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Alicia Asín, ingeniera y cofundadora de Libelium: "Hay que poner en valor la nobleza aragonesa"

La reconocida emprendedora aragonesa habla de la evolución y retos de la comunidad en los últimos 40 años.

Alicia Asín, cofundadora y CEO de Libelium.
Alicia Asín, cofundadora y CEO de Libelium.
Francisco Jiménez

Alicia Asín (Zaragoza, 1982), ingeniera Informática por la Universidad de Zaragoza, es emprendedora y empresaria premiada y cofundadora de la tecnológica Libelium en 2006. Forma parte de la generación de quienes cumplen 40 años como el estatuto de autonomía. A lo largo de su carrera ha obtenido numerosos reconocimientos. En 2014 recibió uno de los más importantes el de Joven Empresario de España, de manos del entonces Príncipe de Asturias, hoy rey Felipe VI. A él le siguieron distinciones como 'Española con Talento' en una campaña organizada por Marca España y premios como el de directiva del año de ADEA (2016) o el Jaime I en la categoría Emprendedor (2017). Ha participado en numerosos foros como firma referente de las aplicaciones del internet de las cosas. Los sensores de su empresa miden desde la calidad del aire a la gestión de residuos, el tráfico de vehículos o predecir erupciones volcánicas.

Nació en Zaragoza en 1982, el mismo año que el Estatuto de Autonomía. ¿Cómo recuerda el Aragón de su infancia?

Yo siempre he vivido en el Actur. Creo que la evolución de este barrio muestra la que ha tenido la comunidad. Recuerdo cuando estaba el descampado del Carrefour, cuando se hizo Grancasa, el Puente del Tercer Milenio, la Expo, que han sido hitos muy importantes para la ciudad. Yo que hice Ingeniería en el CPS, el primer año de carrera todavía no llegaban todos los autobuses e hicimos hasta una sentada.

El tranvía tampoco existía.

No, no, tampoco, e imagine ir con el cierzo a estudiar por el descampado.

¿A qué jugaba la Alicia niña que terminó estudiando ingeniería?

Jugaba a muchísimas cosas. Me han gustado mucho los juegos de mesa, todo lo que requiere estrategias, leer e inventar, por ejemplo, que montaba una tienda.

Entonces los niños no tenían móviles, no existía la tecnología a la que luego se dedicó.

No, pero mi padre, antes de que naciera mi hermano, tenía un cuarto dedicado a sus experimentos de electrónica.

¿Se asomaba a ese cuarto?

Sí. Recuerdo estar con él viendo cómo hacía una lámpara que se encendía si dabas una palmada. Siempre me parecía algo mágico.

Además de interés por la tecnología era emprendedora.

En la carrera me atraía todo lo que era emprendimiento.

"Cuando piensas algo demasiado tienes más probabilidades de no hacerlo"

¿Cómo terminó montando una empresa de inteligencia artificial e internet de las cosas?

Con un compañero de facultad, David Gascón, un poco con inconsciencia, basándonos en parte de lo que había hecho en su proyecto de fin de carrera, y sin pensarlo mucho. Cuando piensas algo demasiado tienes más probabilidades de no hacerlo.

La empresa ha terminado siendo una de las más punteras en el sector. ¿Cómo ve Aragón a nivel tecnológico?

Desde que empezamos en 2006 hasta hoy ha habido una evolución muy notable. A la vista están las iniciativas de viveros públicos y privados, empresas como Bitbrain o el caso de Certest. Es importante para Aragón que empiece a haber empresas que no estén ligadas al porcino o el automóvil, que también despunten y puedan ser tractoras de la economía.

¿Cuesta ser profeta en su tierra?

Siempre nos hemos sentido muy orgullosos de nuestra tierra, la inmensa mayoría de nuestros ingenieros han estudiado en Aragón y nos sentimos orgullosos de generar y exportar riqueza, retener talento y que se hable de Aragón en el exterior, pero creo que la Administración tiene que ser más propensa a utilizar la tecnología de las empresas que están aquí.

¿Qué destaca de los aragoneses?

La nobleza y la humildad. Normalmente, de la humildad se tiende a hablar de una forma despectiva, porque tendemos a hacernos de menos, pero creo que son virtudes especialmente importantes en el momento en que estamos e imprescindibles en el liderazgo. Potenciar esa imagen de transparencia, esa nobleza aragonesa, es un activo que hay que poner en valor.

¿Y la cabezonería?

Bueno, esa persistencia también es una cualidad para querer sacar un proyecto y hacerlo.

"A día de hoy la situación es muy dramática porque no conseguimos que haya gente, ni hombres ni mujeres, que se apunten a las carreras técnicas y es algo que necesitamos"

¿Un libro que le marcara?

‘Mujercitas’, de Louisa M. Alcott. El mensaje sigue siendo bastante actual. Lo leí siendo adolescente y me maravilló esa historia de empoderamiento, traducida en la época, y esas ganas de esas cuatro chicas de buscar su camino. Ayuda a combatir esas ideas que pudieran venir de que eso es algo nuevo de ahora.

¿Llegará el día en que no habrá que preguntar a una ingeniera por qué no hay más mujeres en carreras técnicas?

A día de hoy la situación es muy dramática porque no conseguimos que haya gente, ni hombres ni mujeres, que se apunten a las carreras técnicas y es algo que necesitamos. En el caso de las niñas se demuestra cómo a los 11 años ya tienen una percepción de sí mismas para las asignaturas de Ciencias que está por debajo de la realidad.

En el colegio les enseñan lo mismo.

Sí. Es un problema cultural o de la falta de referentes, de cómo se tratan las inseguridades de cada uno. Lo que hay que hacer es proyectar las salidas de una carrera de Ciencias.

¿Con la pandemia se ha avanzado al dar el salto en digitalización o falta todavía mucho?

Se ha avanzado en concienciación pero se ha avanzado en digitalización mucho menos de lo que se publicita. En la parte de ciudades inteligentes, que es donde tenemos más experiencia se hablaba de digitalización con ayuntamientos que gracias a la pandemia había empezado a trabajar con Google Drive o con herramientas en la nube de ofimática.

¿Dónde tendríamos que estar?

Donde de verdad tendríamos que estar es en una Administración que estuviera verdaderamente conectada, entre las diferentes instituciones. Que ese dato que ya tiene la Administración no vuelvan a pedírtelo.

¿Hay que tener miedo a la tecnología con tanto control de nuestros datos?

Yo soy una defensora acérrima de la privacidad y de que hagamos distinción entre lo que son los datos de las personas y otros como puedan ser los de los medidores de contaminación o el tráfico de una ciudad. Con la pandemia se ha visto que faltaba mucha alfabetización en digitalización con los propios ciudadanos. No podemos pretender que se instalen aplicaciones de rastreo sin explicar muy claramente quién tiene acceso a esos datos, cuánto tiempo van a estar almacenados, cuándo se van a borrar….

Pero luego bajamos un juego en el móvil y decimos que sí a todo.

Pero cada vez hay mayor concienciación en eso. Yo proclamo a los cuatro vientos eso de que si el producto es gratis, el producto eres tú, que lo tengamos todos muy claro. Con la pandemia a mucha gente se le ha despertado esa parte crítica y se ha dado cuenta de a qué nos referíamos con esta frase.

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