Los bares afrontan el fin de la protección con disparidad de opiniones

Algunos propietarios recomiendan a sus empleados que utilicen la mascarilla y otros dejan "libertad".

El dueño de los Espumosos, Armando Crespo, ayer, atendiendo a un cliente.
El dueño de los Espumosos, Armando Crespo, ayer, atendiendo a un cliente.
Guillermo Mestre

División de opiniones. Los propietarios de bares y restaurantes no van de la mano en esta decisión. Algunos recomiendan a sus camareros no quitarse la mascarilla durante la jornada laboral mientras que otros les animan a no utilizarla. Incluso a última hora de ayer, algunos empresarios no tenían claro cómo iban a actuar. Entre los clientes tampoco hay consenso. Mientras algunos aseguran que cambiarán de bar si los empleados no hacen uso de la protección, otros insisten en que ya no es necesario para nadie. En todo caso, desde hoy, en el interior de los establecimientos hosteleros, el uso del cubrebocas deja de ser una obligación y pasa a ser una decisión particular.

"Nosotros no vamos a hacer recomendaciones a los negocios", explicó ayer Luis Femia, gerente de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza. Lo cierto es, según indicó, que "hay propietarios que llevan tiempo esperando que llegase el día y otros que no lo tienen nada claro". "De manera transitoria, algunos han optado por mantener la mascarilla entre sus empleados durante un mes para conocer la reacción de los usuarios", puntualizó. Es algo que en gran mediada depende, admitió, del "tipo de clientes". En cuanto a los consumidores, Femia consideró que tendrán "absoluta libertad ya que los dueños no van a entrar a debatir sobre el tema". Lo único que pueden hacer, añadió, es "recomendar su uso".

Desde la Confederación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Aragón criticaron que la decisión recaiga en la empresa. "En su día no pudimos obligar a que se vacunasen los empleados y ahora podemos obligar a que lleven la mascarilla. Hay falta de rigor", denunció el presidente, Fernando Martín. En todo caso, las premisas que hacen llegar a los empresarios son que "cada trabajador decida lo que quiere hacer". "Llevamos mucho tiempo sirviendo a clientes sin mascarilla y los empleados están hartos ya de eso", aseveró.

Un paseo por lo bares del centro

"Por mi parte, los camareros tienen libertad para hacer lo que consideren. Imagino que, como todo en la vida, habrá clientes a los que no les parece bien y otros a los que les de igual", explicó Armando Crespo, propietario de los Espumosos de la calle Cádiz. Paulina Loazi es una de las camareras que ayer estaba sirviendo en este establecimiento. "Yo tengo claro que no me la voy a quitar porque me viene muy bien paras las alergias, pero que cada uno haga lo que quiera", sostuvo.

El gel hidroalcohólico, que desde que comenzó la pandemia pasó a ocupar un hueco privilegiado en la barra, no se retirará por el momento en la mayoría de negocios. "Al principio, se echaba el 100% de los clientes, ahora solo 2 de cada 100. Yo creo que poco a poco se dejará de usar y la gente hará lo mismo que antes: lavarse las manos antes de comer", señaló Crespo.

Unos metros más adelante, en la misma calle, se sitúa el restaurante Albarracín, que ayer al mediodía no sabía aún el mensaje que iban a transmitir a sus empleados. Tampoco lo tenían claro en La mar salada, donde tenían previsto hacer una reunión por la noche para conocer la opinión de los trabajadores y tomar una decisión conjunta.

Otros como el Calamar Bravo seguirán recomendando, tanto a empleados como a clientes, que solo se la retiren si están comiendo o bebiendo. Los que sí tenían claro que se iban a deshacer de la protección eran los camareros de los Espumosos de la calle Cinco de Marzo. "Si la gente nada más entrar se la quita, pues nosotros también. Llevamos más de un año sirviendo a gente que no se la pone ni un segundo", defendió una de las camareras, Begoña Aparicio, y su compañero, Cristian Agudo.

Entre los negocios donde se celebran comuniones o bodas tampoco hay unanimidad. El Aura –que ayer a última hora esperaba aún leer la letra pequeña del BOE– permite que todos los trabajadores dejen de utilizarla "si queda claro" en el Boletín, sin embargo, El Cachirulo recomienda a sus empleados que la sigan llevando.

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