que, bajo tierra, se abría casi un ‘vacío’. "Había criptas más profundas que las columnas. Se puede decir que estaban en el aire", describe. Fueron tres años de coser grietas y fisuras y reforzar esas bases. Al mismo tiempo, vieron que era necesaria la restauración integral. "Las cubiertas no estaban bien, había tres metros de humedades en los muros y el cuerpo de sacristía, que es una joya rococó, y el ábside corrían peligro", detalla.

De esta forma, se empezó por restaurar el chapitel de la linterna y ya se había empezado con la instalación de un sistema para desecar los muros y controlar las humedades. Entre 2015 y 2016, el turno pasó para la sacristía y el ábside. "Recuerdo que el cierre fue después de misa y que le pregunté a Fernando que, si pasaba algo, de quién era la responsabilidad. Tanto tiempo y tanto trabajo después, sigo pensando que era lo apropiado", valora Jesús Vicente Bueno. "Hay que agradecer a todas las instituciones que hayan entendido lo que esos trabajos suponían", asume Alegre.

El milagro de la luz

El siguiente paso comenzó en 2018 con la colaboración del Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento y se centró en la cúpula. "Empezamos a recuperar la belleza, como dice mi maestro, y fue el momento en el que, allí arriba, establecimos un ‘laboratorio’ de experimentación, haciendo catas para saber cómo era y también para que llegara la luz natural", valora.

A 20 metros del suelo se reparó el tambor de la cúpula, se restauró el exterior para mejorar el desagüe de las lluvias, se mejoró la estanqueidad, se incorporaron cerramientos y se restauró el conjunto escultórico. También fue el momento de romper con aquella imagen de oscuridad que se guarda en general. "Fue un milagro maravilloso", sintetiza Alegre.

"Los ventanales del tambor están debajo del tejado y no entra luz", desvela el coordinador de las actuaciones. Así, se abrieron lucernarios y se colocaron distintas superficies reflectoras para que esos vanos desarrollasen su función. Además, también se recuperó el tamaño de los óculos en otros puntos. "La luz natural es la más bella. Poner un foco es lo más fácil y no es eso, queríamos recuperar esa esencia, esa atmósfera", defiende Alegre.

Santa María, La Blanca

 Así es como la define el propio arquitecto. "Entre 1614 y 1864 fue blanca, pero en el XIX se decide pintarla", detalla. Para encontrar esa verdad, Alegre recuerda que aquel laboratorio a 20 metros de altura fue vital. "Nos permitió encontrar su color, establecer un cromatismo claro y fue lo que se extendió al resto. En este último punto, desarrollado entre los dos últimos años con financiación del Ayuntamiento y el Ministerio de Transportes, se ha conseguido dejar el templo en perfectas condiciones. Para ello se tuvieron que desalar todos los muros y retirar el exceso de sales. Además de restaurar todos los elementos de decoración.

Raquel Marco, gerente de Arteayud, ha coordinado la parte de restauración desde octubre de 2020. "Te encuentras sorpresas y, al ser en estas dimensiones, los problemas se multiplican. Ese ha sido uno de los hándicaps, porque de cerca ves que, en las portadas, había repintes pero no se sabía el alcance", asume.

En estos meses, bajo su tutela, han estado hasta 14 personas en momentos de apogeo. "Nos hemos enfrentado a muchos materiales, desde el yeso de las portadas de las capillas a los escudos de los áticos de madera, las basas de piedra combinadas con rejas de metal y madera policromada… Es que es mucho patrimonio", resume.

Concatedral

Tras más de cuatro millones de euros invertidos en estos 12 años, todavía quedan por delante más intervenciones. "Es prioritario actuar en el coro, la capilla de los Sesé (o de San Juan) y en el retablo mayor", enumera Jesús Vicente Bueno. En este sentido, hace un llamamiento a tener en cuenta el valor del templo como patrimonio mundial y su "importante tirón turístico". En su interior, además del sepulcro de Pedro Cerbuna del que ya había constancia, se han descubierto los vestigios de lo que parece fue la mezquita mayor de la Calatayud islámica.

En lo espiritual, confía en que pueda llegar a ser concatedral, junto a la de Santa María de la Huerta de Tarazona. "Implicaría que la diócesis fuera Tarazona-Calatayud y eso, en estos momentos, es difícil. Pero no hay que perder la esperanza". Así, adelanta que la colegiata, cuya fecha de reapertura oficial se fija para el 9 de mayo, recuperará más actividad y se espera una misa para el domingo 15.

En cifras

3 son los elementos de la colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud valorados como patrimonio mundial de la Unesco: su torre, el ábside y el claustro.
4,5 millones de euros es el total invertido en todo este tiempo, aunque su plan director cifraba la cuantía necesaria en unos ocho millones, incluidas las capillas, el coro, el claustro y otras dependencias.
8 de agosto, octavo mes, a las 8 de la tarde, fue el momento en que cerró sus puertas al público.
9 de mayo de 2022 es el día elegido que se realice la presentación de la restauración.
10 capillas posee en su interior un complejo que, además de elementos del mudéjar, también tiene del barroco y del renacimiento.
12 años han durado las obras de la restauración integral que necesitaba el templo para ser salvado de la ruina.
70 metros de altura mide su torre, considerada la más alta del mudéjar y patrimonio mundial de la Unesco.
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