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De Argentina a Aragón para empezar de cero: “El día que subíamos al avión me dijeron que estaba embarazada… ¡de dos!”

Pamela Fedele viajó a Zaragoza en septiembre con el sueño de abrir un bar junto a su marido, el Varela. Lo que jamás imaginó es que juntos iban a emprender otro nuevo proyecto.

La familia Fedele se decidió a emprender y emigrar en tiempos de pandemia.
La familia Fedele se decidió a emprender y emigrar en tiempos de pandemia.
C.I.

Ingeniera química de profesión, hace unos meses Pamela Fedele residía en Salta, una ciudad del noroeste de Argentina. A sus 37 años era la jefa de laboratorio de una empresa local mientras que su marido, Fernando Carafenchos (38), trabajaba como gerente de compras en el mismo negocio. Allí vivían junto a su hija Olivia, de tan solo 8 años. Llevaban tiempo pensando en cambiar de vida y salir de Argentina. “La inseguridad, la inestabilidad económica y el miedo que se vive en la calle no son óptimos para desarrollar un plan de vida. Además, la pandemia dejó al país en una situación mucho más precaria”, reconoce ella.

“De mis cinco hermanos, tres viven en España. Fernando (35) es chef en Marbella; Emanuel (43) que trabaja como ingeniero de sistemas en Huesca -vive en España desde hace 17 años- y mi hermano mellizo, Mariano, que también vive en Zaragoza con su familia, donde trabaja de ingeniero químico”, relata. Fue en 2019 cuando sus padres, Silvia Llausas (66) y Pascual Fedele (68), una vez jubilados, decidieron seguir los pasos de su hijo -que por aquel entonces residía en la capital aragonesa- y mudarse aquí.

“Viajamos a Zaragoza por primera vez en 2016 a visitar a nuestro hijo y nos encantó. Por su tamaño, por su ubicación y por su gente. Nos pareció un lugar excelente para vivir”, reconoce Llausas. Por eso, cuando su hija Pamela le contó la idea que tenían de abandonar Argentina, no se lo pensó. “Qué mejor que venir a un lugar donde iban a empezar de cero, pero no iban a estar solos”, asegura ella.

La oferta del Varela es comida típica argentina hecha en casa.
La oferta del Varela es comida típica argentina hecha en casa.
C.I.

Con meses de antelación -y con la valiosa ayuda de sus padres- Pamela empezó a buscar un negocio en traspaso. “Venimos de una familia con mucha pasión por la gastronomía, siempre nos ha gustado cocinar y hasta mi padre, que es ingeniero electrónico de profesión, se formó como chef a modo de hobbie”, explica. Así, a través de internet, dieron con el Varela – ubicado en el 64 de la avenida Goya de Zaragoza- un local que tras 30 años se vio obligado a cerrar sus puertas debido a la pandemia.

Por fin, tras muchos meses de preparativos, llegó el momento de emprender el viaje. “Era el mes septiembre, teníamos ya los billetes comprados y recuerdo que el mismo día del vuelo -que partía a las 17.00 horas- decidí ir a ver a mi médico por un retraso en mi menstruación”, rememora. El estrés por la mudanza, el hecho de asumir un cambio tan grande en sus vidas, la despedida. Pensó que podría ser algo normal: “Pamela, estas embarazada. Y vienen dos”.

“Todavía no doy crédito. Jamás me lo hubiera imaginado. Y si hubieras visto la cara de mi marido… yo viajaba a España con nuestra hija, y él se regresaba hasta el 13 de diciembre para cerrar cosas de trabajo”, explica. Mientras, el plan era ir poniendo en marcha el local, pues, el nuevo Varela tenía fecha oficial de apertura: en 15 de enero. “Decidimos mantener el nombre porque la mayoría de los proveedores hacían referencia al local como tal, y nos pareció un lindo homenaje”, señala.

Un bar pequeño, pero matón

En apenas 50 metros cuadrados y con tan solo siete mesas en su interior, la familia Fedele ha logrado crear un ambiente acogedor en el que sus platos típicos argentinos han causado verdadero furor entre los vecinos del barrio. “Cada uno aporta lo que sabe, mi madre prepara los dulces caseros y, mi padre, todo lo salado”, explica Pamela, que ahora mismo está embarazada de ocho meses esperando la llegada, en breve, de Lucia y Bejamín.

Mientras su marido atiende el negocio por las mañanas, su padre lo hace por la tarde. En los fogones, pizzas caseras de todo tipo, las típicas empanadas argentinas de carne y bizcochos, pudin y tartas de todo tipo. “Hace unos días por fin pudimos montar la terraza. Son solo tres mesitas, pero nos han dado mucha vida”, añade. ¿El siguiente paso? Seguir creciendo. “Queremos ampliar la cocina y poder ofrecer un menú del día, pero sin prisa, de momento tenemos otras cuestiones que atender”, bromea, tocándose la barriga.

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