Las ganas de sol y playa provocaron los primeros atascos en un Jueves Santo en el que el buen tiempo animó a desplazarse de forma masiva hacia la Costa Dorada, donde muchos aragoneses tienen una segunda residencia. La AP-2 registró a media mañana retenciones de hasta ocho kilómetros por la gran acumulación de tráfico. Una situación ante la que la Guardia Civil desvió los vehículos por la N-II, a la del antiguo peaje, para evitar el colapso en la autopista.

Desde la Dirección General de Tráfico señalaron que fue al filo de las 10.45 cuando se produjeron las primeras colas en sentido Lérida y Barcelona. Una situación que se prolongó durante cerca de dos horas y media, hasta que alrededor de las 13.10 la circulación se volvió más fluida y se normalizó.

«Hemos salido de Zaragoza a las 11.00 para ir a comer a Osera de Ebro y nada más pasar Santa Isabel por la A-2 ya empezaban a formarse retenciones. Como ya veíamos el percal, nos hemos desviado por Malpica a la N-2. Hemos cruzado La Puebla de Alfindén, Alfajarín y al llegar a Rausán ya se estaba saliendo la gente de la autopista a la nacional», explicó Manuel Lobera, un conductor que se vio sorprendido por el embotellamiento. «La N-2 iba bastante más fluida. Hay un momento en el que ambas carretera circulan en paralelo y, llegando a Osera de Ebro, veíamos cómo íbamos más rápido los coches de la Nacional que los que circulaban en el mismo tramo por la AP-2. Menudo atasco se han comido hacia Cataluña», concluyó de forma gráfica.

El embudo de Lanave

A las mismas horas, unas retenciones mucho más discretas se encontraron los que subían por el Monrepós hacia el Pirineo en la zona de Lanave. La Guardia Civil de Tráfico estableció controles en este punto de la carretera A-23, donde empieza el tramo más conflictivo del principal eje de acceso a los valles pirenaicos de la parte occidental de la provincia de Huesca porque sus 7 kilómetros, hasta Sabiñánigo-Sur, todavía no se han transformado en autovía.

Esto supone la existencia de un auténtico cuello de botella en medio de la A-23 y provoca, en fechas de gran afluencia de vehículos importantes atascos. Este jueves, inicio del puente de Semana Santa, la circulación ha permanecido congestionada durante casi tres horas, desde las 11.30 hasta las 14.15, según han informado desde la DGT. Los conductores se han visto obligados a aguantar retenciones de entre medio y un kilómetro. La situación, probablemente, volverá a repetirse en la operación retorno, aunque el hecho de que lunes de Pascua sea festivo en muchas provincias y localidades escalonará el regreso de los turistas.

Difícil encontrar aparcamiento

En la provincia de Teruel no hubo, por suerte, ninguna incidencia, pero el tráfico se multiplicó en la autovía Mudéjar o A-23 y, muy especialmente, en las carreteras que llevan a los pueblos de la Ruta del Tambor y el Bombo, donde desde anoche tienen lugar los principales actos de la Semana Santa. La N-211 en Alcorisa estuvo cortada por las procesiones.

Fuentes de la Policía Local de Alcañiz -uno de los municipios de la Ruta del Tambor y el Bombo– señalaron que la ciudad registra desde el pasado martes una afluencia de vehículos similar a la que había en Semana Santa antes de la pandemia, con un «incremento considerable» respecto a un día normal.

En Alcañiz se cruzan varias de las carreteras que conducen a las localidades de la Ruta, por lo que es un buen termómetro de la abundancia de gente que circula por la zona. Todos los párquines de la ciudad estaban ayer llenos y resultaba muy difícil encontrar un estacionamiento libre a primera hora de la tarde, informó la Policía Local. Añadió que aún no han llegado todos los visitantes, pues en la vecina Cataluña las vacaciones arrancan hoy.