De maquinista de tren en Barcelona a teñir lana a mano en un pueblo del Pirineo de 38 habitantes

Regina Gómez es protésica dental de formación pero desde hace dos años vive en Linás de Broto, desde donde vende sus productos online a toda España.

Regina Gómez, con sus lanas.
Regina Gómez, con sus lanas.
H. A.

Regina Gómez tiene 45 años y se confiesa “de espíritu inquieto” por lo que en ese tiempo ha trabajado en muchos sitios y muy dispares. Nació y se crió en Barcelona, donde estudió la FP de Prótesis Dental. Estuvo ocupada en ello varios años pero después pasó a ser maquinista de trenes ya que su padre era mecánico en la Red de Ferrocarriles de la Generalitat. 

De aquello a lo que hace actualmente hay un buen trecho, justo el que la separaba entonces de lo que realmente le gustaba hacer. “Siempre he tenido una vena artística, me gusta dibujar, pintar, construir guitarras y también tejer”. Además, la idea de vivir en el medio rural siempre le rondó la cabeza. La combinación perfecta para que, hace siete años, decidiera mudarse a Buesa con su pareja, que es natural de esta localidad oscense.

Al llegar estudió Osteopatía, lo que le permitió acceder a un puesto de trabajo como responsable del spa del Hotel Ordesa. Un empleo que, desde hace dos años, compatibiliza con una gran pasión: teñir lana de forma artesanal. “La compro en blanco o gris, según las fibras que lleve, y la tiño en casa para después venderla online para tejer calcetines, jerseys, toquillas…”. Ese es el resumen de su nuevo negocio que comenzó poco a poco, casi sin pensarlo y gracias a la covid-19. “En mi caso, la pandemia me dio tiempo para dedicarme a mis cosas y para poder empezar con esto”. “Esto” es Colosco Wool&Fibers, una tienda online que ella misma creó, con las fotos hechas por ella misma de los productos que, también ella misma, ha creado. Emprendedora es su nombre y autodidacta su apellido ya que todo lo que sabe, tanto de teñir lana como de comercio electrónico, lo sabe por lo que ha ido investigando y conociendo en algunos cursos. “Todo lo he ido aprendiendo ha sido a base de ensayo-error”, apunta.

“Yo me he criado en Barcelona y, tal y como está, no creo que sea un sitio como para crecer. La libertad que tiene mi hijo aquí no la tiene allí”

La singularidad de sus creaciones consiste en que da a la lana colores personalizados con tintes ácidos con certificado ecológico. “Intento que el proceso sea lo más respetuoso posible con el entorno y con el medio ambiente. Los productos empleados tanto para el teñido como para el lavado son naturales y de uso cotidiano”, matiza. Además, las lanas que utiliza son de granjas respetuosas con las ovejas, donde no se les ha practicado mulesing, una mutilación sin anestesia de la piel de la zona que rodea el ano de los corderos para evitar infecciones por acumulación de restos de heces.

Regina trabaja en su garaje, con un fogón de butano y unas bandejas de horno de restaurante. Para conseguir sus lanas teñidas, las sumerge en bruto en una mezcla a base de agua, vinagre de limpieza y el tinte, y después se calientan para que el color agarre. “Antes del confinamiento empecé a teñirme yo mi propia lana, por probar. Cuando nos confinaron decidí hacerlo de una forma más profesional porque tenía más tiempo y, como lo que iba tiñendo no tenía mala pinta, monté la tienda online”. Así empezó esta aventura que, dos años después sigue adelante y creciendo. “Ahora tengo unos 50 pedidos al mes y también vendo a tiendas de Madrid, Barcelona o Coruña”, explica. En sus planes a corto plazo está expandirse a Europa y ya ha empezado a ir a ferias para empaparse de las tendencias.

Para Regina, teñir lana es casi como pintar un cuadro. “Me inspiro en los colores que tengo ante mí. En los del otoño y la primavera, y en los del cielo. Tengo una libreta llena de fórmulas y de apuntes. Empiezo a pensar en combinaciones, en manchas, en degradados…”, narra. Como resultado, una colección de 123 lanas de diferentes colores y combinaciones que sus clientes compran para tejer sus prendas. Los nombres de los productos están en aragonés porque para Regina es importante mantener la identidad del lugar donde vive.

La lana teñida en diversos colores por Regina
La lana teñida en diversos colores por Regina
H. A.

Aunque no tiene tienda física, cualquiera que pase por Linás de Broto puede acercarse a ver a Regina en faena. La encontrarán en la Casa Colosco, de ahí el nombre de su ecommerce. La compraron hace un par de años aunque en el Pirineo vive desde hace nueve. Cuando su hijo tenía tres años, se mudó a Buesa con la idea de que él pudiera crecer en el medio rural. “Yo me he criado en Barcelona y, tal y como está, no creo que sea un sitio como para crecer. La libertad que tiene aquí no la tiene allí”. Este fue uno de los principales motivos que llevó a Regina a dar un giro a su vida. “Ahora vivo en una zona extremadamente rural donde la vida se desarrolla según sus tiempos y las normas de la naturaleza que nos rodea. Aquí la ganadería es una fuente muy importante de vida y el trato con la naturaleza pirenaica es continuo y una forma de vida”, explica.

“Me siento superrealizada con el proyecto, porque es algo que he parido yo y lo voy viendo crecer”

En el Sobrarbe, Regina ha encontrado el lugar de paz donde puede desarrollar su creatividad. Ahora que Colosco Wool&Fibers está tomando cada vez más volumen, sus días son algo más estresantes que antes, ya que por las tardes está en el hotel y tiene que compatibilizar ambos empleos. Pero cuando uno trabaja en lo que de verdad le gusta, saca tiempo de donde haga falta. “Me siento superrealizada con el proyecto, porque es algo que he parido yo y lo voy viendo crecer”.

Como buena mujer emprendedora y artista en el medio rural que es, Regina forma parte de la red MAR (Mujeres Artistas Rurales), de la asociación ARTmosfera. Se trata de una plataforma de artistas y artesanas que viven y desarrollan su labor en pueblos de Aragón. Formando parte del proyecto puede acceder a cursos y da visibilidad tanto a su trabajo como a su propia experiencia. Entre tinte y tinte, Regina también va tejiendo con las lanas a las que ella misma ha dado color. “En casa ya no hay un solo calcetín, jersey o gorro de lana que no haya hecho yo”.

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